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Bill & Ted face the music

Título original: Idem
Origen: EE.UU. / Canadá / Italia
Dirección: Dean Parisot
Guión: Chris Matheson, Ed Solomon
Intérpretes: Keanu Reeves, Alex Winter, Kristen Schaal, Samara Weaving, Brigette Lundy-Paine, William Sadler, Anthony Carrigan, Erinn Hayes, Jayma Mays, Hal Landon Jr., Beck Bennett, Kid Cudi
Fotografía: Shelly Johnson
Montaje: Don Zimmerman
Música: Mark Isham
Duración: 91 minutos
Año: 2020


7 puntos


AMIGOS, SIEMPRE AMIGOS

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Una de las mejores experiencias cinematográficas para este año anómalo es Bill & Ted face the music, una película igualmente anómala, tercera entrega de una saga olvidada sobre la que ni la nostalgia ni el fenómeno de culto parece operar a su favor, un film sin un público demasiado preciso, pero al cual no le importa demasiado. Una película absolutamente feliz sobre cómo ser felices y mejores, construida sobre múltiples ideas que nunca se amontonan, sino que fluyen todas juntas y potenciándose. Casi casi como ese grupo humano (y no tanto) que hacia el final encuentra la fórmula para salvar al mundo.

Entre fines de los 80’s y comienzos de los 90’s surgieron las dos películas de Bill & Ted, que fueron en su momento un fenómeno absoluto. Lo fueron tanto que hasta fueron dibujo animado. Sin embargo las carreras de sus protagonistas derivaron luego por caminos diversos, y tampoco aquellas películas tenían una intención de posteridad. Eran películas que resumían una década de entretenimiento adolescente para encontrar nuevas vertientes, en un retrato de la adolescencia que no era tan nostálgico como el de los directores de los 80´s y tenían algo más festivo, como los jóvenes que en breve comenzarían a delinear Richard Linklater, Kevin Smith o El mundo según Wayne. En las dos Bill & Ted había una utilización de los recursos de la fantasía para apostar por el absurdo y el sinsentido. Sin embargo, con el tiempo, quedaron ancladas a aquel momento y su éxito se volvió efímero. Tres décadas después Keanu Reeves y Alex Winter retoman sus personajes con un espíritu que, sin quererlo, encaja perfectamente con este tiempo de pandemia, cuarentena y producción entre artesanal y de entrecasa. Bill & Ted face the music no es necesariamente una película pequeña en nivel de producción, pero sí una que no pone tanto la atención en lo técnico, en el gesto ampuloso y post-moderno, sino más bien en el gobierno de sus ideas, en su apuesta temporal y espacial, en chistes ingenuos, guiños para los fans y estiramiento de sus viejos recursos.

En Bill & Ted face the music hay musicalidad, hay invenciones (el robot de Anthony Carrigan es absolutamente adorable) y hay una mirada sobre el paso del tiempo que es de lo más juguetona. Sin dudas que el mayor acierto, más allá de la química intacta entre Reeves y Winter, fue la elección de Dean Parisot, director que parece ideal para estas fantasías Clase B que toman en serio su propia dinámica pero sin ponerse solemnes. La película fusiona los viajes en el tiempo de la primera parte e incorpora algo del surrealismo de la segunda, opera como una síntesis brillante de sus propias reglas y se impone con personalidad, asimilando perfectamente las exigencias del cine de entretenimiento de hoy: hay un ritmo contemporáneo que nos hace ver a Bill y Ted como dos fulanos que siempre estuvieron ahí, como si nunca se hubieran ido. Celebración del grupo, de la amistad, de la familia en el buen sentido, Bill & Ted face the music no se preocupa demasiado en ponerse a pensar si el público de ayer es el de hoy o si el de hoy se va a interesar o si forma parte de un linaje o una historia. La película avanza a toda máquina y no para nunca. Un entretenimiento perfecto, una película súper querible.

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