
Por Alejandro Frenkel
(especial para @funcinemamdq)
Estrenada en 2018, y tras cinco temporadas, a mediados de este año (qué raro suena, ¡cinco en dos años!) finalizó el reboot de She-Ra bajo la tutela creativa de Noelle Stevenson. Para los millennials que no vieron la serie animada se puede resumir de la siguiente forma: mundo fantasy tecnológico más heroína con súper-poderes y súper espada que se pasa del bando de los malos (Hordak y sus secuaces) al de los buenos, es decir los rebeldes. Y así se forma la eterna lucha entre el bien y el mal. Suena quizás tedioso, pero como se sabe lo que importa es el cómo y no el qué. En esta nueva versión llamada She-Ra y las princesas del poder, Stevenson le da una vuelta de tuerca a la historia cuyos capítulos están justificados y no hay nada que esté apresurado (¿Hola? ¿Hablo con Juego de tronos?). La primera temporada se desarrolla con el conflicto de identidad de Adora. Esta se da cuenta que Hordak y Shadow Weaver, sus mentores, quienes la criaron desde niña junto a su gran amiga Catra (una gata antromorfa), son “los malos de la película” o de la serie mejor dicho. La protagonista descubre la espada del poder, y gracias a ella se convierte en She-Ra, una guerrera casi invencible. Eso sí: toda su antigua vida se va al tacho. Nuevo bando, nuevos amigos, adiós Hordak. ¿Adiós Catra? Epa. Sí, adiós Catra por el momento. Asistimos a la evolución del personaje, y cómo se construye con su nuevo rol de heroína con súper-poderes. En espejo, Catra queda resentida por el abandono de su amiga, y se erige como mano derecha de Hordak y sus fuerzas del terror. En las siguientes temporadas, She-Ra y su escuadrón de amigos Bow y Glimmer reconstruyen la alianza de las princesas y así vencen a los “malos”. En avances y retrocesos, se pintan personajes con sus dudas, cambios y conflictos, sin perder la cuota de humor. Esto es para subrayar, no hay solemnidad (¿Hola Juego de tronos? ¿Otra vez?) y hasta la heroína máxima es objeto de escarnio o parodia. La libertad que se toma Stevenson permite que haya personajes amorales, villanos queribles, todo con absoluta coherencia y honestidad. Capítulo aparte merece cómo una perspectiva de género puesta de modo inteligente nos ahorra moralina y bajada de líneas obvias. Hay familias homoparentales, mujeres que se dicen “hola esposa” y personajes no-binarios, y al mismo esta diversidad se refleja en el diseño corporal. Nada subrayado ni ningún placard del cual salir. Para finalizar, diremos que a medida que las batallas se van intensificando, hay otra tensión en paralelo que se va construyendo en pie de igualdad: ¿qué sucede entre Catra y Adora? ¿Por qué Catra le perdona la vida? ¿Por qué llora cada vez que la recuerda? ¿Por qué Adora tiene tantas esperanzas en que Catra cambie? La temporada final resuelve estas incógnitas y otras más, ya que se da la tan esperada última batalla por el control del planeta de Etérea. No contaré el final, pero preparen los pañuelos, y las ganas de rebobinar (¿existe esta palabra aún?) para verlo una vez más.
–Las cinco temporadas están disponibles en Netflix.