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24 líneas por segundo: gesto, papel y tijera

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Discutíamos el otro día con el colega Juan Pablo Martínez sobre la pertinencia o no del Oscar a Parasite. Aclaremos, ninguno de los dos respeta demasiado a la dichosa Academia, pero aceptamos la moderada incidencia que el premio pueda tener para el gran público. Más allá de las diversas opiniones sobre las películas nominadas y la premiada (Parasite le gustó mucho más a Martínez que a mí), el debate giró alrededor del concepto de premio como gesto. ¿Un premio, cualquiera que sea, debe ser una opinión sobre el mundo antes que el reconocimiento a un trabajo bien realizado? Creo que no. Seguramente en 1981 la Academia habrá querido dar un gesto y premió a Gente como uno por encima de Toro Salvaje y El hombre elefante. ¿Gente como… qué? ¿Cuál es esa? No vayamos tan lejos… ¿alguien se acuerda de Luz de luna? ¡Y ganó hace tres años! Desde la experiencia personal tuve la oportunidad de ser jurado en el MARFICI y en una sección paralela del Festival de Mar del Plata. En ambos casos se dio ese debate, el premio a lo que nos parecía mejor o el premio simbólico. Finalmente en uno de los casos ganó el gesto y en el otro ganó el mejor (no diré cuál es cuál), que acaso uno no puede ganar todas las batallas y de eso se trata la democracia. El gesto es algo efímero que, encima, tampoco tenemos demasiada idea cuál puede ser su rebote real. Las películas, las buenas películas, perduran por siempre. Y hay que premiarlas. Está bien… se me podrá argumentar que por ejemplo Había una vez… en Hollywood ya tiene el premio de convertirse en memoria cinéfila y será recordada por siempre. Y que Parasite necesitaba ese empujón que la hiciera más visible. Claro, siempre y cuando estemos de acuerdo en que merezca esa visibilidad. Y ese, estimo, es otro debate.

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