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Recapitulación de The walking dead: Bonds

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

A pesar de los desniveles a esta altura casi inevitables, esta décima temporada de The walking dead sigue exhibiendo unos cuantos hallazgos a partir de cómo va moviendo ciertas piezas de su rompecabezas argumentativo. Bonds es un capítulo que, a pesar de tener unos minutos de más, no deja de entregar unos cuantos pasajes atractivos y evoluciones interesantes en varios personajes.

El episodio recurre a una estructura de alternancia entre distintas subtramas, convirtiéndose en un relato coral que no llega a encontrar una interacción visible, pero que aun así le sirve para mantener ritmo y dinamismo. De hecho, el arranque es más que atractivo, con Carol y Daryl contemplando un paisaje por donde esperan que en algún momento aparezcan partes de la horda de los Susurradores. Toda esa línea narrativa tiene sus desniveles –algunos tiempos muertos o momentos donde no queda del todo claro qué sucede- pero al mismo tiempo exhibe una gran confianza en lo que pueden brindar los personajes, y con razón: Carol y Daryl son dos personas que se entienden casi sin palabras incluso cuando no están de acuerdo, lo cual explica por qué él la termina acompañando en esa peligrosa –casi suicida- misión para hallar la horda, adentrándose en territorio enemigo y hasta cometiendo la imprudencia de capturar a uno de los Susurradores.

En Bonds la serie vuelve a focalizarse en Siddiq, sin encontrar todavía potencia en sus traumas posteriores a la masacre perpetrada por los Susurradores: hay todo un discurrir alrededor de un virus que aqueja a buena parte de la comunidad de Alexandria pero sin que se insinúe un rumbo claro, aunque es cierto que por momentos el protagonismo lo asume el cada vez más simpático Dante, que es pura sonrisa frente a la adversidad. Lo que sí, esa historia entrega su primera imagen capaz de sacudir la modorra: verlo a Siddiq parado en una estructura alta al lado de un molino, con su bebé en sus brazos y sin saber cómo llegó allí no deja de tener su impacto. Por el contrario, el capítulo presenta un pequeño e inesperado hallazgo en Eugene y su repentino contacto por radio con una persona todavía desconocida, con la que entabla con un ameno y cuasi romántico diálogo. No hay sofisticación visual –tampoco sonora o de montaje- pero sí un rumbo para un personaje que en esta temporada ha encontrado un rango de humanidad que no estaba tan explícito.

Sin embargo, lo mejor volvió a estar por el lado de Negan y su bautismo triunfal dentro del bando de los Susurradores. Claro que ese ritual no careció de dificultades, a partir de sus constantes choques de egos con Beta –algunas líneas que le tira al gigante son una delicia en sus dosis de ironía, sarcasmo y machismo-, el desgaste físico y una situación donde parecía que su suerte se acababa. Pero no, Negan siempre ha sido un Salvador y por eso se salva a sí mismo, sobreviviendo y ganándose la bendición de Alpha, a pesar de la contrariedad y celos de Beta. Eso sí, Negan va a tener que aprender a parlotear menos y susurrar más, lo cual seguramente será difícil. Mientras tanto, el plano final de Bonds, con él poniéndose de rodillas frente a Alpha, no deja de tener una retorcida gracia.

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