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Funcinema

A mi altura

Título original: Tall girl
Origen: EE.UU.
Dirección: Nzingha Stewart
Guión: Sam Wolfson 
Intérpretes: Ava Michelle, Griffin Gluck, Sabrina Carpenter, Paris Berelc, Luke Eisner, Clara Wilsey, Angela Kinsey, Steve Zahn, Anjelika Washington, Rico Paris, Bria Condon, Shane Guilbeau, Christina Moses, Andrew Brodeur, Jason Rogel, Gralen Bryant Banks, Milena Rivero, May Badr, Marco Schittone, Cameron J. Wright, Sydney Thomas, Kelly Murtagh
Fotografía: Eric Alan Edwards 
Montaje: Priscilla Nedd-Friendly 
Música: Mateo Messina 
Duración: 101 minutos
Año: 2019


5 puntos


NIVEL MEDIO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

En esa imparable maquinaria de producción de contenido que es Netflix, el público adolescente es cada vez más importante y tiene cada vez más peso. Sin embargo, no termina de haber dentro del servicio de streaming un corpus consistente –como sí lo hay, por ejemplo, con las series documentales- aunque haya un intento por fusionar temáticas habituales que atraviesan a la audiencia con una visión un poco más contemporánea. A mi altura es un exponente más de esa fábrica productora, con muchos desniveles y algunos aspectos a tener en cuenta.

El film de Nzingha Stewart se centra en Jodi (Ava Michelle), una chica que es extremadamente alta, lo cual la convierte en objeto de burla y ser marginal dentro de su escuela, además de siempre ocupar un rol secundario dentro de su familia, ya que su hermana –una muñeca de porcelana y aspirante a reina de la belleza- se lleva la mayor cantidad de atención. Las frustraciones constantes la llevan incluso a subvalorar el vínculo con su mejor amiga, lo que genera en un compañero que ha estado siempre enamorado de ella y hasta los destellos de sincero afecto familiar. Pero eso comienza a alterarse con la llegada de un estudiante de intercambio sueco que es un imán para todas las chicas (incluida la más popular) pero que inesperadamente la ve como atractiva.

En buena parte de su metraje, A mi altura funciona como esas comedias adolescentes medio pelo que acumulan enredos por doquier y que podrían verse tranquilamente por Disney Channel, aunque tiene unos cuantos pasajes donde exhibe una clase de energía que indica otro tipo de potencial. Son momentos donde apela a un humor más sarcástico o en los que se aleja de la discursividad más explícita. Por ejemplo, una escena donde Jodi se pone a tocar el piano con su padre –un Steve Zahn más que correcto- como una forma de mitigar sus penas, mientras su madre los observa a una prudente distancia.

Lamentablemente, en A mi altura terminan escaseando esas instancias de lucidez y esto se nota particularmente a la hora de las resoluciones de los conflictos, con un nivel de remarcación un poco alarmante. Es cierto que la escena final, dulce y resuelta desde la imagen antes que las palabras, es realmente muy bueno. Pero no pasa de ser la insinuación de lo que pudo haber entregado una película cuando menos irregular y discreto.

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