No estás en la home
Funcinema

Anochecer de un día agitado (1964)



SIN ALIENTO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Hacia 1964, la beatlemania ya estaba plenamente consolidada y los cuatro de Liverpool, por más que tenían que cumplir con varios contratos (entre ellos uno cinematográfico), procuraban hacer lo que se les cantaba. Y, a la vez, empezaban a ser prisioneros de su fama, de ese fenómeno particular e irrepetible que los había tomado de sorpresa, hasta amenazar con devorarlos. Esas tensiones entre lo que querían y podían ser, entre el afuera y el adentro, e incluso las conflictividades internas del grupo –que a su vez alimentaban la creatividad de esos años- confluyeron en un film casi inclasificable como Anochecer de un día agitado, que a su vez supo definir en buena medida una época.

En un punto, la película de Richard Lester funcionaba como una especie de falso documental, siguiendo dos “típicos” días en la vida John, Paul, George y Ringo, mientras se preparaban para una presentación en un show televisivo. A la vez, con su narración mayormente ecléctica –o directamente anárquica-, abría distintas puntas estilísticas que terminarían influenciando en varias comedias de los años sesenta y hasta el cine de espionaje británico. Pero no solo eso: había algo latente en esa huida constante de los protagonistas, que arrancaba desde la primera –y notable- secuencia de arranque.

En cierto modo, esos chicos de Liverpool corriendo de un lado a otro, sin un rumbo fijo, sin referente alguno –porque ese “abuelo de Paul” era lo menos parecido a alguien en quien poder referenciarse-, buscando y construyendo identidades sobre la marcha, no dejaban de emparentarse con el Antoine Doinel de Los 400 golpes o el Michel Poiccard de Sin aliento. Detrás de la comicidad explícita de la trama, de su ritmo alocado, de su constante mixtura genérica, había una profunda melancolía y hasta angustia. Los Beatles se sabían presos de un sistema de producción y difusión, y usaban ese mismo sistema para manifestar su tristeza, para decirnos que estaban encerrados sin dejar de reírse. Era la risa que dejaba ver la mueca.

Desde sus propias soledades y huidas disparatadas, desde una comedia grupal que ocultaba pero también anticipaba los choques individuales, en la cumbre de su éxito, los Beatles ya parecían vislumbrar lo que iba a ser el final de una época tan breve como luminosa. Y mientras corrían, les hablaban a varias generaciones que también emprendían huidas propias, muchas hacia ninguna parte y otras en direcciones circulares, retornando a los mismos lugares o estados de los que habían escapado. La música se hacía imagen y los sentimientos movimiento, en un relato donde la diversión era una forma de paliar la angustia.

Anochecer de un día agitado era una película del presente pero también del futuro, protagonizada por muchachos huérfanos que les cantaban a generaciones sin referentes claros. Y que todavía hoy, con su estilo único, es puro presente.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.