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Hombres de Negro (1997)



DÍAS DEL FUTURO PASADO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

En su momento, el arrollador éxito de Hombres de Negro fue toda una sorpresa: muy pocos lo vieron venir, lo que incluía a parte de la gente involucrada en la película. Por ejemplo, Will Smith, que estuvo a punto de rechazar el protagónico que le ofreció Steven Spielberg –quien ofició de productor ejecutivo del proyecto- y que solo terminó aceptando por sugerencia de su esposa Jada Pinkett Smith. Quizás la clave de ese suceso haya estado en cómo supo recalibrar modelos narrativos, temáticos y hasta ideológicos del pasado, al mismo tiempo que anticipaba cuestiones que terminarían por explotar en el nuevo milenio.

Al mismo tiempo, Hombres de Negro era un film de su tiempo, que funcionaba casi como un reverso de Día de la Independencia, que se había estrenado el año anterior. La película de Roland Emmerich proponía una dialéctica de buenos -los humanos- y malos -los extraterrestres- donde no había lugar para los grises y lo colectivo era el factor dominante –aunque siempre pautado por la mirada patriotera estadounidense-, siempre de la mano de un tono hiperbólico, en el cual la destrucción se transformaba en un espectáculo que jugaba con lo icónico e impactante. En cambio, Hombres de Negro reivindicaba el heroísmo individual desde una estructura cuasi policial, tomaba como modelo la buddy movie al estilo Arma mortal, con un relato que iba avanzando desde el misterio y el descubrimiento, alejándose de la espectacularidad y dándole un lugar privilegiado a la comedia, pero también a cierta melancolía, particularmente en su cierre.

Quizás no fuera casualidad que Smith estuviera en ambas películas, porque era un actor que encarnaba buena parte de las tensiones que atravesaban a Hollywood entre las narraciones más concentradas y los espectáculos gigantescos: en esos años donde recién empezaba a hacerse conocido a nivel mundial (ya era una estrella en Estados Unidos), sus actuaciones oscilaban entre la voluntad de lucimiento y la predisposición a ponerse al servicio de lo que se estaba contando. Barry Sonnenfeld, quien venía de dirigir las dos entregas cinematográficas de Los locos Addams, encontraba la mecánica justa para explotar su carisma sin que se saliera de borda, a partir del contrapeso que representaba la clásica presencia de Tommy Lee Jones, quien prácticamente repetía el papel de Samuel Gerard en clave de ciencia ficción.

Película de ese presente de transición entre modelos de producción, Hombres de Negro hasta se permitía tomar ciertos valores que podrían vincularse con una ideología facha y reconvertirlos como aperturistas. La fuerza que integraban los dos protagonistas era una especie de policía migratoria con total libertad para actuar y sin un control superior, pero en defensa de una multiculturalidad donde los lineamientos igual los dictaban los estadounidenses. El film, en cierta forma, representaba una celebración del triunfo de la globalización y la cultura popular de Estados Unidos por sobre el resto de las naciones. Los Agentes Kay y Jay lograban lo que siempre había deseado la CIA: ser los héroes secretos de la Historia, lograr consolidar una paz y unión bajo los lineamientos del american way of life.

A la vez, con su exitosa adaptación de un cómic no tan conocido, Hombres de Negro demostraba que el mundo de las historietas podía ser reinterpretado por el cine y crear un lenguaje propio y popular. En los años siguientes, Marvel comenzaría a animarse a llevar a muchos de sus personajes a la pantalla grande en franquicias individuales, hasta desembocar en la creación de su Universo Cinemático. Lo haría poniendo a dialogar estructuras clásicas en pos de delinear algo totalmente nuevo. Pero antes había llegado este film, que sin embargo nunca llegó a consolidarse totalmente como saga y que ahora busca reconvertirse, adaptarse a los tiempos que ayudó a delinear.

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