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Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976)



QUE EL FIN DEL MUNDO NOS PILLE RIENDO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Estrenada pocos días después del golpe de Estado de 1976, Los muchachos de antes no usaban arsénico está constituida por tanta negrura que no es difícil pensar aquella película de José Martínez Suárez como una reflexión amarga de los tiempos que corrían. Digamos que la década de 1970 en Argentina no fue la época más tranquila de nuestra historia, y esta comedia negra en la que un trío de ancianos se enfrenta con malevolencia a su propia extinción es un retrato absolutamente despiadado y que invita a la asociación directa. Hay un malestar, una incomodidad, que no parece más que ser el acto-reflejo ante el contexto por parte de su creador. Sin embargo, como riéndose hasta de las propias lecturas que se hacen sobre ella, el espíritu reptil de la película se impone con su carácter inasible. Un carácter que le da cierta vitalidad y que la ha hecho imperecedera al paso del tiempo.

Los muchachos de antes no usaban arsénico está construida a la usanza de los policiales de misterio clásicos y con dejos de un humor irónico, muy en la senda de la comedia británica de mediados del Siglo XX. Con algo de Agatha Christie y otro tanto de las películas de la Ealing, Martínez Suárez construye un universo cerrado sobre sí mismo, con una vieja casona como protagonista donde habitan cuatro personajes: una diva del cine en el ocaso, su marido, su ex médico y su ex administrador. El conflicto está motivado por la decisión de la mujer de vender la casa y la inseguridad que genera esto en el grupo de hombres, muy unidos entre sí, en el límite de una misoginia para nada disimulada. El elenco es un star-system de viejas glorias del espectáculo nacional, con Narciso Ibáñez Menta, Mecha Ortiz, Arturo García Buhr y Mario Soffici. Y esos nombres representan cabalmente el gran tema de la película: el paso del tiempo y su crueldad. Es cruel para la diva, venida a menos y encerrada en un aura nostálgica de su propia obra; y lo es para los tres hombres que ven cómo su zona de confort, ese espacio que han sabido edificarse en esa casona, se derrumba con la amenaza de devorarse sus glorias pasadas. Pero lo es también para Ibáñez Menta, Ortiz, García Buhr y Soffici, quienes se enfrentan a su propia extinción como artistas. Los 70’s fueron tiempos de recambio generacional en el cine mundial, también estilístico y estético. Los códigos de actuación de estas figuras, algo teatrales, comenzaban a quedar viejos; el paso de las nuevas generaciones era algo inevitable. La película funciona entonces como quiebre, aunque sin quererlo presagiaba un quiebre más profundo: el del país. Mucho más profundo y siniestro.

Desde un simple cuento, Martínez Suárez construye una historia con múltiples ecos. Esa virtud que es propia de los autores que saben aplicar las herramientas del relato clásico, aún siendo el director alguien decididamente moderno en su tiempo. Los muchachos de antes no usaban arsénico es una película capaz de hablar del contexto y de un país, sin dejar de ser un relato autosuficiente que funciona con sus propias reglas. Pero es, sobre todo y fundamentalmente, una película que lejos de la solemnidad parece reírse con cierta malevolencia. Dueña de un humor negro único, Los muchachos de antes no usaban arsénico es tal vez la última gran obra de una época del cine nacional.

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