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María Eugenia Rigón: “Abrakadabra es una película que conoce el lenguaje con el que habla y sabe cómo adecuarlo a nuestra época”

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

María Eugenia Rigón integra el reparto de Abrakadabra, el nuevo film de los hermanos Luciano y Nicolás Onetti, que ha tenido un exitoso paso por festivales como Sitges, Cannes y Mar del Plata, y que acaba de exhibirse en el Buenos Aires Rojo Sangre. En charla con FUNCINEMA, la actriz explica cómo fue su llegada al elenco, los desafíos que implicaron su papel y qué virtudes observa en la película, entre otros tópicos.

-¿Cómo llegaste a incorporarte al proyecto?

Los directores, Luciano y Nicolás Onetti, conocían mi trabajo a través de las redes pero fue gracias a la película Punto muerto, de Daniel de La Vega, en la cual participé en el 2016, que ellos se pusieron en contacto con mi trabajo específicamente dentro del género, dado que Luciano Onetti fue el encargado de musicalizar ese film; y el resultado, debo decir, es sublime.

-¿Qué particularidades tuvo tu rol en Abrakadabra respecto a papeles previos que tuviste a lo largo de tu carrera? ¿Notaste diferencias importantes, por ejemplo, desde el compromiso corporal o gestual?

Cada personaje, en las diferentes películas y obras, se trabaja de manera diferente, se comporta de manera particular, tiene vida propia. En términos actorales el cine de terror permite hacer cosas que otros géneros no permiten. Personalmente lo disfruto mucho porque a nivel corporal y expresivo se pueden desarrollar y desplegar muchas herramientas. En este caso todo eso fue ayudado y aggiornado por el maquillaje del Estudio Olle, el arte de Paola Tolosa y el vestuario de Taz Pereyra, que han sido impecables.

En Abrakadabra, el mayor desafío a la hora de componer a Antonella fue el cuidadoso uso de la gestualidad para “no contar de más”. En esta película, por las características específicas del final, poder manejar esa sutileza fue fundamental para mantener el suspenso.

-La película es un homenaje explícito a los giallos italianos de los 60 y 70. ¿Cómo fue el trabajo de los directores desde la puesta en escena y las actuaciones? ¿Se tuvieron en cuenta películas o realizadores específicos como referentes?

A los directores no les gusta decir que Abrakadabra es un homenaje al Giallo, porque eso es sin dudas algo muy ambicioso, habiendo una historia tan rica repletas de clásicos de este subgénero, del cual ellos son fervientes admiradores. Ellos han visto mucho terror, han leído mucho y sin duda, todo eso se ve reflejado en los planos, la música, el tratamiento de color, el perfil de los personajes, el doblaje al italiano… La pieza es una joyita plagada de guiños para los espectadores más avezados.

Creo que las virtudes más importantes del trabajo de los Onetti es la fidelidad a la estética de la época (los setentas), que no reniega de su referente; por el contrario, lo reconoce y lo recupera (pienso específicamente en Darío Argento). La fotografía a cargo de Carlos Goitia es excelente. El tratamiento de la imagen y del color es perfecto. El clima generado por la música es también un gran acierto porque las actuaciones parecen transcurrir al ritmo de lo que dicta el sonido, convirtiéndose así en un personaje más en escena, que, junto con los movimientos de cámara, completan el elenco.

Abrakadabra es, en definitiva, una película que conoce el lenguaje con el que habla y sabe cómo adecuarlo a nuestra época sin perder autenticidad. En casi paradójico cómo, el retorno a los orígenes de cierto tipo de cine, puede resultar un gesto transgresor.

-¿Cómo fue la dinámica de trabajo con Germán Baudino, quien tiene a cargo el protagónico del film?

Trabajar con Germán fue una experiencia hermosa. Es un gran actor y un gran compañero. La película es suya, de principio a fin y creo que logró una interpretación realmente admirable, que traspasa la pantalla.

Vivimos escenas complejas de filmar porque hicimos el truco del Origami (truco de magia con espadas) en tiempo real y eso requirió de mucha confianza entre nosotros y justo la filmamos el primer día de rodaje, así que nos unió mucho como compañeros; de ahí en más todo marchó sobre ruedas, como si nos conociéramos de toda la vida. ¡Me llevo un montón de recuerdos y anécdotas! También quiero destacar el gran trabajo de mis compañeros de elenco, de Gustavo D’Alessandro en el rol de detective, de Pablo Vilela como Fabrizio Bernardi, de las bellas y talentosas de Ivi Brickell y Clara Kovasic, y de todos aquellos que aportaron su granito de arena, adelante y detrás de cámara para poder obtener esta gran película. ¡Aguante el equipo de Azul!

-El film ya tuvo un extenso recorrido por importantes festivales como Sitges, Cannes y Mar del Plata. ¿Qué recepción encontraste por parte del público y la crítica?

La recepción por parte de la crítica y del público fue muy buena, tanto en Cannes, como en Sitges, México y Mar del Plata este año -de hecho en el Festival Mórbido, de México, la película fue galardonada con una Calavera de Bronce-. Hemos recibido hermosos comentarios, sobre todo por parte de aquellos espectadores amantes de este sub género del terror, que se los notó muy agradecidos por recuperar este tipo de trabajo, ya que no son muchos los giallos que se producen hoy en día.

Recuerdo que en el Festival de Sitges, donde tuve el placer de estar presente junto con Nicolás Onetti, y parte del equipo, que el público celebraba con gritos y aplausos las escenas más sangrientas, aquellas más “gore” digamos. Fue muy lindo verla ahí y vivir eso con la gente.

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