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Won´t you be my neighbor?

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. 
Dirección: Morgan Neville
Testimonios: Fred Rogers, Joanne Rogers, John Rogers, Jim Rogers, Bill Isler, Hedda Sharapan, Junlei Li, Max King, Tom Junod, Joe Negri, David Newell
Fotografía: Graham Willoughby
Montaje: Jeff Malmberg, Aaron Wickenden
Música: Jonathan Kirkscey 
Duración: 94 minutos
Año: 2018


8 puntos


EL CONSTRUCTOR DE INFANCIAS

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Fred Rogers fue una de las figuras más relevantes (por no decir la más importante) del espectro infantil en toda la historia de la televisión estadounidense. Un verdadero prócer, que supo conectar con los más pequeños de formas innovadoras y sorprendentes, hasta convertirse en un referente cultural, pero también político, pedagógico y hasta psicológico. Pero también un individuo de enorme humildad, apacible, amable, dulce y moderado, que al mismo tiempo escondía rasgos sumamente melancólicos. El gran mérito de Won´t you be my neighbor?, documental de Morgan Neville –ganador del Oscar por Twenty Feet from Stardom– es trasladar estas virtudes y matices del personaje a su propia estructura narrativa y puesta en escena.

Lo llamativo es que Neville no necesita ser precisamente muy innovador para lograr construir un relato que fluye como un río y es a la vez apasionante. Buena parte del secreto pasa por la confianza en su personaje central que transmite el montaje de imágenes de archivo y la sucesión de entrevistas. Con ritmo pausado y sin remarcaciones, Won´t you be my neighbor? va contando cómo Rogers concibió la idea de su emblemático show, MisteRogers’ Neighborhood, a partir de una visión sobre los niños como sujetos de pleno derecho, pero también necesitados de guía y protección, y una apreciación sobre la infancia como una etapa con el potencial de ser muy bella y dolorosa a la vez. Y lo que va surgiendo asimismo es una contemplación definitivamente melancólica sobre la televisión como un espacio mediático plagado de herramientas óptimas pero expuesto a múltiples vaivenes donde lo que menos importa es la sensibilidad infantil.

Rogers, desde las secuencias que vemos de su programa y las evocaciones de sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, se va configurando a los ojos del espectador como un idealista absoluto, que siempre pensaba sus creaciones en función de lo que podía aportar a sus espectadores, pero también como un artista con los pies en la tierra, lo que le daba elementos para ir contra la corriente, incluso a riesgo de parecer conservador. Eso puede observarse de forma patente en cómo no eludía hablarles a los más chicos sobre temas espinosos o dolorosos, como el racismo, la guerra o incluso la muerte. Opositor acérrimo al conformismo, Rogers tenía modales muy delicados –lo que incluso llevó a que se especulara con que era gay- y supo canalizar instancias dolorosas de su vida en expresiones artísticas que adquirían llamativa universalidad.

Todo esto el film lo dice casi en voz baja, sin declamaciones y sin eludir las dudas o dilemas que aquejaron a Rogers, que es retratado como un individuo de convicciones inquebrantables, pero también expuesto a sutiles contradicciones. El final, que utiliza una de las consignas de Rogers para unir el alma infantil con la mentalidad adulta, es tan inteligente como conmovedor. Sin apelar a golpes bajos, Won´t you be my neighbor? habla de un tipo de producción artística –con formas y tiempos muy particulares- que hoy parece cercana a la extinción, pero que aún es posible.

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