Por Rodrigo Seijas
Este jueves 18 de octubre se estrena La casa del eco, ópera prima de Hugo Curletto. El film se centra en Alejo Ruiz, un arquitecto que, luego de recibir en su cumpleaños un regalo inesperado, decide emprender un viaje a la montaña, donde un particular trastorno del sueño va volviendo difusos los límites de su realidad. En charla con FUNCINEMA, el realizador habló sobre los orígenes del proyecto, cómo fue progresando su realización, el diseño de los personajes y el trabajo con los actores, entre otros temas.
-¿Cómo surgió la idea para el proyecto? ¿Cómo fue progresando la escritura del guión?
La idea surge a partir de un recuerdo de la infancia. Un sitio en la montaña al que mi padre nunca intentó llegar, aunque se lo hubieran cedido. A partir de este lugar incógnito, existente solo en las palabras, decidí escribir esta historia. El guión fue tomando forma a través de las diversas reescrituras. Al principio fue solo un boceto, con personajes, intenciones, hasta encontrar con el correr de los meses y algunas interesantes devoluciones una dramaturgia más solida. Luego durante el rodaje determinadas circunstancias te imponen el desafío de modificar algunas cosas, y por último, con el montaje, la película termina de reescribirse.
-Lo espacial –tanto en los escenarios abiertos como cerrados- tiene un rol preponderante en la película. ¿Cómo trabajaste su relación con lo onírico y subjetivo desde la puesta en escena?
Una de las cosas que siempre tuve en claro desde la puesta de cámara, era que necesitaba plasmar, o construir de alguna forma un vínculo entre el personaje y los espacios que habita a lo largo de la historia. Alejo es un arquitecto, y eso vuelve esa relación particularmente potable, no solo desde las posibilidades plásticas del encuadre, sino desde lo narrativo. La presencia permanente de ese vacío que se precipita en la primera toma y un entorno que se vuelve hostil con el avance de la trama. Los espacios se suceden, se van tejiendo entre el sueño y la vigilia, sin preámbulos, y la manera de trabajarlos siempre estuvo presente en las charlas con el director de foto y la directora de arte.
-El personaje de Alejo está marcado por una constante desestabilización en sus acciones y pensamiento. ¿Cómo se fue construyendo su rol desde el guión y la dirección? ¿Qué aportes hizo Gerardo Ottero desde lo actoral?
Creo que una de las cosas más interesantes que suceden cuando uno conoce y toma la decisión sobre la actriz o el actor que va a protagonizar la película, tiene que ver con desarticular ciertos preconceptos con los que uno llega sobre el personaje que escribió. Empezás a ver que esa idea pasa del papel al cuerpo, y en ese tránsito uno se encuentra con el bagaje de vida de ese actor. Alejo es un personaje narcisista, que padece algo que solo él puede padecer. Es por momentos algo infantil, romántico. Pero una tristeza que no tiene explicación lo embarga y tiñe su forma de andar por la vida. Casi como un zombi. Gerardo supo leer esta particularidad del personaje y le pudo aportar una especie de melancolía irritable. Alejo ama a Ana, pero no puede con si mismo. Trabajar tanto con Gerardo como con Guadalupe y Pablo, fue un bálsamo. Me gusta escucharlos hablar del personaje, son artistas sensibles, con mucha humildad y que no dudan en abrirse y jugar.
–La casa del eco es tu ópera prima. ¿Qué desafíos fueron surgiendo? ¿Qué eventos o situaciones fueron particularmente inesperados?
El principal desafío, teniendo en cuenta las condiciones de financiación y cómo funciona la economía en este país, fue siempre poder terminar la película. En eso tuvo mucho que ver la mano de Twins Films, donde Rodrigo Guerrero y Lorena Quevedo estuvieron desde un principio comprometidos con el proyecto. Su experiencia y trabajo sumado al apoyo de nuestras familias lograron que La casa del eco se haya podido terminar. Después apareció el desafío de estrenar, y tuvimos la alegría de contar con el apoyo de Cinetren, gracias a los cuales hoy la película comienza su ciclo de proyecciones.
Durante el rodaje aparecieron situaciones que están dentro de lo imaginado para los que estamos en el medio y hemos transitado algún que otro rodaje: locaciones que se caen a último momento, imposibilidades técnicas e inclemencias del tiempo. Pero el cine en definitiva está signado por estos inconvenientes, son inherentes a su funcionamiento. Lo importante es tener un equipo de gente que te apuntale en los momentos difíciles, y tener uno la flexibilidad y la suficiente creatividad como para adaptarse. Tuve el equipo de profesionales que quise, pero sobre todo un grupo hermoso de personas que se sumaron al proyecto con la mejor de las energías. Eso siempre lo voy a agradecer.
-¿Cuáles son tus expectativas de cara al estreno comercial?
Que a la película la vea la mayor cantidad de gente posible, que el sacrificio que hicimos para esto nos sirva de aprendizaje para un próximo proyecto, pero que la película pueda defenderse sola en la sala. Mi mayor expectativa está en que el espectador salga del cine y pueda sentarse en un café, pensando en un plano que le haya gustado, una escena que lo haya interpelado. Si eso sucede, mi deseo se habrá hecho realidad.