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Hold the dark

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Jeremy Saulnier
Guión: Macon Blair, basado en el libro de William Giraldi
Intérpretes: Beckam Crawford, Riley Keough, Jeffrey Wright, Michael Tayles, Issac Bird, Joseph Whitebird, Zandus Snow, Julian Black Antelope, Alexander Skarsgård, Conor Boru, Anabel Kutay, Emmanuel Imani
Fotografía: Magnus Nordenhof Jønck
Montaje: Julia Bloch
Música: Brooke Blair, Will Blair
Duración: 125 minutos
Año: 2018


5 puntos


EL DIABLO ESTÁ EN LOS DETALLES

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

Netflix estrenó este film de Jeremy Saulnier, una promisoria figura joven que ha utilizado géneros cinematográficos como el terror como una punta de lanza para dar lugar a subtextos que terminan siendo reveladores, a menudo resignificando la narración a partir de los giros del desenlace. Una puesta en escena delicada y pulida, secuencias de acción frenéticas y violentas, y guiones quirúrgicos son algunas de las herramientas que pueden verse en películas como Murder party (2007) o Blue ruin (2013). En ciertos aspectos este film implica un paso atrás. Continúa siendo intrincado en su desarrollo pero es mucho más fragmentario desde su estructura, por momentos demasiado distante como para que nos importe lo que sucede con los personajes  y, finalmente, las piezas dispersas que dan sentido a mucho de lo que ocurre en la película -y que nos permite comprenderla- se encuentran astutamente dispuestas pero también ocultas por una trama que ofrece cosas más interesantes que esos detalles. Una vez llegamos al final y entendemos que esos elementos eran vitales y no apenas una cuestión ambigua, la impresión que tenemos del relato termina resultando más frágil y frustrante. Sin embargo, hay una continuidad en las virtudes del director: un sangriento enfrentamiento permanece en la retina por un largo tiempo después de suceder y la atmósfera creada a partir del ficticio pueblo de Keelut, su crudeza y desolación, ayuda a darle un marco a la oscura historia que narra.

Hold the dark tiene en el centro de la narración al naturalista y escritor Russell Core, interpretado por un melancólico Jeffrey Wright que parece no tocar notas tan distintas a las que vemos en Westworld, con un objetivo un tanto inusual. Dada su experiencia con lobos es invocado por Medora Slone (Riley Keough) para encontrar a su hijo desaparecido, al que se lo habrían llevado los lobos. La madre no espera encontrarlo con vida tras la muerte de otros tres niños previamente por obra también de los lobos, pero quiere ejecutar su venganza desesperadamente. El vínculo evoluciona a través de esta búsqueda que le permite a Core encontrar finalmente que el niño está muerto. Las razones de su muerte y la consecuencia de este hallazgo al mismo tiempo que la desaparición de Medora, gatillan un baño de sangre con el retorno de la guerra del marido, Vernon Slone, interpretado por Alexander Skargard. La figura de Core entonces tomará en su asociación con la policía local un papel para comprender lo que está ocurriendo. En este sentido, es el personaje que toma el lugar del espectador pero la película desmiente y contradice este vínculo numerosas veces, algo que denota falencias en el guión: el punto de vista se encuentra desdoblado para abrir el camino a nuevas lecturas desde otros personajes -la presencia de la guerra y la cultura armamentista estadounidense aparece como un elemento interesante pero aislado- sacrificando la búsqueda de Core y volviéndose una narración más efectista que coherente.

Más allá de los elementos que nos permiten saber que ocurre en el film y no se encuentran explicitados, Hold the dark tiene en sus dos horas de por sí un recorrido extenso y desgastante a través de las frías praderas de Alaska. La búsqueda de redondear este drama con elementos de terror y thriller resulta entre toda su violencia un camino críptico al añadir factores adicionales que resignifican la narración, llevando por momentos al guión a tratar de abarcar más que lo que puede hacer en la duración que se le da. Sin embargo, hay en algunas pinceladas muestras del virtuosismo que Saulnier supo demostrar en algunos de sus trabajos anteriores, dando lugar a que a pesar de sus falencias haya momentos de lucidez que merecen destacarse. En todo caso, lo más adecuado es decir que puede ser una experiencia frustrante, quizá para ver en paralelo a la lectura del libro en que está basada.

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