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Sólo quiero que me amen

Buena


EN BUSCA DE LO QUE HAY DETRÁS

Por Juan Cruz Bergondi

(@funcinemamdq)

Sólo quiero que me amen se ocupa de Marilyn Monroe y Norma Jeane Mortenson, las dos caras de una misma moneda: el mito y la mujer que terminó devorada. Casi todo el mundo reconoce en Marilyn la sexualidad aunque no sepa de dónde viene o el por qué. Casi todo el mundo reconoce la atracción fulgurante que –como todo lo prohibido cuando es alcanzado- derivó en desgracia. La desmitificación es una operación compleja porque la cultura de masas hace pasar por universal los caprichos artificiosos. Darle carnadura parece ser el cometido de este musical que cuenta con el brillo de Daniela Pantano en la piel de la diva de Hollywood.

Según los comentarios de personalidades que la conocieron en vida –la obra de Juan Álvarez Prado, cuya idea original pertenece a la actriz, recurre al audiovisual para proyectar estas entrevistas- se trataba de una mujer escindida. Por un lado, el rostro público, la máscara que con dedicación forjó para ser vista; y por el otro, una personalidad obsesiva que explicitó quizá como ninguna otra aquella tesis de Lacan de que el deseo es siempre el deseo del Otro. Se dejó hacer a medida de una pasión ajena pero, según sostiene el texto, sin poder soltar la otra mujer en las sombras, al acecho de un amor que se pueda tocar. La balanza va a inclinar la perspectiva hacia el lado de Norma en un intento por pensar qué hubo detrás de la rubia perdición.

Daniela Pantano es sin duda la clave del musical. Pinta una versión de Marilyn inquieta y perturbada, estrella, sí, pero herida también. Como demostró en anteriores trabajos, tiene talento para la interpretación vocal y para la actuación. Logra en verdad proyectar la emoción que se propone en cada número y arranca aplausos a mitad del espectáculo. No se propone recrear a Marilyn, sino –acorde al programa- bucear en su interioridad. Dado su talento, es una lástima que a veces, debido a lo fragmentario de su estructura, la obra no le posibilite una plataforma mejor para desarrollar el movimiento de su personaje. Acompañada en el escenario por Pedro Velázquez –quien interpreta con mayor o menor fortuna varios personajes masculinos- compone una figura envuelta en el humo de los sueños que en algunas ocasiones abre los ojos.

Vale la pena destacar el vestuario de Jam Monti y el diseño de iluminación de Matías Sendón. Si el primero tematiza lo doble en la elección cromática y vuelve palpable el ensueño a partir de las texturas, el segundo escribe con luz una partitura que sorprende con ases en la manga cuando uno no esperaba más. La escenografía que evoca la atmósfera de un set es el marco para las buenas canciones y una gran ejecución en manos de los músicos en escena, parte también de las cartas que enseña la obra sobre el tapiz. En la penumbra se adivina la vertiginosa línea que separa el éxito del ahogo y la locura de una fotografía feliz. Queda claro que Marilyn fue mucho más que un lunar. ¿Pero quién puede derribar un mito? En todo caso, Solo quiero que me amen termina por ser víctima de la gravedad que ejerce la figura y se queda –como no podía ser de otra forma- con el homenaje. Aunque la puesta en escena atente por momentos contra la fluidez, Pantano logra traspasar la barrera: uno siente en carne propia lo que alguna vez quizá el mito sintió en vida.


Elenco: Daniela Pantano, Pedro Velázquez Dramaturgia y dirección: Juan Alvarez Prado Letras, música y dirección musical: Fernando Albinarrate Escenografía e iluminación: Matías Sendón Fotografía: Gabriel Machado Vestuario: Jam Monti Asesoramiento coreográfico: Gustavo Wons Diseño de Maquillaje: Yanina Decima Fasola Diseño de peluca: Fabian Sigona Asistente de dirección: Teresita Biafore Productor Ejecutivo: Lucas Martinez Bojanich Prensa y difusión: Duche&Zárate Idea Original: Daniela Pantano Sala: Centro Cultural General San Martín (Sarmiento 1551, CABA) – Domingos a las 19:00.

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