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Funcinema

Secuestro en Venice

Título original: Once Upon a Time in Venice
Origen: EE.UU.
Dirección: Mark Cullen
Guión: Mark Cullen, Robb Cullen
Intérpretes: Bruce Willis, John Goodman, Jason Momoa, Emily Robinson, Jessica Gomes, Kaleti Williams, Myles Humphus, Famke Janssen, Thomas Middleditch, Maurice Compte, Stephanie Sigman, Adam Goldberg
Fotografía: Amir Mokri
Montaje: Matthew Diezel, Zach Staenberg
Música: Jeff Cardoni
Duración: 94 minutos
Año: 2017


6 puntos


UN DETECTIVE DESNUDO EN VENECIA

Por Henry Drae

(@henrydrae)

Hace años que los seguidores del cine de acción que tenía como protagonista al carismático actor de la saga de Duro de matar nos acostumbramos a que su filmografía fuese en decadencia. Al punto que, en términos vulgares, pasamos de ver películas “de” Bruce Willis a “con” Bruce Willis, ya que el actor parecía destinado a terminar su carrera mordiendo papeles pequeños en realizaciones baratas en las que así y todo su caché con seguridad fuese el más alto del elenco. Pero cuando todo parecía encaminarse en esa dirección llega Secuestro en Venice, que no es la Venecia de Italia, sino un balneario en California, ciudad relativamente pequeña pero con paradisíacas playas en la que el detective Steve Ford (Willis) parece mantener el monopolio de las investigaciones independientes mientras que su asistente John (Thomas Middleditch) aspira a ser su socio.

Ford es un inescrupuloso de buen corazón que se ha dedicado al cuidado del perro de su sobrina y de su cuñada (Famke Janssen) tras la partida de su hermano, que los abandonó sin dejar rastros, situación que lleva con hidalguía. Pero todo se complica cuando una pandilla liderada por Spider (Jason Momoa) les roba varias pertenencias a las mujeres entre las que estaba Buddy, el perro mimado. Ford se compromete a recuperarlo, no sin antes meterse en una serie de asuntos entrelazados y casi domésticos pero no exentos de complejidad que podrían costarle su vida y la de quienes lo rodean. Sobre todo cuando se mete con un prestamista tan curioso que sólo otorga un día para obtener la devolución, entre otros actos desacertados y propios de alguien dotado de poca sagacidad para tomar decisiones tan urgentes como importantes.

Lo que parece un planteo tan simple no deja de generar situaciones plenas de gags de comedia de enredos que lo obligan a Willis a tener un despliegue físico de proporciones, porque aquí se lo verá haciendo skate en la noche y desnudo en medio de la calle, a punto de ser torturado luego de ser travestido, discutiendo de manera bizarra y rompiendo cosas como si fuese un chico caprichoso, perdiendo los cabales y peleando y disparando como en sus mejores tiempos de héroe de acción; y todo en la misma película. Nada mal para un sexagenario que a pesar de lo extenso de su carrera nunca fue un despliegue de histrionismo a pesar de varios intentos en los que si bien queda bien parado nunca le dieron un carácter de actor digno de grandes premios. Sus compañeros de elenco no se quedan atrás, y se luce un John Goodman sentimentaloide y sufrido, un Jason Momoa que no le teme al ridículo y hasta una Famke Janssen que se luce y disfruta a pesar del pequeño personaje que le tocó en suerte. Si hasta podría decirse que el pequeño perro Buddy cumple bien su papel y justifica el esfuerzo del emprendimiento de su rescate.

El guión y dirección de Mark y Robb Cullen construyen una historia que pretende divertir sin mayores pretensiones pero que así y todo logra sorprender, quizás jugando con las expectativas que bien pueden ser pocas dados los antecedentes de este tipo de producciones. Secuestro en Venice no funciona todo el tiempo, pero tampoco pretende ser un calculado blockbuster, es una aventura dislocada que divierte y sorprende y de esa manera debe ser disfrutada.

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