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La mirada escrita

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Nicolás Abello
Guión: Nicolás Abello, Emanuel Díaz
Intérpretes: Gabriela Beltramino, Santiago Zapata, Eduardo Rivetto
Fotografía: César Aparicio
Montaje: Emanuel Díaz
Duración: 82 minutos
Año: 2017


7 puntos


HABLAR CON EL CINE

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

En el marco de las actividades por los 150 años de la fundación de la ciudad de Villa María, de las cuales tuve la oportunidad de participar, se proyectó La mirada escrita, ópera prima de Nicolás Abello que se resulta una verdadera rareza dentro del movimiento de nuevos realizadores cordobeses. En verdad si uno piensa que se trata de un film de género, un policial hecho y derecho, La mirada escrita no tiene nada de raro. Pero si se analiza el tipo de propuesta cinematográfica que se encuentra en ese marco, un tipo de cine de fuertes rasgos autorales, la película de Abello aparece como una de pretensiones y ambiciones mucho más medidas. Porque al joven director le preocupa, antes que posicionarse como el autor del futuro, demostrar conocimiento de la herramienta audiovisual y dejar en claro que las enseñanzas del cine clásico son aquellas que el cine precisa para conectar felizmente con el espectador.

La mirada escrita tiene uno de los arranques más potentes del cine nacional en mucho tiempo. Lo primero que vemos es un crimen, también unos zapatos, los del asesino. Luego, un elegante travelling nos pasea por una fiesta y nos deposita en unos zapatos, aquellos. Lo que sigue es el encuentro de varios personajes, que luego nos enteraremos son compañeros de trabajo. Con miradas, aprovechamiento de las posturas corporales de sus protagonistas, Abello nos mete de lleno en ese universo enrarecido de personajes con deseos que se contraponen. Y no nos soltará más a lo largo de 82 minutos, con varias secuencias que demuestran la sabiduría del director para generar suspenso. En ese majestuoso arranque, el director no sólo deja en claro que sabe lo que hay que hacer con una cámara, sino que además nos sintetiza las emociones y motivaciones de sus personajes, nos resume los poderes en pugna. Sin subrayar nada, sólo poniendo en práctica las enseñanzas que un tal Alfred Hitchcock dejó. La mirada escrita podría terminar ahí y dejarnos satisfechos.

Hay una serie de crímenes y un potencial asesino serial. También un grupo de periodistas que se involucran mucho más de la cuenta en la investigación del caso, aunque entre ellos sobresale la protagonista, un personaje bello y emblemático: una cronista muda, con ínfulas de detective privado, que además es fanática del cine clásico (Gabriela Beltramino, actriz, cantante, un rostro que enamora y una presencia notable dentro del film). Homenaje a Hitchcock explícito, la joven mira La ventana indiscreta. La referencia no es gratuita, porque ella, sabiendo los diálogos de memoria, aprovecha los parlamentos de Grace Kelly para comunicarse con los demás. Hablar con el cine, lo que también hace Abello: si su película tiene como protagonista a una mujer sin voz que se enfrenta a un mundo de violencia masculina, lo hace lejos del panfleto y cerca de las herramientas que ofrece el cine. La mirada escrita es, antes que nada, un policial de suspenso narrado con los mecanismos de la vieja escuela. Y aprovecha esos códigos para traficar sus ideas.

Se le podrán señalar a la película algunos apurones de guión en su segunda parte o resoluciones algo forzadas, pero La mirada escrita igualmente sobrevive a sus errores gracias a la solidez formal de Abello. Y esto es así porque detrás de la película hay una idea de cine fuerte, una dirección precisa que es casi novedosa en el marco de una producción amateur. Lejos de ese cualquierismo autoindulgente que suele alumbrar propuestas de este estilo, La mirada escrita contrapone un acercamiento profesional y, sobre todo, respetuoso hacia el público. Abello sorprende y nos deja esperando por su futuro, que es obviamente el futuro del cine.

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