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Song to song

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Terrence Malick
Guión: Terrence Malick
Intérpretes: Ryan Gosling, Rooney Mara, Michael Fassbender, Natalie Portman, Cate Blanchett, Holly Hunter, Bérénice Marlohe, Val Kilmer, Lykke Li, Olivia Grace Applegate, Dana Falconberry, Linda Emond
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Montaje: Rehman Nizar Ali, Hank Corwin, Keith Fraase
Dirección de arte: Ruth De Jong
Duración: 129 minutos
Año: 2017


5 puntos


ERRÁTICA TRISTEZA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Filmada a la par de Knight of cups, como si fuera un proyecto complementario y la vez antagónico, Song to song es una apuesta de Terrence Malick que transita entre lo musical y lo romántico, pero cuya estructuración de tipo fragmentario le termina restando impacto, sumiéndola en la trascendencia.

La película plantea dos triángulos amorosos interconectados -con la escena musical de Austin, Texas, como telón de fondo-, donde en verdad los personajes más relevantes son los interpretados por Michael Fassbender, Ryan Gosling y Rooney Mara, aunque también hay apariciones de nombres como Cate Blanchett, Natalie Portman, Holly Hunter y hasta Val Kilmer. Al igual que en Knight of cups, sobrevuelan las reflexiones (un tanto obvias) sobre el mundo del espectáculo, sus luces, sombras, sentidos y sinsentidos.

El problema es que, a diferencia de su predecesora, en Song to song pesa mucho más la dispersión narrativa, quitándole cohesión a lo que se está contando y sus protagonistas. Por momentos, da la impresión de estar ante un documental sobre artistas tristes y desgraciados. En eso, no deja de ser llamativo cómo el personaje de Mara está mucho más logrado que el resto, no sólo porque el film le da más espacio para desarrollar su conflicto -marcado por la obsesión y la traición, pero también por el amor más puro e idealizado-, sino también porque la actriz parece entender de manera más pertinente lo que le pide Malick a la hora de la interpretación.

En Song to song, Malick se pierde entre las meditaciones existenciales vacuas y las interacciones erráticas entre los personajes. De hecho, a pesar de situarla como contexto, no le termina de dar un lugar sólido a la música y los toques operísticos no cuajan de la forma apropiada. Sólo a la hora de la composición visual desde los espacios vacíos y el trabajo sobre lo temporal logra aciertos estéticos. Allí, al igual que con Knight of cups, llega a hablar y entablar un discurso desde los aparentes silencios. Pero es cada vez más notorio que el suyo ha pasado a ser un cine de imágenes, de tiempos y espacios, pero no de personajes.

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