Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Ariel Winograd
Guión: Mariano Vera
Intérpretes: Diego Peretti, Carla Peterson, Muriel Santa Ana, Martín Piroyansky, Guillermo Arengo, Pilar Gamboa, Maruja Bustamante, Mario Alarcón
Fotografía: Félix Monti
Montaje: Pablo Barbieri
Vestuario: Mónica Toschi
Duración: 99 minutos
Año: 2017
4 puntos
BIENAVENTURADOS SEAN LOS NIÑOS…
Por María Putrueli
“Bienaventurados sean los niños, porque ellos salvarán tu película”. Al menos en el mejor de los casos… ya que el excelente casting realizado -en cuanto a los jóvenes talentos de Mamá se fue de viaje-, no salva la película, pero son sin duda alguna es lo mejor que tiene para ofrecer.
Ariel Winograd es un gran director que siempre tiene muy en claro lo que quiere, generalmente ese objetivo se traduce en hacer reír al público, tarea difícil si las hay, al menos con comedia de buen nivel, fuera de los chistes obvios, forzados, escatológicos y previsibles. En esta última entrega, Winograd pareciera correrse del buen timing al que nos tiene acostumbrados en grandes comedias como Cara de queso, Vino para robar o Sin hijos, y deja entrever que algunas buenas ideas de las cuales se pueda tomar cierta inspiración no logran encontrar el punto justo para mantener el nivel (ejemplos son el cine de Judd Apatow y la serie animada Los Simpsons, fuentes inagotables de referencia del director argentino).
El argumento es bastante simple, y desde el título y las primeras imágenes compartidas en el avance no queda mucho lugar para la sorpresa o incluso, mal que nos pese, para el disfrute. Carla Peterson, la madre de la familia, se siente estresada, a punto de colapsar con las tareas del hogar y la crianza de sus cuatro hijos. Diego Peretti, el padre, por supuesto, no tiene mucha idea ni conexión con lo que pasa dentro de su casa: abocado a su trabajo, su función se limita a proveer el dinero en su casa, a hacer un asado de vez en cuando, a jugar al poker con sus amigos y algún intento de sexo con su mujer. Así de antiguo y arcaico como este relato son todas las situaciones que se suceden a lo largo de la trama.
Desde que mamá se toma unas “merecidas” vacaciones, todo aquello que pueda salir mal, así lo hará, dentro y fuera de casa, en el ámbito laboral, en el personal. Y aquí es donde el guión hace agua en demasiados frentes, todo momento de comedia parece forzado, incluso hay escenas que atrasan años luz; referente claro es cuando el padre no entiende que su hija se hizo señorita, a la frase “me vino” llega el refute “¿quién vino?” y la respuesta “la regla” (¡por Dios, qué chica de 15 años se refiere a ese momento como la regla!). Todo esto, sólo para dejar el chiste pobre de “la regla está en la mochila”. No hay remate.
Una de las peores situaciones que puede atravesar la comedia, aparte de no hacer reír, es que el espectador sea demasiado consciente del intento supremo que se está haciendo para buscar la carcajada fácil, de la cual no tenemos queja alguna. Pero cuando nada es sutil, lo burdo termina por agotar y convertirse en una sucesión de hechos que aburren.
Como mencionamos al principio, los chicos salvan un poco, no mucho, algunos de los momentos más llevaderos; no es que Peretti o Peterson estén mal, sólo que no pueden hacer más que -sobre todo en el caso del actor- recurrir a un abanico cuasi infinito de gestos que ya le hemos visto reiteradas veces, incluso bajo la dirección del mismo Winograd.
En Los Simpsons hay un capítulo donde Marge, la madre, extenuada se va a Rancho Relax, y deja a Homero, el padre, a cargo de sus tres hijos. Todo se vuelve el mismo desastre que en Mamá se fue de viaje, pero al final nuestro querido Homero logra mejorar la relación con sus hijos, su personaje atraviesa un proceso de evolución y la moraleja queda expuesta. Peretti no tiene la misma suerte, su personaje y el de sus hijos quedan casi en el mismo lugar que cuando la historia comienza.
La sexta película de Winograd deja claro que ni un gran elenco ni un virtuoso director pueden salir airosos cuando no hay un buen guión atrás que valga la pena filmar.