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Recapitulación Master of none: segunda temporada

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

En 2015 una de las grandes sorpresas de la programación de Netflix fue Master of none, serie escrita y protagonizada por Aziz Ansari (incluso dirigió capítulos claves como el excelente Nashville), actor de raíces indias recurrente en comedias de la escudería Apatow. Si bien como comic relief había sobresalido, su aparición con esta serie fue realmente rutilante: no sólo mostró en esa primera temporada una efectividad absoluta en materia de comedia, sino que profundizó una mirada sobre los vínculos en un contexto de urbanidad posmoderna. Su apuesta por el conflicto masculino ante la soledad, pero incluso su reflexión sobre los estereotipos culturales y la tecnología como comunicante contemporáneo demostró un nivel de complejidad y sofisticación total, que incluso nunca se impone sobre la comedia. Si Master of none (heredera del espíritu “hablemos sobre nada” de Larry David) sabe ser algo, eso es ser muy graciosa. Luego viene todo lo demás, que es mucho y se agradece, como una sabiduría formal poco habitual para el género en la televisión. La segunda temporada avanzó sobre todo esto, con homenajes impensados y apuestas mucho más audaces. Aquí hacemos un recorrido capítulo por capítulo.

The thief: la segunda temporada de Master of none abre con un capítulo que anticipa las obsesiones formales y temáticas de los restantes capítulos, y que ofrece además una sofisticación visual que le aporta un plus a la serie: el protagonista vive en un pequeño pueblo de Italia, donde aprende a hacer pasta y se empalaga de toda la iconografía. Capítulo en blanco y negro que homenajea a Ladrones de bicicletas, de Vittorio de Sica, y que actualiza generacionalmente aquel film emblemático del neorrealismo italiano: Dev (Aziz Ansari) sufre el robo de su celular minutos después de haberse agendado el número de teléfono de una chica. Dilema existencial y post-moderno mayúsculo, que se resuelve con una serie de chistes perfectos. Ansari, también director de este episodio, juega además con los estereotipos y con una mirada sobre lo que suponemos que es, a la distancia, lo italiano.

Le nozze: si la espina dorsal de la temporada es la relación entre Dev y Francesca (Alessandra Mastronardi), hay capítulos que toman aire por fuera de ese tema y reflexionan sobre otras peculiaridades: la serie es básicamente una reflexión sobre la nada que rodea al hombre contemporáneo, entre temáticas y neurosis varias de las grandes urbes. Aquí el centro es el gran -en todo sentido- Arnold (Eric Wareheim), amigo de Dev que llega a Italia para ir al casamiento de una ex. Le nozze se ríe de la obsesión romántica, pero también de los pretextos con los que tomamos distancia de algunos vínculos. Y la mirada sobre lo peculiar, en este caso las calles angostas de esos pueblos italiano y un gran chiste con un auto.

Religion: Dev regresa a Nueva York y es el reencuentro con sus padres (dos grandes personajes que son, a la vez, los padres en la vida real de Ansari). Uno de los temas que obsesionan al protagonista y autor son los elementos culturales de sus raíces indias, las formas de seguir las tradiciones y el choque cultural o generacional. Con la llegada de unos parientes, queda en evidencia la poca relación de Dev con lo religioso y sus rituales. Un capítulo que logra instalar esos temas desde el humor y la falta de solemnidad, y que encuentra en sus últimos planos una hermosa forma de transición: el ritual de lo religioso trocado por otros rituales mundanos y paganos de encuentros gastronómicos entre amigos. En definitiva, todos pertenecemos a algún credo.

First date: este es uno de esos capítulos con hallazgos formales. La tecnología forma parte de los temas de la serie, pero fundamentalmente de la vida de los personajes y de su modo de relacionarse. Aquí una aplicación (una app) para citas románticas lleva a Dev a tener múltiples primeras citas, que gracias al notable trabajo de montaje vamos siguiendo en paralelo. Hay una aparente unidad temporal que sigue a Dev, mientras el montaje nos va mostrando a sus diferentes intereses románticos. Un muestrario de la neurosis generacional, pero también una mostración de ese quiebre entre lo virtual y lo real, del horror divertido que surge cuando se corre el velo de la simulación.

The dinner party: si algunos tramos de la temporada mostraban la crisis existencial de Dev y su soledad, especialmente sus problemas para empatizar con otras mujeres, el final de este episodio explicita de un modo totalmente melancólico la esencia de buena parte de la serie en un plano secuencia imposible de olvidar. Dev se reencuentra con Francesca en Nueva York, comparten una cena en lo de Jeff (Bobby Cannavale, el nuevo jefe de Dev) y de regreso él la deja en el hotel. Por primera vez, sentimos que ese vínculo es realmente muy fuerte, que ninguno de los dos se anima a quebrar la amistad. Dev queda solo en el taxi y se dirige hacia su casa. El plano no corta. Dev sigue solo, decididamente triste, pensando en aquello que no se anima a confesar. El plano sigue y se extiende, el silencio es incómodo. Es un gran momento, de una intensidad inusual. La mitad de la temporada nos encuentra ya entregados a la elegancia y la sofisticación de la serie de Ansari.

New York, I love you: para demostrar que Master of none es otra cosa y vuela a un nivel elevado, este capítulo es otro de esos hallazgos formales memorables. Los protagonistas entran al cine donde proyectan una muy comentada película con Nicholas Cage, la cámara los suelta y se deja llevar por una serie de historias vinculadas con otros personajes. El capítulo no sólo exhibe virtuosismo e ingenio, sino también gracia e inteligencia. La idea es confirmar que estas historias que nos atraen en Master of none son apenas algunas posibles, que hay múltiples aventuras mundanas alrededor. Es el capítulo más woodyallenesco de todos, empezando por la forma en que se mira la ciudad y a su gente, y la manera en que los diálogos se construyen. Detalles graciosísimos como la trama de los sordomudos y una mirada divertida y amable sobre los extranjeros que construyen esa ciudad enorme. La circularidad del final es la frutilla del postre para un capítulo perfecto.

Door #3: estamos ante un episodio que parece centrarse en el trabajo de Dev (ese reality ridículo llamado Clash of the cupcakes), pero que traza un paralelo entre lo laboral y lo personal. En silencio, Door #3 habla de las decisiones que tomamos y de las opciones que se nos presentan, pero que no siempre terminan por mostrarnos el mapa completo. Siempre hay otras posibilidades, y se trata de explorarlas. Aquí, además, Dev se define como alguien capacitado para inspirar a los demás, aunque no siempre termine por ser de mucha ayuda como lo puede comprobar el hilarante mago interpretado por Cedric the Entertainer.

Thanksgiving: otro de los grandes capítulos de esta segunda temporada, con un notable uso del montaje. El centro es la relación entre Dev y Denise (Lena Waithe), desde niños y atravesando diversos almuerzos familiares de Día de Acción de Gracias en la casa de ella: como la familia de Dev es musulmana, aprovecha el hogar de su amiga para participar de esta festividad. Sabemos que Denise es lesbiana, pero desconocíamos cómo se lo había contado a su madre (notable Angela Bassett). El capítulo está repleto de guiños que resumen tres décadas y de momentos cómicos que hacen de lo incómodo algo totalmente divertido. Pero hay un núcleo duro y sensible, que es la relación entre Denise y su madre, y la muy creíble construcción del vínculo entre Dev y la familia de su amiga. Todo resuelto con elegancia y una amabilidad que no elude las zonas oscuras y sinceras.

Amarsi un po + Buona notte: si bien son los últimos dos capítulos de la temporada, pueden ser vistos como un solo episodio y con una unidad temática bien fuerte: de hecho, los dos fueron dirigidos por Ansari y parecen haber sido divididos sólo por una necesidad de Netflix. El primero es otro homenaje al cine italiano, en este caso a la corriente más existencial, angustiante y setentista de Antonioni. Lo musical es fundamental aquí (con una serie de inolvidables canciones italianas, preferentemente Mina), potenciando el costado más trágico y romántico del vínculo entre Dev y Francesca. En el segundo, la deriva emocional del protagonista se ve profundizada por los problemas laborales y algunas revelaciones de su jefe. La temporada se resuelve con un alto grado de sofisticación temática y formal, y con un altísimo nivel de angustia, pero fundamentalmente con una libertad sombrosa. Claramente estamos ante una serie que aprovecha la libertad que ofrece un sistema de producción y exhibición como el de Netflix, alejado de las urgencias de otro tipo de productos más convencionales.

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