No estás en la home
Funcinema

Pasión por las letras

Título original: Genius
Origen: Inglaterra / EE.UU.
Dirección: Michael Grandage
Guión: John Logan, basado en el libro de A. Scott Berg
Intérpretes: Colin Firth, Jude Law, Nicole Kidman, Laura Linney, Guy Pearce, Dominic West, Vanessa Kirby, Gillian Hanna, Angela Ashton, Eve Bracken, Katya Watson, Lorna Doherty, Makenna McBrierty
Fotografía: Ben Davis
Montaje: Chris Dickens
Música: Adam Cork
Duración: 104 minutos
Año: 2016


5 puntos


SOBREESCRITO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

A Hollywood le encantan los biopics marcados por la desgracia y el sufrimiento. Por eso Pasión por las letras, centrado en la figura de Max Perkins, quien fue editor de autores de enorme relevancia en la literatura, como Ernest Hemingway y F. Scott Fitzgerald, termina haciendo foco en la particular relación que entabló con Thomas Wolfe, una estrella fugaz que en los años treinta marcó a fuego el panorama literario estadounidense con un puñado de obras.

Quizás por eso Pasión por las letras, debut en la dirección de Michael Grandage, sea una película marcada por dos instancias complementarias: en primer lugar, la interacción entre las palabras y las imágenes; y en segundo, los tonos de las actuaciones. Lo cierto es que el film parece confiar mucho más en el poder de los pasajes de la obra literaria de Wolfe y los pomposos diálogos entre los personajes, que en el atractivo de los hechos narrados y la puesta en escena visual; y esa impostura se traslada a algunas performances protagónicas.

Porque si bien Colin Firth está impecable como Perkins, exponiendo con sobriedad los dilemas y perspectivas de un tipo capaz de ver los raptos de genialidad en los textos que le toca leer; mientras Laura Linney (como la esposa de Perkins), Dominic West (Hemingway) y Pearce (Fitzgerald) acompañan sin excesos; lo de Jude Law y Nicole Kidman, como Wolfe y su amante Aline Bernstein, respectivamente, está en plan showcito personal apuntando hacia un posible Oscar. De hecho, Law está tan excedido y sobreactuado que termina siendo muy poco creíble.

Esos regodeos y trazos gruesos terminan afectando incluso a lo más provechoso de Pasión por las letras, que pasa no sólo por el lazo establecido entre Perkins y Wolfe, con componentes amistosos pero también de maestro-alumno y hasta paterno-filiales; sino también por ese misterioso y apasionante proceso por el cual surgen obras emblemáticas, frutos de las colaboraciones entre escritores y editores. Todo se explicita a través de la palabra y rara vez hay lugar para esa espontaneidad que puede brindar el cine.

Hay momentos donde Grandage -a partir del guión un tanto fallido de John Logan- consigue unir todas las piezas de manera fluida, logrando una genuina emoción, como en el plano final. Pero son sólo chispazos donde se intuye la genialidad del título original. El resto es un relato más sensiblero que sensible, que fuerza constantemente lo que tiene para contar.

En una secuencia, Aline Bernstein, desatada, se presenta en la oficina de Perkins y lo amenaza con un arma. Perkins se limita a decir “está sobrescribiendo la escena, señora Bernstein”. Lo mismo se le podría decir a esa película que es Pasión por las letras.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.