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UNCIPAR 2017: primer día de cortometrajes en tierras pinamarenses

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Con una ceremonia sencilla en la que se volvió a remarcar la importancia de la autarquía del INCAA -el tema del momento en los pasillos del debate cinematográfico- y un corte de energía eléctrica que generó el retraso de las funciones nocturnas, arrancó ayer en Pinamar la 39ª edición de las Jornadas Argentinas e Internacionales de Cine y Video Independiente – UNCIPAR. Festival que, por otra parte, es el que más ediciones registra entre todos los festivales que se realizan en el país.

Como se ha dicho, Pinamar es por segundo año consecutivo la casa del festival, que históricamente se desarrolló en Villa Gesell pero que por diferencias con las autoridades de aquella ciudad tuvo que buscar nueva sede. Y Pinamar, que ya tiene experiencia festivalera, lo alberga modificando un poco el aspecto más indie que tenía en las arenas gesellinas.

En UNCIPAR el plato fuerte son los cortometrajes, y hay dos competencias: una internacional y la otra nacional. En esta última se vieron dos programas que sirven para evidenciar el buen nivel técnico que están alcanzando los realizadores argentinos, más allá de las dificultades que podemos encontrar en materia narrativa. Más allá de todo, el consenso entre los cronistas que asisten es que el nivel es bastante parejo y mejor que en otras ocasiones.

La programación incluyó algunos cortos que ya han tenido un paso festivalero previo más que importante, aunque eso no quita lo disfrutable. Es el caso de La reina del baile, de Martín Holzman, que cuenta el desmoronamiento de un matrimonio. Y si bien por momentos puede caer en cierta explotación del patetismo, hacia el final reconforta con una mirada amable sobre una pareja que reencuentra, en el peor momento, aquello que los había unido o que al menos los hace quererse. Y destruye con amabilidad el cinismo.

Otro corto destacable es el animado Alas de piedra, de Sofía Gariazzo y Francisco Cerchiara Montero. Relato que incorpora elementos fantásticos y que juega con el entendimiento entre diferentes, a partir del vínculo de una niña y una criatura en apariencia feroz, pero que encuentra en su giro final una reflexión sobre el arte de contar historias y la imaginación infantil como escapatoria a los padecimientos personales. Su corta duración lo hace más preciso.

Para el final de este primer día, mencionar a Ranchillos de Matías Minahk, un documental que registra la experiencia de los festejos de carnaval en el pueblo del título. Verdadera fiesta popular y multitudinaria, desconocida para la mayoría -o al menos para este mortal cronista-, es tomada por la cámara de Minahk con una energía inusitada. Si el corto arranca un poco débilmente casi como un institucional del pueblo, progresivamente nos va metiendo en ese vendaval de excitación, sudor, cuerpos alborotados y disfrute general con un nivel de contagio asombroso.

Quedan dos jornadas más de UNCIPAR, y hoy está la oportunidad de cerrar la noche mirando -con entrada libre y gratuita, como todas las funciones- la premiada La luz incidente de Ariel Rotter. Hay que acercarse.

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