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Jeff Zorrilla: “Busqué no ser complaciente e involucrar al espectador”

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

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Jeff Zorrilla (foto: A sala llena)

Jeff Zorrilla presentó en la sección Panorama de Cine Argentino del Festival de Cine de Mar del Plata su ópera prima, Monger, un documental centrado en el espinoso territorio del turismo sexual en Buenos Aires. La película ya comenzó a generar polémicas a partir de su particular abordaje, que privilegia el punto de vista masculino, aunque no para reivindicarlo, sino precisamente para ponerlo en crisis. El realizador charló con Funcinema sobre los orígenes del proyecto, el seguimiento a los personajes principales, los factores éticos y morales en juego, la masculinidad y feminidad que se revelan en la película, y el abanico de recepciones posibles en el público, entre otros temas.

-¿Cómo es que nació el proyecto?
Nació a través del alquiler que tuvimos que pagar por el apartamento. Mi novia Natalia (que es también la productora) estaba buscando el mail de la mujer que nos alquila el departamento y terminó topándose con los foros de turismo sexual que aparecen en la película. Aparentemente, la mujer que nos estaba alquilando también les alquilaba otros departamentos a hombres que venían acá. Nos metimos en los foros, vimos los comentarios, las discusiones, los personajes. Preguntamos ahí si alguien se animaba a participar de un documental, a decir las cosas de las que supuestamente se sentían tan orgullosos frente a una cámara. La mayoría me puteaba, me decían “no Michael Moore, no queremos esto”, pero hubo algunos que me contactaron en privado y seguimos adelante.

-Llama la atención cómo los personajes primero se muestran muy orgullosos de su machismo, pero luego se van revelando como seres bastante solitarios y patéticos. ¿Cómo se estableció la conexión con ellos para que esto surgiera?
El proyecto nos tomó tres años pero en verdad no necesitamos tanto tiempo para que surgiera esa tristeza, porque estaba ahí, latente. Joe estuvo durante una semana para cumplir con su meta y aún en ese tiempo no pudo mantener la máscara de felicidad que intentó poner, las grietas se abrieron fácilmente.

-La cámara no juzga a los hombres, simplemente los muestra. ¿Desde un principio tomaste esa decisión ética respecto a los personajes?
Mentiría si dijera que no sufrí al tratar de encontrar el tono apropiado para la película, porque es un tema muy grave e importante, no sólo en la Argentina sino en todo el mundo. No lo tuve claro desde el principio: fue un permanente ida y vuelta, pensé en seguir más a las mujeres, pero finalmente decidí focalizar en la mirada de los hombres, y lo que me empujó a hacer eso fue la intención de no ser complaciente e implicar al espectador. Todos nosotros -incluidos los realizadores- sufrimos mientras miramos la película, aceptando la responsabilidad sobre el pensamiento de esos hombres, porque si los retratamos como monstruos, nos sentiríamos muy bien con nosotros mismos. Podríamos haber hecho una denuncia contra ellos, pero al ver algo similar a nosotros dentro de ellos, ahí se consigue una respuesta más rica del espectador.

-¿Vos en cierta forma te sentiste identificado con los personajes, en cuestiones más profundas?
Quizás es polémico lo que voy a decir, pero algo hay, muchas de las cosas que ellos dicen las escuchás en la calle. Por ejemplo: “¿por qué voy a pagar la entrada a un cine y una cena a una chica, cuando ni sé si voy a tener sexo con ella? Es mucho más fácil ir con una prostituta”. Son frases no muy lejanas a las que les escuchás a muchos hombres. Es algo de lo que nos tenemos que empezar a hacer responsables.

-¿Creés que en el film se ve construida una masculinidad pero también una feminidad relacionada con esa mirada machista?
Sí, las mujeres no aparecen mucho en la película -y fue una decisión que tomamos porque queríamos dejar ese punto ciego-, pero se ven rasgos del sufrimiento de la mujer. También se ve al personaje de Natalia, cuya vida se vio impactada por su relación con un turista sexual.

monger

Escena de «Monger».

-Vos venís trabajando desde hace tiempo el Súper 8 e incluiste fragmentos en ese formato en el film. ¿Por qué? ¿Qué buscaste con eso?
Yo estaba trabajando mucho en Súper 8 y había tomado un taller con Ulises Rossell, el director de El etnógrafo, quien me pidió que armara algo de tres minutos. Yo tenía todo este audio que grabé con varias entrevistas y puse un poco de Súper 8 que tenía de cuando llegué a Buenos Aires. Era un Súper 8 muy turístico, pero terminó pegando muy bien y Ulises me alentó a seguir esa línea. Lo que nos gustó fue que establece un distanciamiento: está ese aspecto de filmación de vacaciones, pero también te aleja y la combinación con el audio donde se escucha la ideología de los hombres lleva a que el espectador deba tomar consciencia y responsabilidad de lo que está viendo y escuchando.

-La película está teniendo una recepción dispar, polémica incluso. ¿Qué objeciones se hicieron y qué tenés para responder?
Las entrevistas pueden ser complicadas, porque queremos que el público llegue fresco y sin condicionamientos a ver la película, y que reaccionen como reaccionen. Lo cierto es que las reacciones fueron muy dispersas e intensas, y eso es exactamente lo que queremos. Luego de las proyecciones, se armaban debates y yo no tenía que decir nada. Eso para mí está buenísimo. Yo no quiero decir nada, quiero que sean los espectadores los que se expresen y debatan entre sí. En ese momento, yo ya soy un espectador más y lo que yo piense o diga es tan válido como lo que piensan o dicen los demás.

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