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MARFICI 2016: mini-críticas de Fancinema

Las tradicionales reseñas festivaleras de la redacción del sitio. Un repaso actualizado a la amplia programación del festival: 22 películas reseñadas.


Cine de pueblo: una historia itinerante, de Sebastián Hermida / 6 puntos


cineEstamos ante un documental que se vale para ser efectivo del personaje que tiene ante la cámara (José Martínez Suárez), y de eso es totalmente consciente el director Hermida. Sus anécdotas, su forma de decir, la historia personal que lo respalda y su constante vocación docente a la hora de exponer cuestiones cinematográficas hacen de Martínez Suárez un personaje increíble. Y lo del legendario realizador es tan magnético, que incluso la potencia emotiva del regreso al terruño queda un poco relegada a su vital andar. En el encuentro con sus viejos amigos o con los pequeños que asisten a una función de cine se fusionan el Martínez Suárez persona y el Martínez Suárez personaje: que muchas veces, por el enorme recorrido de vida, son el mismo. Hermida pone la cámara y acompaña, su documental elude cualquier virtuosismo formal que podría entorpecer la claridad del personaje. Por momentos se transmite esa bonhomía que uno, desde el prejuicio, adjudica a la vida pueblerina. Pero al fin de cuentas Cine de pueblo: una historia itinerante es eso, un registro bonachón de una experiencia amable e inolvidable. Mex Faliero


Dar la cara, de José Martínez Suárez / 8 puntos


Emblemática película nacional, empezando por un registro que se hacía eco de la respiración de la nouvelle vague pero también de que había un mundo allí afuera y había que retratarlo: Martínez Suárez sacaba la cámara la calle y registraba una Buenos Aires nocturnal, insuflándole una vitalidad inusitada al cine nacional, por aquel momento dominado por la puesta en estudios. Pero además de esto, resulta una película generacional, en la que comienzan a hacerse preguntas sobre el futuro y el destino de los hombres, a partir de la historia de tres amigos que luego de dejar el servicio militar buscan su futuro en actividades deportivas o artísticas. Dar la cara también reflexiona sobre el cine desde el cine. Definitivamente una película repleta de ideas, expresadas desde lo cinematográfico con una belleza descomunal. Mex Faliero


Dead slow ahead, de Mauro Herce / 5 puntos


deadDocumental experimental y original sin narrador, que bordea la ciencia ficción en su expresión más visualmente bella y lograda, pero que sin embargo no es apto para todo cinéfilo. Este primer largometraje del español Herce, que obtuvo el Premio Especial del Jurado del Festival Internacional de Cine de Locarno en la sección Cineastas del Presente, cuenta la travesía del carguero Fair Lady en el mar. Con siete bodegas bajo bandera maltesa y construido en Japón es un navío de 225 por 32 metros capaz de soportar hasta 76.000 toneladas. No hay dudas que toda la técnica, las locaciones y la infraestructura de este gran mobiliario hablan por sí solas casi sin presencia de voces guías, alcanza sólo con el murmullo humano que suele perderse por los largos pasillos de la embarcación. Dead slow ahead hipnotiza a un ritmo sumamente lento, tanto que para algunos se hace imposible poder seguirlo. Esta densidad, sin embargo, aparece contrarrestada con su espectacular fotografía que rememora a 2001: Odisea en el espacio de Kubrick o el comienzo de la nave madre de Alien, el octavo pasajero de Ridley Scott. Tal majestuosidad visual demuestra la insignificancia humana y su propia mortalidad irreversible. Otro de los puntos fuertes de este documental es su registro sonoro, desde la cadencia de los engranajes del carguero pasando por el sonido de litros de agua que se pierden en una ducha cuando los marineros la utilizan, sólo como ejemplos aislados. Este recurso es aprovechado con la implementación de micrófonos especiales de última tecnología y reforzados durante el montaje del propio film. Claro que tal panorama estético se vuelve evidente para paladares exquisitos, sorprendiendo al género documental, tan propio de lo humano y no de los mobiliarios o estructuras fijas. Y la particularidad de no contar con una guía narrativa, sólo la audiovisual, la vuelve una experiencia más palpable y cercana pero a veces imposible de afrontar. Rosana López


Distric zero, de Iraburu, Mayoral y Tosco / 9 (nueve)


La tecnología atraviesa de lleno la película de los españoles Iraburu y Fernández Mayoral junto al argentino Tosco, dando como resultado un increíble documental sobre el segundo campo de refugiados más grande del mundo en Zaatari, Jordania, con población siria. Contada desde la óptica humana sin caer en el convencionalismo de los porcentajes que han dejado -y están dejando actualmente- la guerra desarrollada en Siria desde 2012, Distric zero entusiasma en su contenido y forma de narrar una historia triste, real, pero esperanzadora de quienes vieron sus vidas truncadas por la imposición de las armas y el fuego cruzado constante. Este documental que surge como producto de una campaña de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea y asociados, muestra la vida de Maamum Al-Wadi, vendedor y técnico en reparación de celulares que tiene su puestito dentro de ese predio. Precisamente este personaje sirve de puente para conocer su realidad y la de sus compañeros y algunas familias que lograron escapar a la masacre de su país natal. No sólo sus testimonios son verídicos sino también las fotos tomadas de aquellas personas que dejaron atrás y que Al-Wadi ayuda a imprimir esos recuerdos para no olvidar. Si bien la vida sigue su curso en esas improvisadas casas containers donde aún hay niños felices que estudian y juegan, muchos adultos logran establecer sus pequeños emprendimientos y hasta nacen bebés en el hospital del refugio, nada suple el dolor de los más grandes hacia los días pasados y la familia que han dejado sin elección alguna. “Estar aquí es morir antes de tiempo…es como si lleváramos diez años dormidos” dice Al Wadi a su amigo en torno a la felicidad, a una vida incompleta con pocas noticias de los que aún siguen vivos. Por tanto somos testigos de una sociedad al estilo post-apocalíptico lo cual, abruma e impacta. Se asimila a la prisión con libertad condicional o a la famosa burbuja aislada del mundo exterior. District zero sensibiliza y moviliza sin utilizar golpes bajos. Técnicamente, maneja un importante dinamismo narrativo e incorpora excelentes travellings que acompañan a nuestro principal protagonista en su rutina diaria dentro de una locación que ya habla por sí sola. Rosana López


Falling, de Ana Rodríguez Rosell / 6 puntos


fallingUna ex pareja se rencuentra en un precioso restaurante propiedad de él ubicado a orillas de una isla paradisíaca. El, llamado Aslan, posiblemente de muy buen pasar quiere recuperar y pedirle perdón a esa mujer que no supo amar: Alma. Alma despechada acude al encuentro reclamándole una casa en Berlín, pero aparentemente no está interesada en las disculpas de aquel hombre que tiempo atrás no supo valorarla ni siquiera como artista plástica. Ella superada siente que más de veinte años pasaron de esa relación sin ni siquiera compromiso legal, y una vida nueva se le ha presentado. A lo que Aslan no quiere comprender tratando de tener que volver a obtener su confianza a lo largo de todo un día. Esta segunda incursión filmada en República Dominicana por la española Rodríguez Rosell (Buscando a Eimish) desprende romanticismo dramático a la fuerza, pero romanticismo al fin de un hombre que con edad avanzada lo apuesta a todo o nada. Envueltos en una fotografía onírica de impactante paisaje nos dejamos ensoñar tanto por el ambiente como por la propuesta de un hombre que bajaría la luna para borrar todo tiempo pasado en donde muestra que ya no tiene nada que perder. Falling es una pieza correcta y simple donde el tiempo es un factor importante pero al menos puede ser disfrutado al máximo por veinticuatro horas de felicidad. Y a ello combinado con los diálogos intimistas hispano y turco-inglés que ambos personajes mantienen a lo largo del film, genera un plus de elegancia que suma a esta propuesta. Rosana López


Kombit, de Aníbal Ezequiel Garisto / 8 puntos


El valor de denuncia que tiene el film es acompañado por una belleza estética que afianza y hace que todo lo que se pueda decir tenga más fortaleza. El compromiso y el trabajo en equipo del director, el guionista y fotógrafo hacen posible que gran cantidad de gente pueda conocer el estado de los habitantes haitianos, poniendo el foco en una población que se dedica a la producción de arroz. La brillante fotografía es por la cual se accede cara a cara con los perjudicados por la intervención estadounidense. El documental está realizado de una forma justa y precisa, de modo que su duración es corta pero su contenido explota lo simbólico. A su vez, la denuncia que este equipo realiza toma más relevancia cuando se conocen las dificultades que tuvieron para poder realizar algunas de las escenas, sobre todo cuando el film muestra cómo Estados Unidos ingresa un arroz de costo más económico a Haití. Melody San Luis


La sangre del gallo, de Mariano Dawidson / 5 puntos


Una propuesta bastante pretenciosa, esta ópera prima de Dawidson resulta difícil de sostener narrativamente hablando. Casi bordando a un Sin City argentino nos adentramos a un mundo nocturno, áspero, violento y de excesos donde un joven sufrido llamado Damián busca conocer su origen paterno. Decisión que es tomada luego del accidente donde pierde a su familia y sólo él sobrevive. El único dato certero que tiene Damián es que su padre es apodado “El gallo” y con eso se lanza como kamikaze sin paracaídas a una búsqueda difícil plagada de personajes oscuros. Pero la promesa que propone Dawidson pasada la primera media hora comienza a pincharse, parece que no basta el camino por recorrer de nuestro protagonista. Toda esa grandilocuencia en fotografía y narración interesante se torna repetitiva y sin una base concreta de interés hasta debilitarse al cierre. Los motivos principales que despliegan el leitmotiv casi no llegan a resolverse, mientras que el accidente hay situaciones que finalizan con rápida resolución. La sangre del gallo era una promesa fotográficamente impecable de aire sensual, enigmática y atrapante, pero termina siendo una obra olvidable sin mucho que ofrecer. Rosana López


Las decisiones formales, Melisa Aller / 5 puntos


Desde su mismo título, el film busca plantar bandera y dejar bien en claro su posición. Por un lado, citando una de las canciones de Alma Catira Sánchez, evidencia que su punto de vista va a estar recortado sobre ese personaje, lo cual implica configurar un mundo propio a partir de esa figura. Por otro, se hace referencia a las elecciones que debe tomar la directora Aller en función de sostener su punto de vista, condicionando lo que quiere contar: cómo vive Alma, una mujer trans que vende mercadería en el tren Belgrano y en las inmediaciones de Retiro, pero cuya verdadera vocación y forma de expresión pasa por el canto y la poesía. La sensación que se consolida al ver Las decisiones formales es que su narración habría lucido más compacta y fluida si se hubiera aplicado a la duración de un mediometraje. Lo que sobra y le da un estiramiento pasa por su componente discursivo, en un film-ensayo que muestra a una cineasta con conocimiento y vigor, pero que aún debe encauzar su mirada. Rodrigo Seijas (extracto de la crítica publicada anteriormente)


Los muchachos de antes no usaban arsénico, de José Martínez Suárez / 8 puntos


arsenicoEn medio de un país que se desangraba con una violencia inusitada, y a la espera del genocidio mayor, Martínez Suárez presenta en 1975 esta comedia negrísima y repleta de cinismo hasta su mismísimo último plano. Tres viejos amigos están ante una encrucijada: la mujer de uno de ellos quiere vender la casa-quinta en la que viven todos juntos, lo que llevaría hacia la inexorable separación. Y la llegada de una joven, con planes de venta, acelera el macabro plan: los viejos ya asesinaron en el pasado a las otras dos esposas del grupo. Martínez Suárez monta un juego divertido y oscuro, y bastante perverso, que se sostiene por un lado en el inocente aspecto de los veteranos protagonistas y, por otra parte, en la experiencia de un grupo de actores emblemáticos para el cine argentino de entonces: Mecha Ortiz, Arturo García Buhr, Narciso Ibáñez Menta y Mario Soffici. La mirada puede ser sobre el país, claro que sí, pero también sobre el medio audiovisual, sobre un pasado que se ve avasallado por el futuro, representado en esa joven que viene a seducir a los jubilados y a quedarse con la casa. Aún en la amenidad y la elegancia muy british con la que cuenta el director, un film decididamente incómodo. Mex Faliero


Los pibes, de Jorge Leandro Colás / 8 puntos


pibesLa película de Colás (el director de la notable Parador Retiro) tiene la enorme virtud de hacer parecer simple lo complejo. Su método de observación, nunca intrusivo, transmite naturalidad, inteligencia y sensibilidad, además de buen cine. Con la mirada puesta en lo institucional (en este caso el funcionamiento de los captadores de talentos dentro del club Boca Juniors) hay una serie de decisiones que ponen por encima a este film de otros cuya pose y prefabricación están a la orden del día. La más importante se relaciona con la ética de la cámara. Si bien la cantidad de horas de material daba para múltiples organizaciones del relato, Colás elige una descripción de los pibes y de los caza talentos que nunca cae en el morbo televisivo de la lógica del reality. La competencia está, por supuesto; también existen ciertos mecanismos lógicos de exclusión cuando se eligen chicos y una desmedida ansiedad de los padres por salvarse económicamente. Lo más fácil y manipulable hubiera sido construir un punto de vista sensacionalista sobre eso, sin embargo, la película destaca noblemente la funcionalidad social que tiene el deporte para los sectores más carenciados y la escuela de vida que surge de las palabras de los ex jugadores. Colás muestra lo que los noticieros evaden. En un hermoso momento del film, conocemos un centro deportivo en una villa conducido por un joven cura. Los personajes van en busca de talentos pero nunca pierden de vista el vínculo humano. A diferencia de tanto documental donde se agrede a las personas con la excusa de una puesta en escena fronteriza con la ficción, acá se respeta a los pibes, se les da entidad, voz, de la misma manera que se los deja actuar (si quieren) o mirar a cámara. Por otro lado, están los mayores. Ellos también se lucen y hasta consiguen performances que nada le deben a las mejores comedias. En apenas setenta minutos, hay tiempo para todo gracias a la sutileza del montaje que permite seguir un hilo narrativo y a la vez disfrutar de un trabajo fotográfico excelente. Guillermo Colantonio


Next, de Elia Urquiza/ 7 puntos


Correcto documental sobre niñas y adolescentes que sueñan en convertirse en grandes actrices de Hollywood junto a padres que acompañan o abrazan como propio ese anhelo, al estilo Little Miss Sunshine, en un difícil camino a la fama donde sólo pocas ganan. Este primer trabajo de la española Urquiza refleja las ambiciones, las dudas y la esperanza de un grupo infantojuvenil especializado en el plano actoral que sorprenden por su destreza madurativa en algunos casos. Next ya viene pisando fuerte en varios festivales europeos y surge según su directora como producto de un casting abierto para un film y como curiosidad por explorar el vasto mercado de aspirantes tan pequeñas que apuntan al cine y al teatro. Recorremos como testigos este mundo particular de jóvenes que vienen de ciudades lejanas donde las oportunidades son inexistentes o escasean hacia la gran ciudad cinematográfica que todo lo devora. En contraposición vemos el acompañamiento adulto donde se evidencian sacrificios en pos de los sueños de las menores tales como alquileres en hotel o hasta suplir la educación escolar para trasladarlo al ámbito hogareño. Urquiza utiliza excelentes encuadres que generan climas sugestivos y nos hace partícipes constante del autoestima de las protagonistas, pero también describe con su fotografía delimitando excelentemente lugares y profesionales (coreógrafas, profesoras de teatro, representantes y músicos) en torno a los escalones que conllevan el duro y largo camino al éxito hacia el sétimo arte. Rosana López


Noches sin lunas ni soles, de José Martínez Suárez / 7 puntos


La última película de Martínez Suárez es un policial seco, integrado por personajes que llevan impresa la cara amarga de la derrota, empezando por el impar Alberto de Mendoza como un presidiario que se fuga y que al verse traicionado por sus colegas, decide emprender una escapada en solitario. Claro, se va con la novia de uno de sus cómplices y esto genera que sobre él pese no sólo la pesquisa policial, sino la de su ex compañero de fechorías. El film impacta fundamentalmente por una serie de secuencias de acción muy bien montadas para el cine argentino de aquellos tiempos, y por la rudeza con la que es narrada la historia, generando una lógica inquebrantable con el espíritu de los personajes. Heredera de buena parte del cine argentino de los 70’s, con las fuerzas represivas como omnisciente presencia y con una serie de líneas vinculadas con elementos revolucionarios, es también una suerte de ejercicio sobre las claves del policial negro trasladado al espíritu rioplatense. Mex Faliero


Pájaros negros, de Fercks Castellani / 7 puntos


Castellani apostó fuerte para su primer film. Convocó actores de jerarquía, alguno debutó bajo su dirección; montó locaciones lúgubres en Escobar y en el barrio de Colegiales; y lo más importante: persiguió el suspense que distingue e inmortalizaron los yanquis. La violencia será el denominador común en cada una de las escenas y las microhistorias que se van develando de a poco como quien corre un telón. Desde la gráfica se anuncia: “Todo lo que él quiere es proteger a su familia, pero su amor por ellas lo llevará al límite”. Los guiños del joven cineasta son muchísimos y no caen en lugares comunes: desde la ducha icónica de Psicosis hasta la célebre manzana de los ¿primeros? humanos. Dicen que “somos seres humanos sin saber en verdad lo que es hoy un ser humano”. Aquí nadie sabe mucho, ni los icónicos pájaros negros que no auguran buena fortuna pero en la pantalla grande nos han demostrado en Los mensajeros que pueden ser, al menos, un poco amigables. El montaje, edición y el trabajo de post producción son acertados; mantienen la tensión hasta el final mientras se acomoda y se desacomoda la sucesión de cajas chinas. La música tiene los picos de una montaña rusa, se entremezcla con canciones infantiles, pasajes sombríos y gritos. Hay muchos gritos. Federico Bruno (extracto de la crítica publicada anteriormente)


Pequeño diccionario ilustrado de la electricidad, de Carolina Rimini y Gustavo Galuppo / 8 puntos


La película de Rimini y Galuppo asume riesgos y los conduce a muy buen puerto. El primero de ellos es mantener en vilo al espectador con una sucesión de imágenes provenientes de diversos contextos, que arrasan la visión a una considerable velocidad. El segundo consiste en utilizar una voz en off que arma un relato fascinante donde se mezclan la biografía de Christian Villeneuve, precursor de la energía eléctrica, la ciencia y el esoterismo, las pasiones personales y el destino de una civilización que bajo las políticas neoliberales y con el avance del capitalismo ha asumido los rostros más siniestros. Lo grandioso del documental es el entretejido formal al que asistimos y de qué manera, gracias a un montaje prodigioso, conviven todas esas líneas discursivas sin perder el centro neurálgico (visual y argumentativo). El tono impersonal de la voz habla de una neutralidad parecida a la de un ordenador que suministra datos todo el tiempo. En este punto, la película parece conectarse con una nueva tendencia enunciativa donde se materializa una memoria de tipo informática. Al mismo tiempo que se acumula la información (nunca sabremos dónde comienza la realidad y termina con la ficción), se crea la ilusión de que podremos abarcarlo todo. El trabajo de campo detrás de lo que se dice y la multiplicidad de referencias documentales y cinematográficas, sostenidas con la estructura de un diccionario, permiten acceder a un viaje misterioso y fascinante. Guillermo Colantonio


Presagio, de Matías Salinas / 4 puntos

Podemos definir brevemente el film de Salinas de esta manera: es una película que no logra trascender limitaciones de origen (principalmente presupuestarias, pero también de actuación y puesta en escena) y al mismo tiempo se mete en el embrollo de querer ser una película de guión, con un giro sorpresivo que supuestamente re-significa todo el resto, sin lograrlo del todo. Un escritor que ha perdido a su familia en un accidente automovilístico habla acerca de sus pesares con su psiquiatra. Esta conversación que se desarrolla a lo largo de todo el metraje es el eje argumental: a partir de allí se dispararán los flashbacks en tono medio de ensueño y medio de pesadilla que nos dejan visualizar el estado emocional crítico del protagonista. A pesar de tener algunas buenas ideas en cuanto a situaciones de miedo y revulsivas, en general, el tono amateur y teatral de las actuaciones hace que cualquier tipo de tensión se diluya. Y si logramos superar este escollo, el giro final termina por sepultar las posibilidades de redención de Presagio. Otro caso de un film cuyas fallas no lo dejan despegar a pesar de sus buenas intenciones. Matías Gelpi


Sucio y desprolijo: el heavy metal en Argentina, de Lucas Lot Calabró y Paula Alvarez / 7 puntos


sucioRecorrido por las historia del heavy metal que se centra en la figura de Ricardo Iorio, ya que aunque los demás personajes tengan cosas que contar indirectamente se vuelve al líder de Almafuerte, una de las piezas fundamentales del género en nuestro país. El otro músico que tiene un momento de mitificación fuerte es Pappo. El recorrido comienza con los pioneros del rock nacional, y se habla de Manal y El Reloj como bandas de un rock más duro que fue lo más cercano a este movimiento en la década del 70. Los primeros dos que realmente tuvieron sonido e imagen de heavy metaleros fueron Riff y V8. Se habla de la rabia que esa generación tenía en sus letras: Destruccion fue el título de una de las canciones más emblemáticas del período. También se sigue la relación que tuvieron con la violencia, principalmente en las décadas del 80 y 90, algunas veces demasiado direccionada por los medios, otras veces por el mismo público que acrecentaba las diferencias de gustos con respecto a qué es heavy metal y qué no. El cambio de mentalidad de buena parte del público de fines de los 90, que hizo volver a los padres con sus hijos a los recitales, reforzando esa idea de familia que tienen. Hay pequeños apartados muy interesantes, uno es la falta de mujeres en el género, que muchas veces se debió a esa imagen machista que se mostraba hacia afuera, aunque por suerte cambió mucho en los últimos años, como comenta Silvina Harris. Otro punto interesante es la tendencia a cerrarse como comunidad, lo que incrementa su sentido de pertenencia, pero a su vez los aísla un poco de otros públicos. Esta dicotomía se nota en las expresiones de algunos de los entrevistados. Gabriel Piquet


Testigo íntimo, de Santiago Fernández Calvete / 5 puntos


testigoAl igual que en La segunda muerte, Fernández Calvete vuelve a pensar y ensamblar el thriller en función de discursos sociales, culturales e institucionales. Si antes había abordado la religión y lo ritualista, ahora lo familiar y la pareja son puestos en duda y condicionan el destino de los protagonistas. En ambos films, la ambición demostrada es sustancial y la confluencia entre lo cultural y lo genérico no termina de estar a la altura de los objetivos. En verdad, en Testigo íntimo lo que termina pesando más, a partir de su mejor configuración, es la vertiente dramática, ese enfrentamiento que se va formando cuando lo femenino hace crujir los vínculos de sangre masculinos. Lamentablemente, todo ese foco narrativo debe luchar contra personajes secundarios que son apenas una excusa y una estructura de suspenso que juega con el dilema que presenta unos cuantos baches y arbitrariedades. Se trata de una película que peca de falta de síntesis, que a pesar de lograr algunos climas interesantes termina desbordada por sus propias ambiciones. Fernández Calvete repite riesgos -y eso siempre es bueno- pero no termina de superar los obstáculos que su propia mirada cinematográfica se plantea. Rodrigo Seijas


Umbral, de Julian Lona / 7 puntos


Desde el formato documental, el film intenta dejar una huella para las próximas generaciones. Se testimonia a diferentes músicos solistas y representantes de bandas, como Fito Páez, Café Tacvba, Illya Kuryaki, La vela puerca y Nonpalidece, y las relaciones que tienen con la tecnología. De esta manera se explora cómo han afectado los cambios de formatos en la música. Esto le da pie para poder hablar de las relaciones con las discográficas y las nuevas formas de consumir que se promueven mediante Internet. La composición es un gran fuerte de este documental. Las escenas con los artistas están mechadas entre lo previo, la entrevista y momentos en los que ellos exponen su arte. Estas tres partes están justamente elegidas a modo que muestran una composición armoniosa y que deja expectativas. La elección de algunos entrevistados como Néstor Ramljak le da una chispa extra por su grado de carisma y exotismo al hablar. La previa a las entrevistas, un recurso que en estos últimos momentos se utiliza como el detrás de escena, también genera un clima apropiado, porque permiten al espectador formar parte de la dificultad para acceder a las entrevistas con músicos de tal renombre. Melody San Luis


Una novia de Shanghai, de Mauro Andrizzi / 6 puntos


Acostumbrado a un registro experimental, Andrizzi arriesga aquí a moldear su cine bajo estructuras un poco más convencionales: estamos ante una suerte de comedia de enredos, protagonizada por dos chinos que encuentran un cadáver y deben darle sepultura para cumplir con el deseo de un fantasma. La película, algo errante por momentos, encuentra sus mejores pasajes en situaciones retratadas con un humor entre absurdo y lisérgico, y en la contemplación que hace la cámara de Andrizzi de las calles de la fascinante Shanghai: un rompecabezas colorido y singular que aporta el marco inmejorable a una historia bajo toda norma delirante. De todos modos se trata de un proyecto financiado por una compañía con fines publicitarios, y en ese sentido se agradece la organicidad y la poesía particular que logró darle el director a sus imágenes, negando cualquier posibilidad de ser una película por encargo. Mex Faliero


Uno mismo, de Gabriel Arregui / 5 puntos


Lo que pretende contar el film es una historia de crecimiento: la de Uno, un joven que tiene una existencia común, ordinaria, apacible, que vive solo y tranquilo, inserto en una rutina donde sus amigos y su equipo de fútbol favorito, Quilmes, poseen lugares preponderantes. Hasta que sucede lo obvio en la vida de todo hombre: aparece una mujer que le sacudirá sus estanterías, obligándolo a repensar y cambiar sus esquemas. No tiene nada de malo abordar este modelo de relato, por más que haya sido transitado una y mil veces: somos miles de millones de hombres en el mundo, todos con experiencias distintas e infinitas de miradas posibles. La mente, el corazón, el alma masculina, aún en sus aparentes simplicidades, siguen siendo en esencia enigmáticas, y más aún lo es su vínculo con la contraparte femenina. El problema es que Uno mismo posee unas cuantas ideas para trabajar las relaciones y cómo acciona el punto de vista del protagonista, pero no dejan de ser esbozos, aproximaciones, piezas sueltas que no terminan de conectar entre sí. Como un borrador que no se terminó de pulir, es una película donde los defectos se imponen a las virtudes, dejándola varada en insinuaciones de lo que pudo haber sido un relato más tangible. Rodrigo Seijas (extracto de la crítica publicada anteriormente)


Valdenses, de Marcel Gonnet Wainmayer / 6 puntos


valdensesFrancamente, no conocía nada sobre los valdenses. Es más, no tenía idea de que existieran. Y la verdad que luego de ver este documental de Wainmayer, me sentí un tanto avergonzado y al mismo tiempo muy curioso. Avergonzado por mi ignorancia previa -que en cierta forma persiste- y curioso por conocer más sobre los valdenses, que a todas luces se revelan como una comunidad fascinante. El documental gira alrededor de la recuperación de la película muda Fideli per secoli, que fue realizada por grupos de jóvenes italianos en 1924 y prohibida por el fascismo; en torno a la puesta de la obra teatral Li Valdés, del Gruppo de Teatro Angrogna, que se zambulle en la historia valdense, acompañando una gira por las colonias valdenses de Argentina y Uruguay; y en la representación de otra obra teatral, From this day forward, realizada por los valdenses de Carolina del Norte. En esa dispersión, Valdenses encuentra unos cuantos momentos de interés a partir de preguntarse permanentemente las formas en que dialoga el presente con el pasado valdense, con el arte como herramienta fundamental no sólo de afirmación de una identidad, sino también de resistencia a los discursos hegemónicos, reivindicándose incluso como herejía que combate lo establecido. Pero es también cierto que hay pasajes donde el film pierde el rumbo, donde la combinación de materiales no termina de cuajar de una manera fluida. Aún así, Wainmayer tiene la humildad suficiente para hacer foco en un par de factores muy puntuales, dejando entrever a través de la narración que detrás de cada sujeto valdense que puede expresarse en la actualidad hay siglos de lucha, confrontaciones permanentes por sobrevivir frente a los discursos -y las acciones- totalitarias, que fueron las que permitieron llegar a ese presente. Rodrigo Seijas (extracto de la crítica publicada anteriormente)


Vapor, de Mariano Goldgrob / 7 puntos


Primer film de ficción para Goldgrob, donde narra la historia del reencuentro fortuito entre dos ex amantes, luego de años de no verse ni saber nada uno del otro. La película se presenta como una cámara intrusa que sigue el andar nocturno de estos dos amantes por la ciudad de Buenos Aires: las calles, el subte, la cantina de barrio, una fiesta under, construyen una puesta en escena repleta de lugares comunes, identificables para el espectador porteño. En el andar constante de ambos personajes, este periplo nostálgico del reencuentro (sumado al alcohol y al calor de una sequía que azota la ciudad) va desarrollando una tensión amorosa particular, de aquellos que quieren estar juntos, pero no se animan. Los diálogos son por momentos profundos (hablan de deseos pasados y futuros, experiencias) y por momento banales, denotando cómo el encuentro íntimo se va postergando, lo que crea la intriga del film. Parafraseando a Cerati, el director nos propone un paseo inmoral, que recorre no sólo la ciudad, sino también los deseos, las frustraciones, las indecisiones, las contradicciones y las valentías de aquellos protagonistas anónimos que recorren esas mismas calles todos los días. Rocío Belén Rivera

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