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24 líneas por segundo: el festival que no fue

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

cine marplatenseEste fin de semana los cinéfilos marplatenses deberíamos estar en las salas, mirando la producción audiovisual local: es que había sido elegido por las autoridades de Cultura municipal para la realización de la segunda edición del Festival de Cine Marplatense. El anuncio oficial se hizo el 30 de marzo en Villa Victoria, y con el festival venían un montón de propuestas vinculadas con la actividad. Pasaron apenas -casi- noventa días, pero en verdad parece una eternidad. De la foto de aquel día, no queda nadie: el director del Distrito Audiovisual, Emiliano Mensor, dio un paso al costado; también la directora del Emtur, Natalia Behr. Situación que en verdad tuvo que ver con una crisis institucional que padeció (y aún padece) la gestión del intendente Carlos Arroyo, y que arrastró mucho más que eso, incluso cosas mucho más importantes para la institucionalidad de una ciudad. Pero somos un sitio de cine y este tema es nuestro centro. Desde Fancinema cuestionamos múltiples aspectos vinculados con la primera edición del Festival, relacionados fundamentalmente con asuntos organizativos, de criterio y con el oportunismo político de la anterior gestión del intendente Gustavo Pulti (está claro, y lo lamento por los artistas involucrados -algunos, incluso, amigos-, todos fueron utilizados por una gestión que en el inevitable ocaso quería demostrar su acción en política cultural y ganar favores). Pero lo que importa es el fondo: se logró un Festival, se lo podía modificar, reformular, repensar, pero nunca anular. Y mucho menos anular sin una comunicación oficial que justifique la acción. Nadie sabe realmente por qué se lo suspendió -más allá de los dichos de pasillo que siempre aparecen- y esto es realmente gravísimo, teniendo en cuenta la desprolijidad de haber lanzado una convocatoria y presentado una imagen institucional, desprolijidad que se suma a los primeros y confusos pasos dados por la actual titular de Cultura, Silvana Rojas. Particularmente no me gusta este presente de reflexión demasiado lineal, donde todo se analiza por blanco o por negro, y fundamentalmente por una convicción en la mirada sesgada. Sin embargo, aquellos miedos esbozados por diversos sectores sobre las verdaderas intenciones de la presente gestión en materia de cultura se confirman. Esto no es una cuestión de herencias recibidas ni nada que se la parezca, es un simple achicamiento del campo cultural. Perder el espacio de reflexión que aporta un festival de cine es definitivamente  algo a considerar. Queda la esperanza, claro está, de que los encargados recapaciten y nos sorprendan con ideas superadoras a futuro. O con alguna idea, al menos. Es un deseo.

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