Por Rodrigo Seijas
ATENCIÓN: SPOILERS
Hay una escena que es sumamente representativa de lo que fue este inicio de temporada de Game of thrones: Tyrion y Varys van recorriendo Meereen, discutiendo cómo gobernar la ciudad en ausencia de Daenerys. Es una secuencia que funciona muy bien, porque el director Jeremy Podeswa –quien no sólo trabajó en varios capítulos de esta serie, sino también en Boardwalk Empire, True detective, Homeland y The walking dead, entre otras- es un realizador que maneja con gran fluidez la puesta en escena y encima el dúo que forman estos dos personajes es estupendo, hay una química notable entre ellos. Pero a la vez, a lo que asistimos es a un paseo apenas informativo sobre cuestiones que como espectadores ya sabíamos o intuíamos, y no mucho más.
Esta sensación recorre casi todo el desarrollo de The red woman, un típico episodio para darle comienzo a una nueva temporada, que retoma cuestiones que se venían cerrando previamente y presentando otras. Hay mucha información en el capítulo pero poco progreso real. Por ejemplo, en Castillo Negro, la revelación de la muerte de Jon Snow no desata una hecatombe, sino un pausado juego ajedrecístico donde el grupo que apoyaba al fallecido, liderado por Davos, ha quedado encerrado esperando un milagro y pensando un posible contraataque. ¿Pasa algo relevante? No realmente, la tormenta todavía no se ha desatado, lo cual no nos hace caer en el aburrimiento, porque hay un astuto manejo de los espacios cerrados.
De forma similar, aunque Brianne y Pod salvan a Theon y Sansa, ese giro no deja de ser previsible y en verdad no cambia la situación de los perseguidos. Y lo mismo cuenta para Daenerys, quien ve cómo su situación, en manos de los Dothraki, en vez de mejorar, termina empeorando. La única subtrama que tiene un verdadero avance es la correspondiente a Dorne, donde Ellaria toma el poder luego de asesinar a Doran y Trystane. El problema aquí es que los personajes aquí no tuvieron un gran desarrollo y aunque podemos darnos cuenta que Ellaria y las Serpientes son mujeres con ambiciones y rencores acumulados, y que ya están cambiando unas cuantas ecuaciones con sus acciones, todavía están lejos de ser verdaderamente importantes, su conexión con el relato general –y por ende, con los seguidores de la serie- no ha terminado de ser consolidada.
Pese a todo, The red woman es un capítulo sólido que muestra esa particular magia que posee una serie como Game of thrones para desplegar múltiples personajes e historias, con muy pocos desniveles, un manejo de los tiempos muy preciso y una creación de climas distintiva, casi única. La escena final, donde se revela la verdadera naturaleza de Melisandre –quien ha quedado entre descolocada y angustiada luego de los acontecimientos de la temporada pasada-, es una muestra de ello. Es prácticamente una garantía que a medida que se sucedan los episodios, las tensiones irán creciendo y los cruces de ambiciones decanten en momentos explosivos.