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El hobbit oscuro: apuntes extras sobre la grieta festivalera (y las grietas de los festivales)

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

unciparMex Faliero ya se explayó en abundancia el domingo, en sus 24 líneas por segundo, sobre la grieta festivalera. Sin embargo, todavía quedan algunas cosas para decir sobre los festivales de cine en la Argentina, las grietas que genera el tema y las grietas mismas que presentan estos eventos en sus estructuras.

1-Si se mira el fondo del asunto, la discusión es bastante simple: esencialmente, gira alrededor del dinero. Los diversos festivales que se organizan necesitan del apoyo económico del INCAA para seguir adelante con sus diversas actividades. Es cierto que también el INCAA puede brindar un respaldo logístico y hasta institucional, pero lo fundamental y más necesario pasa por lo económico, por el dinero, que en general termina siendo la principal variable de ajuste. Ahora, lo cierto es que cuando uno comienza a observar aunque sea un poco de cerca a los distintos festivales, puede encontrar una lamentable coincidencia, convertida en regla general: no se sabe cuánto dinero utilizan, cómo lo utilizan o por qué lo utilizan. Ningún festival explicita hacia afuera –es decir, hacia la ciudadanía en su conjunto- las variables económicas que los constituyen en sus funcionamientos. ¿No sería apropiado y justo que se transparenten los montos y modos en que se invierte el dinero del Estado, es decir, del pueblo argentino? Porque además, el Estado Nacional no es el único que invierte dinero y recursos en estos eventos: también lo hacen los estados provinciales y municipales. Si todo sigue quedando en un manto oscuro y neblinoso, si la transparencia es lo que sigue faltando, es mucho más fácil ver a los festivales como gastos y no como inversiones de tipo cultural. Si todo sigue por esta senda, se le hace mucho más fácil a ciertos sectores ansiosos por reducir estos espacios el reclamar un ajuste.

2-Los festivales son entidades que suelen invocar valores como el pluralismo, la inclusión, la diversidad y el federalismo. Lo mismo se puede decir de otras entidades que hacen foco en diversos ámbitos del cine en la Argentina. Sin embargo, ya son numerosos los casos donde terminan contradiciendo esos valores sobre los que se dicen sostener. Los sucesos ocurridos en las últimas semanas explicitan eso de manera tajante: en FANCINEMA, nos tuvimos que enterar de los comunicados publicados por RAFMA y UNCIPAR por terceros, porque ni la Red que agrupa festivales y muestras, ni el festival de cortos de Villa Gessell se mostraron muy preocupados por darles difusión a través de gacetillas masivas, y se conformaron con hacérselos llegar a medios mayoritariamente porteños y que ya de antemano avalen sus posturas. Podemos recordar hechos similares con el BAFICI, el Festival de Mar del Plata y Pantalla Pinamar, que delatan falta de inclusión, discriminación a la hora de brindar información, amiguismo y hasta preocupantes dificultades para lidiar con opiniones críticas. La semana pasada se sumó el episodio de las nominaciones a los Premios Cóndor, donde Cronistas volvió a mostrar que eso del federalismo y la pluralidad son nociones usadas de la boca para afuera: que la Asociación haya anunciado el listado de nominados a los Premios Cóndor en el marco de Pantalla Pinamar (festival que maneja las acreditaciones y la difusión de información con una lógica de club privado de amigos en vez de evento cultural público) no deja de guardar una triste y lógica coherencia. Para que quede claro: la palabra no es necesariamente acción, y por lo tanto debe haber una preocupación real, tangible y volcada a los hechos por parte de los festivales y otras instituciones vinculadas al universo cinematográfico por promover y dialogar con otras voces. La democracia no se aplica sólo con los amigos y los que nos dicen siempre que sí; la democracia es un poco más compleja y requiere de mucho más esfuerzo.

3-Hay muchos festivales que se sostienen primariamente en el aporte del Estado, pero también unos cuantos que lo hacen con poco o ningún apoyo estatal, a pulmón, en base al esfuerzo –económico, de tiempo, de esfuerzo, de inventiva- de unos pocos individuos. El festival FUNCINEMA, organizado por integrantes y/o colaboradores de este sitio web, es uno de ellos. Sería interesante que de parte de muchos sectores que sólo hacen foco en los festivales “estatales” hubiera una mayor preocupación y/o análisis respecto a los festivales “privados”, porque son demostraciones de que, aunque es muy importante la colaboración del Estado, se puede llegar lejos de manera independiente. Aún así, la confluencia de lo estatal con lo individual es posible y viable, aunque hay que discutir las formas. El desafío inicial es que se ponga ese tópico dentro de la agenda de debate.

4-No hay una sola forma de ajustar y se puede recurrir a métodos distintos, algunos más sutiles que otros. A veces, sólo basta con reducir la cantidad de días, como con el Festival de Mar del Plata, que a partir del 2009 y hasta el año pasado pasó de tener once a nueve días. Ahora recién estaría recuperando una jornada más. Eso sí, para hacer todo tipo de ajustes, siempre se debe contar con unos cuantos silencios cómplices.

5-Hablábamos en el párrafo anterior de los silencios. En FANCINEMA, ya a esta altura no nos sorprende que seamos el único medio que intenta hablar de estos temas –con todas las limitaciones y errores que podemos tener- con algo de profundidad, proponiendo miradas a corto, mediano y largo plazo, y alejándose un poco del recorte partidario. Alrededor nuestro, notamos un opaco silencio o mucho ruido, de ese ruido que termina ahogando cualquier clase de debate medianamente productivo. Un poco nos sentimos como el predicador en el desierto, pero eso no habla tanto de nosotros como de los demás. Los distintos sectores que integran el cine argentino parecen estar demasiado conformes y cómodos con las discusiones anecdóticas. Mientras tanto, las oportunidades –de todo tipo- se siguen desperdiciando.

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