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Burying the ex

burying1Título original: Burying the Ex
Origen: EE.UU.
Dirección: Joe Dante
Guión: Alan Trezza
Intérpretes: Anton Yelchin, Ashley Greene, Alexandra Daddario, Oliver Cooper, Ozioma Akagha, Mark Alan, Erica Bowie, Archie Hahn, Tomoko Karina, Stephanie Koenig, Wyndoline Landry, Julia Marchese, London May
Fotografía: Jonathan Hall
Montaje: Marshall Harvey
Música: Joseph LoDuca
Duración: 89 minutos
Año: 2014


5 puntos


Sin el toque Dante

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

burying2Justo en el mismo día en que vi Burying the ex, tuve oportunidad de volver a ver en el cable Pequeños guerreros, una de las joyitas de Joe Dante, una película destinada al público infantil de una madurez inapelable que, a pesar de contar con producción de Steven Spielberg, se la podía ver como la anti-Rescatando al Soldado Ryan. Un film de pura irreverencia, que agarraba al género bélico y lo daba vuelta como una media, que poseía una mirada despiadada sobre las corporaciones y que era infantil en el sentido más desestabilizador y destructivo del término.

Lamentablemente, Burying the ex está muy lejos de Pequeños guerreros y es una pequeña decepción. Y eso que el planteo sonaba ideal para Dante: Max (Anton Yelchin) está de novio con Evelyn (Ashley Greene), que sería una buena chica si no fuera porque es esencialmente posesiva y mandona hasta el punto de lo insoportable. Max, que es un cobarde de campeonato, finalmente se decide a terminar con ella, pero el destino se encarga de ahorrarle el trabajo cuando Evelyn muere atropellada justo enfrente de él. Aunque claro, el destino no es tan lineal en sus asuntos y hará que Evelyn vuelva de la tumba convertida en un hambriento zombie, justo cuando Max estaba comenzando una nueva y prometedora relación con otra chica, Olivia (Alexandra Daddario), que parece ser “la” indicada para él. Estaba todo servido: el humor negro, el diálogo con el terror desde el humor negro, la comedia con triángulo amoroso, la noción del crecimiento a través del vínculo con la otra persona, el choque de las perspectivas masculina y femenina sobre el amor, aunque claro, para eso había que disponer los elementos de la manera adecuada.

Y lo cierto es que Dante nunca le encuentra la vuelta al relato, que padece los volantazos del guión de Alan Trezza, demasiado preocupado por hacer avanzar la trama pero sin consolidar los vínculos entre los personajes y las situaciones cómicas. En Burying the ex prevalece la sensación de que faltó un pulido final al proyecto, un trabajo más ajustado para terminar de redondear lo que se iba a narrar, que trascendiera el conjunto de ideas iniciales. Y eso contagia a las actuaciones: ni Greene ni Daddario, a pesar de sus evidentes esfuerzos, consiguen encontrar el tono adecuado para que sus respectivos roles desarrollen la comicidad indicada, pero lo peor es el desempeño de Yelchin, totalmente desganado, sin aportarle chispa y capas de sentido a su protagónico. El único que en determinadas instancias acierta con lo requerido para su anárquico papel es Oliver Cooper, como Travis, el medio hermano de Max.

Recuerdo una película de 1999, El diablo metió la mano (Idle hands en el original), que contaba con los protagónicos de Devon Sawa, Seth Green y Jessica Alba, bajo la dirección de Rodman Fledner y que también jugaba con lo sobrenatural. En su momento no la vio nadie y ahora casi nadie la recuerda, lo cual es una pena, porque era un film donde las drogas jugaban un papel decisivo para enriquecer una trama donde se imponía un saludable descontrol. Burying the ex, por el contrario, pareciera no animarse a tirar la casa por la ventana, y eso también es una pena. Más aún si tenemos en cuenta que el hombre detrás de cámara era Dante y que eso casi nunca se nota.

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