Por Cristian Ariel Mangini
El episodio de Hannibal de esta semana, dirigido por John Dahl, una figura versátil que ha trabajado en numerosos episodios de distintas series entre las cuales se destaca Dexter (ya que hablamos de asesinos seriales y psicópatas), es desde donde comienzan a perfilarse los tópicos de esta mini-temporada que adapta los hechos de El dragón rojo. Sí, podríamos decir que empezó la semana pasada, pero lo cierto es que el excelente episodio dirigido por Neil Marshall tenía demasiado que cerrar tras lo ocurrido en Digestivo, además de comenzar a dar lugar a Francis Dolarhyde, aunque más no sea desde los perturbadores silencios y la actuación de Richard Armitage.
Parece mentira que en una serie tan oscura como Hannibal, la cuestión familiar tome un lugar tan relevante como para ser el tópico central de todo un episodio (aunque es cierto que siempre fue un tema de fondo). Esto es lo que ocurre con … And the woman clothed with the Sun, título que refiere a la serie de pinturas de William Blake en torno al Gran Dragón Rojo. Aquí veremos cómo esa frase de Sartre, “cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”, se aplica en el caso de la familia atravesando a todos los personajes que vemos en pantalla: el siniestro flashback de Dolarhyde (que apenas esboza una historia de horror y abuso), el dilema de Will al verse alejado de su nueva familia como soporte, los flashbacks que nos ubican en fragmentos que explican cómo Abigail simuló su propia muerte junto a Hannibal y cómo ese vínculo “familiar” también integraba a Will –cómo sabemos, en Mizumono las cosas no terminan nada bien- , la mención de la familia que ha hecho Alana con Margot y, finalmente, la mención de la muerte de Bella. La forma en que este eje dramático afecta a cada uno es trabajada con destreza a lo largo de este capítulo.
Pero cuando decíamos que se trata de una temporada donde comienzan a perfilarse las luces y sombras de cada personaje, es porque la aparición de El hada de los dientes y sus asesinatos ha afectado los vínculos y reflotado viejos miedos. En el caso de Will, el hecho de utilizar su don nuevamente y buscar a Hannibal para que le dé indicios para atrapar a Dolarhyde quebranta la estabilidad que había conseguido junto a su familia; por otro lado se da a entender que Jack se encuentra utilizando nuevamente a Will como una herramienta, mencionado brevemente por Hannibal en una línea maliciosa; mientras que Alana hostiga a Hannibal aprovechando su autoridad durante su encierro, buscando con esto proteger a Will de su influencia. La reaparición de Freddie Lounds, la astuta periodista encarnada por Lara Jean Chorostecki, será enmarcada por la (justificada) hostilidad de Will y, como ya sabemos por el anterior episodio, el odio de Dolarhyde.
Pero lo más interesante ha estado en cómo se está construyendo de a poco el personaje de Dolarhyde. Si en el anterior episodio lo escuchábamos apenas emitir gruñidos, ahora lo veremos comunicarse y relacionándose con una joven mujer ciega que le plantea ayudarlo con sus tareas fotográficas, ignorando, por supuesto, de quién se trata. El personaje de Reba (Rutina Wesley) hurga en la humanidad de Dolarhyde en una secuencia doméstica cargada de tensión, actuada con solvencia por Armitage.
El juego de manipulación y de caza, un elemento que se encuentra a lo largo de toda la serie, tiene en este episodio el final que demuestra cómo cada eslabón influye sobre el otro para desatar el caos. Halagado por artículos periodísticos de Freddie Lounds, Dolarhyde finalmente falsea su identidad y se conecta con Hannibal, llevando a que el plan de Jack vaya acorde a lo esperado. Sin embargo, estas acciones nos llevan a repensar su personaje, que parece tener una brújula moral distinta al personaje que conocimos en la primera temporada: está dispuesto a utilizar cualquier estrategia con tal de atrapar a este asesino, y si ello implica utilizar otro –y a Will en el proceso-, lo hará. Los próximos episodios dirán cómo se desarrollan estos juegos de caza.