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Juegos de placer

woogie1Título original: Boogie Woogie
Origen: Inglaterra
Dirección: Duncan Ward
Guión: Danny Moynihan, basado en su propia novela
Intérpretes: Gillian Anderson, Alan Cumming, Heather Graham, Danny Huston, Jack Huston, Christopher Lee, Joanna Lumley, Simon McBurney, Meredith Ostrom, Charlotte Rampling, Amanda Seyfried, Stellan Skarsgård, Jaime Winstone
Fotografía: John Mathieson
Montaje: Kant Pan
Música: Janusz Podrazik
Duración: 94 minutos
Año: 2009


4 puntos


El talento faltó a la cita

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

woogie2La trampa y el engaño en ámbitos intelectuales y de poder económico en una Londres snob y cínica son el centro de esta comedia británica que, a partir del juego con su título (tanto en la versión original como en la que le pusieron en desgracia aquí) también procede con un engaño hacia afuera. Esta Juegos de placer de 2009 se llama Boogie Woogie, que suena parecido a Boogie Nights, la película de Paul Thomas Anderson de 1997 a la que aquí le pusieron -créalo o no- también Juegos de placer. Pero no sólo eso, porque en ambas películas actúa Heather Graham y, además, hay un personaje que es puro fetichismo y que anda en patines y faldas cortas por ahí. Como si fuera poco, hay algo de drogas y sexo (no tanto como en la de Anderson, es cierto) y el conflicto gira alrededor de una serie de personajes que se cruzan en el mundo de la venta de arte: es el presente y no es el cine porno; en algo se diferencian.

Pero más allá de las similitudes sospechosas, esta Juegos de placer de Duncan Ward es un discreto intento por montar una comedia de trampas, enredos, parejas que vienen y van, con ritmo frenético y una maldad supina en el muestrario humano que exhibe: casi no hay personajes salvables en este compendio de empresarios, merchants, artistas berretas, conceptualistas, coleccionistas y esposas despechadas; todos son chantas, mentirosos, patéticos, egoístas, arribistas. Es verdad que al fin de cuentas la película no termina por configurar un marco donde la moraleja se imponga, y si bien hay un amague con cierta instalación que demuestra la crueldad imperante en todo arte autorreferencial, la reflexión queda un tanto relegada en función del ruido, del montaje espástico y de la necesidad por ser más cínico que sentencioso. Todo gira alrededor de un cuadro de Piet Mondrian (que le da título al film) del cual su anciano propietario no quiere desprenderse, y los personajes que aparecen circundando esta operación: el final es un cierre que exhibe, no obstante, que esos círculos nunca se cierran y todo vuelve a empezar.

Lo curioso de esta Juegos de placer es que el reparto es notable e imponente, con Gillian Anderson, Alan Cumming, Heather Graham, Danny Huston, Christopher Lee, Charlotte Rampling, Jack Huston, Amanda Seyfried, Stellan Skarsgard, pero la película no logra sacarle brillo a todo esto. Cada cual parece atender su propio juego en escenas disonantes, tal vez consustanciados los actores con el estigma que se apodera de los personajes. Lo peor es que hay una búsqueda evidente de la risa, con presencias como la de Danny Huston que resulta totalmente molesta por su falta de timing y su excesivo protagonismo. Precisamente Juegos de placer es ese tipo de película que se esfuerza pero no da nunca en el tono. Esas películas que no calificamos como malas, pero sí como totalmente fallidas. Y ante tanto talento presente, da un poco de pena.

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