No estás en la home
Funcinema

MAR DEL PLATA 2014: mini-críticas de FANCINEMA

Aquí el tradicional repaso por la programación del festival, con nuestras reseñas cortas de aquellas películas que vamos viendo (111 películas reseñadas).


A hard day, de Kim Seong-hun / 8 puntos


ahardadySi el cine argentino demostrara la mitad de la pericia y el nervio que muestra este exponente del cine coreano, estaríamos caminando por las paredes de la felicidad e inflando el pecho de orgullo nacionalista. Este thriller arranca con un detective de la policía que en el mismo día en que debe asistir al funeral de su madre, mientras su división está siendo investigada por Asuntos Internos, atropella con su auto a un hombre. Ese es sólo el comienzo, porque la película irá avanzando con múltiples vueltas de tuerca, quemando puentes a cada rato, con secuencias de acción estupendamente filmadas, un villano temible y hasta gigantesco en su maldad (lo que lleva a que el relato coquetee en numerosas ocasiones con el género de horror) y una construcción narrativa que no esquiva el humor negro, juguetón y absurdo. La mirada sobre la impunidad con que se manejan los integrantes de las fuerzas de seguridad es impiadosa, lo que no impide que la trama absorba al espectador por completo, creando un verosímil potente, que se impone a cualquier objeción a posibles agujeros argumentativos. El resultado es un film explosivo, que va para adelante a toda velocidad y que rompe con todo y todos. Rodrigo Seijas

A hard day / 5 puntos. A veces es preferible que un film sea malo para ser tortuosamente disfrutable pero la coreana A hard day es una decepción regular ya que la trama es interesante pero padece de una extremísima velocidad con la que el relato es contado. El film en cuestión nos presenta al agente Gun-Su que tras el velorio de su madre atropella a un individuo y decide ocultar su cadáver. Todo comienza a complicarse cuando uno de sus colegas profundiza en el caso y aparecen testigos. Como si fuera poco se suman más problemas, como un pedido de divorcio e inspección por malversación de fondos en la jefatura de Gun -Su. Este segundo film de Kim Seong-hun en clave de thriller policial abusa de situaciones humorísticas muchas veces forzadas y demasiado consecutivas cuando parecía una propuesta seria en su tráiler y con algunas gotas simpáticas cada tanto. Abusa también de una acción desmedida sin tiempos a profundización alguna y excluyendo al disfrute de conclusiones por buena parte del público, algo típico en el género detectivesco ¿Cuestión cultural? No, no lo creo. Si A hard day quiso jugar a ser creativa no lo logró, si quiso ser divertida hubiese elegido la sección humor (error de los programadores del Festival de Mar del Plata) y desprenderse de todo rasgo policíaco. Simplemente simpatizás con su formato como lo hizo en su destacada participación por el Festival de Cannes o la negás -tuvo un comienzo complicado en la taquilla coreana pero el boca a boca logró posicionarla-. Una floja propuesta que podría haber sido más de lo que prometió. Rosana López


Alive, de Jungbum Park / 6 puntos


aliveCon esta clase de films persistirá siempre la discusión acerca de los difusos límites entre representar la marginalidad y la miseria o construir un discurso miserable; también entre modelar un espectador paciente o padeciente. Las dos primeras escenas muestran a los personajes sin concesiones: uno, Jungchul, trabajador de una fábrica, exhausto, con su hacha; un instante después, una joven (su hermana) castigando su cuerpo con latigazos y clavos. La iluminación trata de atenuar el dolor pero ya sabemos que mucho menos que esto no esperaremos durante las casi tres horas que dura la historia. Park tiene en claro que la única forma de expresar la hostilidad a la que se ven sometidos los obreros en esa aldea del norte de Corea, con condiciones laborales infrahumanas, es retener al espectador a través de la intensidad de sus imágenes, para que sienta prácticamente la misma violencia física y psicológica de sus criaturas. Claro está, la sordidez de los ambientes estará machacada incluso con líneas de diálogo tales como: “¿no hay ningún lugar seguro en el mundo?” o “¿por qué no tengo nada?” y con la saturación sonora en ciertos pasajes donde es insoportable incluso el canto de los pájaros. Alive intenta una tesis social basada en la desigualdad. Sus trazos son gruesos, en especial en la configuración de los burgueses como en el sufrimiento de los obreros. No hay matices ni respiro en este dibujo. El pantano en el que vive Jungchul se agiganta. No puede arreglar nunca su casa ni tapar los errores de su familiar directo. Además, su mujer lo ha dejado. La paradoja es que mientras se postula un nihilismo atroz, los esfuerzos del protagonista por sostener a su hermana desequilibrada y a su sobrina son enormes. Se trata de un amor solapado, sin gestos edulcorados, que se alimenta con una energía casi sobrenatural por sacar a la familia adelante. Es en esta veta, cuando los azotes hacia el personaje (y por ende, para el espectador) disminuyen, que la película crece. Guillermo Colantonio

Alive / 9 puntos. No hay dudas que los asiáticos y en especial los surcoreanos son los reyes del drama y, Alive de Park Jungbum es fiel reflejo de esta cuestión durante sus casi tres horas de duración. Sin embargo, Jungbum sale muy airoso porque sabe condimentar este difícil panorama existencialista que encuadra a un trabajador de la construcción estafado por su jefe y con la importante «mochila» familiar de una hermana un tanto mentalmente enferma y a la vez sinvergüenza, que no puede responsabilizarse por su hija ni por su propia vida. Un nuevo comienzo en una planta sojera donde el protagonista es celado por sus compañeros ante su rapidez operaria no quita la permanencia de un estilo marginal, pesado y devastador como los presentados en Alive. Fotografías de una realidad sin esperanza alguna que no puede taparse fácilmente con las manos y ya es parte de un fenómeno global o moneda corriente. Alive presenta riqueza narrativa sufrible pero sin aprovecharse del melodrama barato y ya eso es muy respetable. Lo mismo sucede con sus paisajes asfixiantes, modestos y fríos. Una historia lineal que sin embargo logra captar la atención y nos permite profundizar sobre la identidad de sus protagonistas: hermanos e hijo en cuestiones de pobreza peleando por la fraternidad de los lazos y buscando una salvación más estabilizada. Rosana López


Alma salvaje, de Jean-Marc Vallée / 6 puntos


alma_salvajeReese Witherspoon le pone el cuerpo a la historia real de Cheryl Strayed, quien cuando estaba cuesta abajo en la rodada -en el medio de un cóctel de drogas, alcohol y sexo sin control- decide cortar por lo sano y buscar encontrarse a sí misma a partir de un viaje a pie de 1700 kilómetros desde la frontera con México hasta Oregon. Y lo hace muy bien, con una actuación equilibrada, que apela a la intensidad sólo cuando lo necesita, lo que permite compensar cierto desborde presente en algunos inserts que funcionan como flashbacks sobre los pecados y pérdidas de Cheryl. Hay en el guión de Nick Hornby (autor de Alta fidelidad) y la dirección de Vallée (Dallas Buyers Club) una tensión casi permanente entre el tono sentencioso acerca del pasado del personaje y su presente de reconstrucción y reconciliación consigo misma. A medida que avanza la narración y Cheryl empieza a mirar para adelante -sin dejar de mirar de reojo hacia atrás, aunque con otra perspectiva-, triunfa la segunda vía, convirtiendo a la película en un road movie subjetiva, corporal y hasta bien femenina. Rodrigo Seijas


Almost friends, de Nitzan Ofir / 7 puntos


Parte de una nueva generación de films que abordan el conflicto palestino-israelí desde una perspectiva más social que directamente política, este documental captura las genuinas ansiedades de dos nenas -una israelí y otra musulmana- al borde de la adolescencia intentando forjar una amistad real a través de un programa escolar de integración. Con una certera presentación de ambos sectores, mostrando sus diferentes creencias y, a través de ellas, la respectiva educación que se les brinda a los niños, esta producción exhibe claramente las caras del conflicto en la zona, principalmente por la intransigencia de ambos lados por ver algo bueno en el otro. Con diálogos contundentes y de gran potencia discursiva, Almost friends presenta el encuentro de las niñas (simple y cariñoso) con el posterior análisis social de dicha reunión (complejo y rencoroso). Sin embargo, cuando la historia parecía comenzar a desenrollar este intenso nudo, lamentablemente finaliza, dejando al espectador con ganas de más. Quizás este sea su máximo atractivo. Brian Macchi


A propos de Venise, de Jean-Marie Straub / 8 puntos


aproposEl mecanismo es similar al de Diálogo de sombras, sin embargo, no vemos a la actriz que lee. Las referencias a Venecia son acompañadas por bellísimas imágenes en planos fijos que hacen posible una perfecta conjugación entre los sonidos del agua y las palabras de los textos. La ligazón no es referencial en el sentido convencional ni ilustrativa, y la idea del tiempo ocupa un lugar preponderante: como mecanismo de representación fílmica, como el intento por materializarlo y congelarlo. Esta concepción de cine se encuentra en las antípodas de lo narrativo pero se conecta, en todo caso, con otras zonas de la experiencia estética y sensorial. Su radicalidad es también su discurso. Guillermo Colantonio


A quién le importa la muerte, de Claire Denis / 7 puntos


Dentro de la retrospectiva dedicada a esta interesante directora se incluye su segunda película de ficción que desde un comienzo pone en evidencia sus intenciones: armar una atmósfera de clandestinidad y complicidad entre dos compañeros negros que sobrevivirán en la gran ciudad a partir de las riñas de gallos. Denis no escatima mostrar la mugre que se junta, material y moral, en el proceder de aquellos franceses que explotan a los inmigrantes. Además, hace justicia con la cámara, permanentemente pegada a sus cuerpos, para conferirles la presencia que les niegan los otros. Son esos momentos donde los tensos encuadres instalan incomodidad, malestar, potenciado por un particular uso del sonido que incluye constantes ruidos de gallos. Sin caer en tesis sociológicas facilistas ni en discursos chillones, la película se destaca por la puesta en escena de lo físico, de esos rostros y espaldas seguidos de cerca, unidos hasta donde puedan en medio de la hostilidad, lo que le otorga al film un costado, si se quiere, poético, logrado, además, con fragmentos de monólogos interiores de uno de los personajes. En algún punto, varios tramos de la historia parecen conectarse con la tradición de ciertos arquetipos del policial, como si quisiera encuadrar genéricamente, recurso que utilizaría más tarde la directora en otras cintas. Guillermo Colantonio


As figuras gravadas na faca com a seiva das bananeiras, de Joana Pimenta / 6 puntos


Un título abrumador para una modesta propuesta experimental. Postales, una isla, un hallazgo y una voz en off que transmiten una atmósfera de ensoñación y de intriga. El registro parece corresponderse con un recuerdo y por momentos se dibuja un espacio debajo del mar, como si fuera el lugar de enunciación típico de un relato futurista. Bellas imágenes naturales, agradables sonidos, como si fueran un intento por apresar voces ancestrales. Luego, las postales, iluminadas a la manera de un telón que se abre y se cierra. Los 16 minutos del corto invitan a vivir esa experiencia y su duración está bien. Guillermo Colantonio


Assemblée générale, de Luc Moullet / 6 puntos


Un mismo escenario (interrumpido sólo una vez), una reunión de consorcio entre propietarios y un descabellado administrador perdido en la tecnología son los elementos con los que Moullet construye esta divertida historia. El humor es trabajado desde la distancia más que la empatía y dos o tres líneas de diálogo más algún desliz físico lo conectan con cierta tradición francesa de Tati o americana de Lewis. La situación se torna absurda desde el momento en que se evita siempre el centro de este tipo de convenciones: el estatismo. Por el contrario, los personajes se mueven, entran, salen, llenan progresivamente el lugar como si fueran los hermanos Marx. Los ángulos que elige el director para evitar el lastre teatral también contribuyen a su enrarecimiento. Y si bien hay momentos que funcionan (sobre todo con el administrador acosado por las directivas de su esposa al teléfono), otros se pinchan a partir de la carencia de ideas. Guillermo Colantonio


Aventurera, de Leonardo D´Antoni / 4 puntos


aventureraLa historia de una joven actriz colombiana que busca ascender rápidamente en su carrera y para eso va rompiendo todos sus límites éticos y morales tiene una primera mitad interesante, donde mantiene cierto equilibrio narrativo, contemplando sin juzgar las acciones de la protagonista y hasta tratando de entenderla. Pero cuando tiene que ir resolviendo su posición, el asunto se va espesando y el film se convierte en una fábula no moral, sino moralista, juzgando al personaje y sometiéndola a toda clase de castigos psicológicos e incluso físicos, impartidos por el destino pautado por el guión. Ese mismo guión no se preocupa por cubrir unos cuantos baches narrativos, pero sí por ir construyendo un discurso que va cayendo peligrosamente en la misoginia. Todo lo que podía salir mal, termina saliendo efectivamente mal. Rodrigo Seijas


Beyond the walls, de Galey Embrey / 8 puntos


beyondSe trata de un documental fresco e interactivo sobre el muralismo como expresión sociocultural de una comunidad en un determinado contexto histórico, y cuyo producto final sirve como leyenda viva para pasar a la eternidad. La directora nos presenta diversos panoramas del mundo tales como la figura del militante Boby Sands -encarcelado y fallecido a consecuencia de una huelga de hambre de 66 días- ante los problemas políticos en Irlanda de Norte; la lucha por los derechos de la mujer en el patriarcado de El Salvador; el eterno enfrentamiento entre Palestina e Israel hasta la historia particular de una nieta recuperada en Mendoza bajo la última dictadura militar argentina. Todo ello plasmado en las paredes que hablan, sienten y viven a pueblos que son acallados por el sistema político vigente o de aquel entonces. Los murales tienen mucho que decir y explota en colores vivos o simples negros y blanco que muestran «el mensaje a la sociedad». Estas obras no sólo intervienen un edificio o paredón, sino que se convierten en una real pieza de patrimonio público visual que nos relatan historias difíciles y tristes, o llenas de esperanzas haciendo catarsis a través de su plasmación. A la vez, Embrey demuestra cómo esta modalidad no sólo es un movimiento estético sino un proyecto en comunión con el otro. Una verdadera solidarización humana. Sin dudas, Beyond the walls nos invita a reflexionar, a educar y a maravillarnos con una técnica tan milenaria como comunicativamente popular, que escapa al ojo de los medios de comunicación vigentes. Rosana López


Birdman, de Alejandro González Iñárritu / 4 puntos


birdmanGonzález Iñárritu abandona las arbitrarias tijeras para fragmentar sus historias en pedacitos, los dramas sensibleros y pesados e incurre en el terreno de la comedia. La sensación es que las pocas ideas las aportan sus guionistas (en especial Bó) para narrar la historia de un actor en busca de reconocimiento luego de intentar despegarse de su rol de superhéroe. Más allá de lo que se cuenta, a Iñárritu le importa regodearse en el cómo muestra (una marca en su cine), haciendo gala del prodigio técnico que implica sostener un único plano secuencia (disimulado por supuesto) para seguir de cerca a los actores (maravillosos todos, por cierto), y en ese regodeo, lo que queda es un cúmulo de escenas y situaciones vistas. Al principio, los climas remiten a los films de Altman y Paul Thomas Anderson, sobre todo a Embriagado de amor, con la música que genera distancia, un personaje en busca de definición, y después un poquito de todo: besos lésbicos a lo Lynch, pasillos al estilo de El resplandor, desdoblamientos de personalidad similares a tantas películas, Keaton volando como si fuera el protagonista de Birdy y diálogos filosos en el escenario con la histeria de un Woody Allen. Un verdadero pastiche que, intuyo, va a ser el estreno sobrevalorado del año. Guillermo Colantonio


Branco sai, preto fica; de Adirley Queirós / 7 puntos


branco“Blanco sale, negro adentro” es lo que plantea el título en portugués, una consigna que remite a la forma en que eran detenidos quienes frecuentaban clubes clandestinos de música en los ochentas en los suburbios de Brasilia. Por supuesto, en verdad la película no está remitiendo específicamente a un club nocturno en particular, sino que está denunciando un apartheid social desde personajes que sufrieron en su cuerpo las consecuencias de esta persecución. Pero el film no transita un lineamiento convencional, sino que se va a los márgenes entre el documental y la ficción para dar lugar a un raro híbrido que va de los testimoniales frente a cámara hasta la ciencia ficción, con personajes que están en una búsqueda desesperada por sobrellevar sus vidas deshechas, apelando al formato coral. Entre la maleza de datos que van de la realidad a la ficción el director se permite la sutil ironía de inventar un pasaporte para poder pasar a Brasilia desde la periferia que rodea la ciudad. Más allá de que le pueden sobrar minutos y por momentos tornarse algo densa, su carismático protagonista y lo osado de la propuesta que, a pesar de jugar con los márgenes de la realidad puede exponer su mensaje claramente, la hacen una propuesta atendible. Cristian Ariel Mangini


Bugarach, de Ventura Durall, Sergi Cameron y Salvador Sunyer / 6 puntos


bugarachEl 21 de diciembre de 2012 era la fecha predicha por los mayas para el fin del mundo. Meses antes del Día del Apocalipsis se corrió el rumor de que Bugarach era el único lugar a salvo del acabose cósmico. Esa es la premisa de esta cinta que mezcla lo documental con lo ficcional para burlarse de aquella situación ocurrida en ese pueblito francés. Con buen ritmo y una gran cuota de ironía, el film muestra cómo se altera la vida de los pobladores de este sitio, exhibiendo cómo la locura de los fanáticos de las catástrofes y la prensa de toda índole se suben a esta demencial idea generando un caos incontrolable. Con una divertida recreación de personajes dentro de este pueblo, esta producción transcurre con una autoconciencia de no tomarse nada en serio, sin profundiza y sólo mostrando un lado simpático de los hechos. Brian Macchi


Camino de campaña, de Nicolás Grosso / 5 puntos


caminoHay en el film de Nicolás Grosso una evidente búsqueda de intensidad, explicitada incluso a través de las propias palabras del realizador. Sin embargo, esta historia sobre un hombre que regresa a su pueblo en las sierras para ser juzgado por el asesinato de sus padres, cuyo camino se cruza con el de una mujer que arriba escapando de su tormentosa vida en la ciudad, no contagia y hasta transmite una curiosa -y perjudicial- frialdad. En cierto modo, la intensidad de la película hace acordar a cuando los periodistas deportivos describen un partido de fútbol como “intenso”: cuando aparece esa palabrita, el hincha ya sabe que se quiere rescatar cuánto corrieron los jugadores -como si correr fuera de por sí una virtud- porque en verdad jugaron poco y nada. En Camino de campaña hay mucha garra, pero poca capacidad para interpelar al espectador. Rodrigo Seijas


Caudillo, de Basilio Martín Patiño / 5 puntos


Documental español realizado enteramente desde la clandestinidad a base de materiales de archivo en su gran mayoría inéditos, exhibiendo el crecimiento de Franco desde sus inicios militares hasta llegar a convertirse en el “Generalísimo”. Las imágenes con el acompañamiento de discursos, poemas o canciones de la época contextualizan perfectamente, mostrando los acontecimientos ocurridos por aquellos años. En su parte inicial, estos elementos cautivan y atrapan pero su ritmo constante, sin fluctuaciones, vuelven al film un producto monótono y tedioso, llevando a que la gran cantidad de información que se brinda se desvanezca en el mero relato y el espectador se confunda más que lo que entiende. A pesar de esta falla principal, Caudillo resulta atrayente para conocer lo sucedido durante la Guerra Civil española desde una visión local, ya que no toma parte, sólo exhibe lo sucedido. Brian Macchi


Cavalo dinheiro, de Pedro Costa / 8 puntos


cavaloPelícula de interiores fantasmales y con un uso maestro de la tecnología digital. Costa vuelve sobre su personaje Ventura, ya presentado anteriormente y construye un film misterioso, fuera de tiempo, espectral, con el protagonista encerrado en alguna institución, anclado en el pasado por momentos y de regreso al presente en otros. Por allí transitarán también seres que se cruzan y narran con susurros sus historias. Y si hay algo maravilloso es cómo las voces y las canciones constituyen la banda sonora. La radicalidad y el carácter arduo de la propuesta pueden generar algún escozor en almas inquietas, pero vale la pena ofrecer la mirada a la experiencia que propone Costa, a la escasa iluminación que apenas permite entrever los rostros y mucho los ojos de estas almas en pena encerradas en ese lugar enigmático. El exterior será un fuera de campo o tal vez una ilusión. El inicio con planos fijos de fotografías de experiencias migratorias deviene en una escena que instala el tono de lo que veremos: el pesado andar del protagonista seguido por la lentitud de los movimientos de la cámara, siempre observadora, nunca intrusiva. A partir de ahí, nos sumergimos en esa atmósfera lúgubre donde a su debido tiempo todos tienen algo que decir. En este peregrinaje, siempre hay una búsqueda de ese rostro que mejor exprese el peso de la existencia y soporte la densidad de la memoria. El pasaje final, el diálogo con un soldado en un ascensor, abre, con su extendida duración, más aristas a la complejidad que ya tenía la película. Guillermo Colantonio

Cavalo dinheiro / 5 puntos. Para quien no conoce la filmografía del exitoso director portugués Pedro Costa, Cavalho dinheiro, que homenajea y continúa con el hilo del documental No quarto da vanda sobre los inmigrantes caboverdeanos en Fontainhasal y el corto Sweet Excorsim -ambas obras de Costa-, resulta ser una pieza intolerable y sin brillo autónomo. La película en cuestión es un collage de planos fijos interminables e insufribles con escasez de luz. A ello se suman extensos minutos de diálogos susurrados que indican el delirio del protagonista y la locura misma que genera en el espectador para pasar luego a «golpes musicales» que asustan y desacomodan las secuencias. Por, tanto una narración molesta y poco armoniosa en expresividad visual que busca la complicidad en el público y a la vez resaltar el nerviosismo y enfermedad de su actor principal. A ello se suma que Cavalho dinheiro no presenta una lógica en cronología espacio temporal y prefiere volcarse a un desajuste que borda lo cuasi caprichoso, experimental y onírico de este director. Desajustes que llevan a su viejo protagonista llamado Ventura desde su actual internación en un frío y lúgubre hospital; la Revolución de los Claveles de 1974; el extravío del protagonista por el bosque y hasta el pesar de los nacidos en Cabo Verde sin coherencia mínima alguna que lo pueda sustentar. No siempre la experimentación llega a buen puerto y Costa no nos ofrece llave para ingresar a su código indescifrable y tedioso. Cavalho dinheiro no hace justicia al galardón llevado en el último Festival Internacional de Cine de Locarno, ni a los lamentos vocales de sus protagonistas que conforman la banda de sonido. Rosana López


Deshonra, de Daniel Tinayre / 8 puntos


Una mujer interpretada por Fanny Navarro, tendrá que cumplir condena en una cárcel por un crimen del que se la acusa injustamente. En la tradición de los policiales dramáticos con temática carcelaria que se hacían en la época en el cine de Hollywood (recordar que Caged de John Cromwell se realizó unos años antes), Tinayre logra una película compacta a la que le funciona la subtrama que es contada en forma de oníricos sueños que nos ambientan en la historia de Fanny Navarro, Tita Merello y George Rigaud, que forman ese triángulo en el que la infidelidad, el engaño, y las muertes son los elementos principales. La historia en la cárcel tiene momentos de violencia muy logrados, la escena de la manguera en la que “bañan” a las reclusas como castigo es un ejemplo. Sobre el final vemos una persecución en los desagües digna del mejor cine de género policial que nada le tiene que envidiar a He walked by night o The third man. Película que envejeció dignamente, demostrando el alto nivel que tenía el cine clásico argentino. Gabriel Piquet


Detrás de un vidrio oscuro, de Ingmar Bergman / 9 puntos


vidrio_oscuroMientras los debates focalizan su atención sobre el futuro del cine y gran parte de las películas vistas arriesgan desde sus conceptos estéticos una posible respuesta, de repente, y por fortuna, el Festival guarda refugios para encontrarse con el fílmico, y encima con un film de Bergman. Un mar agitado y cuatro personas en una isla es el comienzo subyugante de Detrás de un vidrio oscuro. David es escritor y tiene a su hija que sufre de esquizofrenia. Está casada con Martin, un médico. También aparece Minus, un joven de 17 años. Son cuatro identidades diferentes pero cada uno esconderá algún sentimiento reprimido. Sin embargo, el punto de vista es el de la joven, en tanto y en cuanto su mundo se resquebraja al enfrentarse al inevitable avance de su enfermedad. Lejos del estallido emocional, Bergman teje sus caracteres pacientemente con una pieza de cámara exquisita, donde lo cinematográfico y lo teatral conviven sin inconvenientes. La isla es Färo, tal vez, el paisaje definitivo para un director que distribuye obsesiones en sus criaturas: la locura, la autoridad paterna, la presencia escurridiza de Dios, el miedo, la represión y el sexo. El marco de la isla es el escenario ideal para captar sonidos, tensiones, respiraciones y dotar a la historia de una atemporalidad existencial. Un caso de histeria religiosa mostrado por uno de los más grandes directores de la historia. Guillermo Colantonio


Diálogo de sombras, de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet / 9 puntos


dialogosLos planos que abren la película muestran imágenes en blanco y negro y remiten al pasado, al mismo tiempo que instalan una atmósfera de ensoñación. Funcionan como una especie de evocación espectral. Es apenas un sensible y breve prólogo para que dos actores inmediatamente lean Diálogo de las sombras de Georges Bernanos. Estamos ya en el terreno predilecto de Straub-Huillet. La lectura avanza, los depurados tonos de las voces jamás buscan el sentimentalismo ni la declamación, en todo caso, el tono justo. Ocupan un lugar inferior en la pantalla dado que la materialidad de la lectura es lo que importa. El ejercicio es radical pero invita a entregarse. El entorno natural reemplaza cualquier banda sonora contaminante mientras los amantes establecen un duelo dialéctico. Hay una búsqueda permanente por encontrar el marco más adecuado de enunciación para que los textos revivan en el presente. Se trata de una bella forma de transmitir la pasión por la literatura y las ideas en consonancia con las posibilidades del cine. Finalmente, el contexto discursivo se clarifica en un plano final donde los actores se juntan e intercambian prolongadas miradas. Tiempo y espacio se confunden mientras continúan los ecos de sus palabras y los sonidos de la naturaleza. Varias películas pueden verse reiteradas veces; esta clase de películas necesita de ese momento único e irrepetible en el que se proyectan porque su demanda es el presente que eternizan. Guillermo Colantonio


Don’t go breaking my heart 2, de Johnnie To / 8 puntos


heartEl paso de los años confirma la pericia narrativa de To y su abordaje de los géneros como pez en el agua. En este caso no se trata necesariamente de una secuela sino de reforzar las ideas de la película anterior. Nuevamente aparece la comedia de enredos romántica pero con detalles que dotan de una gracia descomunal a la historia. Los personajes, aburridos de sus obligaciones, buscan en el amor la salida pero lo que encuentran son más callejones a sus situaciones sentimentales. Es notable, además, cómo se trabaja la idea de encuadre y de pantalla a través de esos edificios espejados desde los que se comunican graciosamente los amantes, una versión desenfadada y libidinosa de La ventana indiscreta en el Siglo XXI. To se toma en broma la cuestión del destino y en todo caso la resolución de los conflictos amorosos se resolverá anárquica y azarosamente, del mismo modo que el pulpo Paul (el gran descubrimiento de esta historia) elige las opciones que le dan. Una joya. Guillermo Colantonio


Downhill, de Alfred Hitchcok / 7 puntos


Dentro de la sección Britannia Lado A: el primer Hitchcock (que espero se transforme en un clásico por su exitosa convocatoria) se proyectó esta modesta obra del maestro inglés protagonizada por Ivor Novello, acerca de un joven estudiante que inicia un descenso físico y moral por no delatar a un compañero. Ya se pueden apreciar algunas constantes temáticas tales como la idea del pacto entre hombres y las consecuencias que ello genera, como desde lo visual, se advierte el gusto por los planos detalle de objetos significativos, cruces de miradas y alguna que otra secuencia antológica (por ejemplo la que transcurre en un baile cuando amanece y Novello se da cuenta de que la mujer con la que hablaba era más fea de lo esperado). También, las dosis de humor en los momentos justos. De todos modos hay tres escenas que enaltecen el trabajo del director y confirman su incipiente virtuosismo. El primero se da en la descripción inicial del colegio, en la autenticidad de las imágenes y la firmeza con que construye los perfiles de personajes. Luego, con las monstruosas mujeres de los bailes nocturnos expresadas con panorámicas y por último, la perturbadora secuencia de delirio hacia el final filmada con cámara subjetiva. Todos estos experimentos marcarían el rumbo para consolidar el oficio mostrado posteriormente en la industria norteamericana. Guillermo Colantonio


Eden, de Mía Hansen Love / 8 puntos


edenParte de la historia de la música electrónica francesa de los 90 se encuentra expuesta en este elogiable drama de Mía Hansen Love. En este cuarto proyecto que la une a su hermano ex DJ Sven Hansen Love como coguionista y fuente de inspiración, propone un dúo de jóvenes amantes de las bandejas y los sets que inician su carrera con el nombre de Cheers, unos buenos muchachos que hacen a un lado sus estudios universitarios para meterse de lleno y explotar su talento en el ritmo de los clubes nocturnos de Francia y otras capitales del mundo. A ellos se suman un grupo de amigos entre los que se destacan a unos promiscuos Daft Punk -aún la fama les era incipiente- que acompañan comparativamente el ascenso y la caída del cabecilla de los Cheers, DJ Paul, pionero en estilo garage electrónico de la época. Por tanto, Edén es el retrato de los duros inicios de una agrupación, sus momentos cumbres y su deterioro económico y humano que involucra a fuentes directas e indirectas en ese frenesí de vida. Algo típico en el complejo mercado artístico donde se alcanza la satisfacción plena o una difícil lucha de «permanecer» a costa de sacrificios y varias pérdidas. A la vez, Love expone la incapacidad de Paul para establecer relaciones ante una agenda apretada donde la fácil escapatoria a veces resultar ser el acceso a las drogas. Un film que juega con lo autobiográfico al mostrar un retrato social del camino a la adultez y el reflejo de un movimiento musical histórico representado en la carrera de los grandiosos Daft Punk, hoy íconos globales. A Edén tampoco escapan temáticas que invitan a la doble lectura sobre la influencia capitalista que esconde la música y el arte en general para mostrar que siempre en la otra balanza lo que siempre importa es la valoración a los afectos cercanos. Simplemente un excelente relato dedicado a los melómanos, críticos y aquel público que busca un film que escape a los lugares comunes de películas musicales y deje una moraleja de vida. Rosana López


El 5 de Talleres, de Adrián Biniez / 6 puntos


talleresEl número 5 de Talleres de Remedios de Escalada está cumpliendo una suspensión de varias fechas tras ser expulsado por un foul que le hizo a un adversario. Mientras espera volver para los últimos partidos del torneo, toma la decisión de retirarse del fútbol. La película funciona por la pareja protagónica Esteban Lamothe y Julieta Zylberberg (gran actriz que maneja interesantes recursos para la comedia), que tienen química para que sus diálogos no parezcan forzados e inclusive logren momentos muy divertidos. Otro de los puntos a favor es la temática, original mirada sobre la vida de jugadores de fútbol que no viven sólo de eso (el personaje de Lamothe, al no cobrar como jugador de primera división, también hace changas fumigando) y algo que les sucede tanto a profesionales como amateurs del deporte, el famoso poso depresivo luego de varios años haciendo lo mismo desde muy jóvenes y no saber qué hacer con sus vidas cuando se retiran de la actividad. Como puntos negativos, se podría ver una mirada un tanto televisiva en el uso de planos, algunos chistes algo obvios que pierden gracia (el flaco que llama por teléfono al programa de fútbol mientras es entrevistado Lamothe), que lo acercan más al formato de una tira diaria. Gabriel Piquet


El 41, de Grigori Chujral / 8 puntos


Es sumamente destacable que se puedan ver estas obras en fílmico para poder apreciar la notable fotografía. El comienzo mismo de la película de Chujral es imponente con ese marco romántico que le aporta un mar embravecido, telón apropiado para esta historia de una doble pasión: ideológica y sentimental. Por las ilimitadas arenas del desierto desfilan veintitrés combatientes del Ejército Rojo, huyendo desde el mar Caspio. Con ellos va Maryutka, una joven e implacable francotiradora. Por diversas circunstancias quedará con un joven del bando opuesto, perdidos ambos en la isla. Los diferentes ideales y hábitos se confundirán hasta intercambiarse. Por un momento surge la utopía de la unión, no obstante, como buena película antibélica, se mostrarán finalmente cuáles son los resultados que arroja la guerra. Los movimientos de cámara envolventes para destacar a estas criaturas en el enorme espacio en el que se encuentran apuntan a capturar esa fotogenia que sólo el fílmico puede lograr. Guillermo Colantonio


El cordero, de Juan Francisco Olea / 8 puntos


corderoUn hombre monótono que trabaja en la oficina de su suegro, tiene un hijo adolescente con el que no logra mucha comunicación, su mujer quiere tener otro hijo pero encuentra sólo indiferencia de la otra parte. Miembro de una comunidad religiosa (lo religioso es algo que está presente en toda la película de diferentes formas), un día mata accidentalmente a su compañera de trabajo, pero es absuelto por la justicia. A partir de ahí comienza una serie de hechos violentos en aumento, todo porque Domingo (nombre del personaje en cuestión) no siente culpa. La actuación de Daniel Muñoz con esa cara de nada es perfecta para ir viendo cómo -de a poco- todo a su alrededor se desintegra, mientras el personaje intenta ir siempre un paso más allá de lo que su moral religiosa le permite para poder tener sensación de culpa (algo que sostiene la idea de religión como tal). Opera prima de este director chileno que junto a varios otros compatriotas están dejando bien parados a su país. Gabriel Piquet


El cuarto azul, de Mathieu Amalric / 7 puntos


chambreParece ser que tuvo que llegar este enorme actor para lograr la adaptación de esta novela de Georges Simenon. Y el resultado no defrauda. La película nos mete de lleno, sin preparación, en un torbellino de imágenes sensuales, de cuerpos transpirados, de fragmentos que pertenecen a diferentes tramos de la historia. Es una buena decisión puesto que la falta de linealidad en el relato y el continuo vaivén temporal se corresponden con la perturbación que le provoca al protagonista su imponente (y más alta) amante interpretada por Stéphanie Cléau, una especie de femme fatale del polar francés. Ese amor intenso se transformará en fou y derivará en una segunda parte más reposada pero no menos interesante, con testimonios cruzados, contradicciones y dilemas éticos. Como buen exponente de una tradición ligada a maestros como Chabrol, Amaric deja en un segundo plano la lógica de los enigmas por resolver y cede el paso a las relaciones humanas, a lo que se esconde detrás de rostros gélidos y ambiguos en sus miradas. Un perfecto manejo del timing narrativo y el sostén de atmósferas incómodas hacen de El cuarto azul un film atendible y disfrutable. Y por supuesto, está Mathieu Amalric, un actor que no necesita hacer psicología con gritos para que sepamos de su interior. Guillermo Colantonio


El duque de Borgoña, de Peter Strickland / 6 puntos


duqueLa historia de un amor que pasa por todos los estados desde la pasión hasta el aburrimiento es tan antigua como La Biblia. Lo que hace diferente a la película de Strickland es su trabajo estético y ciertas decisiones personales aunque el resultado deja la impresión de un regodeo formalista y no mucho más. Cuando comienza la historia, una joven en bicicleta recorre un bucólico paisaje que parece del Siglo XIX y llega a una casa donde la espera su ama. Allí es sometida a quehaceres domésticos varios sin descanso ni contemplación. Resulta que lo que vemos es parte de un ritual que las mujeres sostendrán como búsqueda de placer a partir de relaciones eróticas matizadas con prácticas masoquistas. La particular banda sonora y el uso de imágenes que remiten a las películas de vampiros de los setenta le dan al film su toque llamativo. El tema es que cuando se agota el recurso, da la sensación de que no se sabe cómo concluirlo, entonces, el camino más cómodo es volver al comienzo (una salida bastante trillada). Strickland es elegante y adopta un estilo decadente en la composición. Además establece un juego entre humanos e insectos que le permita explorar desde lo visual yuxtaposiciones que son verdaderos estímulos sensoriales. Por momentos, asistimos a segmentos similares a un videoclip, con un uso del fuera de foco que tiñe de calidad a las relaciones sexuales de las protagonistas, reflejadas en espejos, empaquetándolas. Ese manierismo de poses calculadas le quita autenticidad y tal vez sustancia a la idea de amor. Guillermo Colantonio


Electric boogaloo: the wild, untold story of Cannon Films, de Mark Hartley / 7 puntos


electric_boogalooEste documental seria uno más de personajes que hablan a cámara recordando alguna persona o institución que les dejó algún legado. Lo que ayuda a que la película sea buena, es el tema en sí y por sobre todo las graciosas anécdotas que cuentan los involucrados. Dos primos, Menahem Golan y Yoram Globus, que habían tenido cierto reconocimiento en el cine israelí de la década del 60 y principios del 70, compran una pequeña compañía cinematografía en EE.UU., la Cannon Films, y durante un periodo la transforman en una factoría que no para de producir. Pasando por todos los géneros, logran en su mayoría (salvando algunas excepciones) rotundos fracasos de taquilla. Por sus puertas pasaron desde héroes de acción venidos a menos como Charles Bronson, a descubrimientos propios como Chuck Norris (en la rama de la acción, no en el karate que ya filmaba) o Jean-Claude Van Damme. Películas con pretensiones de superproducción como Sahara, protagonizada por Brooke Shields, fantásticos con efectos que hoy en día pueden dar risa y en ese momento también como Hércules (del italiano Luigi Cozzi), Superman 4 ó Masters of the universe (la adaptación del dibujo animado He-Man) a directores más personales como Jean-Luc Godard, John Cassavetes o Barbet Schroeder. La forma de encarar los proyectos, de convencer actores (entre ellos un mono entrenado, que es una de las historias más graciosas), el estilo de producción (algunos le dicen estilo Cannon, dando a entender lo precario del asunto), fueron las características de estos primos israelíes que dejaron una marca en el Hollywood de los 80 y que para los amantes de la generación del VHS serán mucho más que un par de oportunistas. Gabriel Piquet


El gancho, de Sandra Higuita Marín / 3 puntos


La película plantea un marco social interesante a partir de una iniciativa de dos jóvenes de Medellín que deciden viajar hacia el mar de una forma peligrosa, enganchándose a otros vehículos para acortar tiempos y reservar energías, pero exponiéndose a los peligros de la ruta y el tráfico. Lo que a priori se puede ver como un relato interesante sobre una metodología de viaje prácticamente desconocida, termina siendo un bodrio por razones que no parecen haberse contemplado en el guión. Y no hablamos sólo del guión como relato, sino en las decisiones mismas de puesta en escena. La película no se puede decidir entre lograr la dinámica de un programa televisivo de deportes extremos, un registro más sobrio cercano al documental o simplemente intentar una narración dramática con no actores (y pagando graves consecuencias por ello). Por otro lado, el relato, que es de una increíble arbitrariedad -empezando por el viaje al mar- cierra forzadamente sin que haya una aparente explicación verosímil para que uno de los personajes tome una radical decisión. A este disparate se suman también secuencias de acción mal resueltas (la más notable es la del disparo al camión en la ruta, por su confusa edición) y diálogos que en ningún momento suenan auténticos. Cristian Ariel Mangini


El extraordinario viaje de Lucius Dumb, de Maite Ruiz de Austri / 4 puntos


Hay una escena de esta película infantil donde uno de los personajes principales afirma algo así como “la educación es muy importante para los niños porque los hace crecer como personas”. Lo hace casi mirando a cámara, sin confiar en lo que podía transmitir la imagen, como si el espectador fuera incapaz de entenderlo de otro modo. De estos, hay muchos, demasiados momentos en esta historia sobre un joven tan inteligente como tímido que encabeza una expedición para encontrar un instrumento capaz de conseguir la paz y felicidad en la Tierra. Es cierto que estamos ante una película destinada al público de entre 6 y 8 años, cuyo objetivo es comunicar cuáles son los derechos del niño, pero cuando se necesita ser tan sentencioso para transmitir determinados contenidos, es porque lo formal no funciona como respaldo. Esta cinta española presenta demasiados inconvenientes desde lo narrativo, una música invasiva, diálogos poco creíbles y personajes unidimensionales. Lo único rescatable es un trabajo con los colores que le permiten construir una estética que la acerca a configurar un mundo creíble. Sin embargo, lo que más termina pesando es su subestimación por el público infantil, y eso la condena a la intrascendencia. Rodrigo Seijas


El fascismo al desnudo, de Mikhail Romm / 8 puntos


fascismoEl fascismo al desnudo es la mirada rusa a la cotidianeidad nazi a través de las propias filmaciones nazis. Mediante su propia voz en off, el director va desplegando, subrayando y corrigiendo su tesis y también aprovecha para burlarse de la obvia ridiculez fascista sin olvidar el mal del que fueron capaces. Es interesante cómo la película de Romm nos muestra la historia del fascismo desde la piel de quienes lo hicieron posible, el ansia de los pueblos que llevan a gente como Hitler o Mussolini al poder; y la vergüenza y el desasosiego de los rostros de quienes se saben vencidos y aún continúan con los rituales absurdos mientras mandan a sus hijos a la masacre. Romm, nacido en Siberia y partícipe de la revolución de octubre, no olvida hacer el obvio contrapunto ideológico entre aquella Alemania y su Unión Soviética. Y aunque su discurso peca de naif y también de falaz, no lastima gravemente a una película que tiene momento imprescindibles sobre la historia del fascismo. Matías Gelpi


El hijo buscado, de Daniel Gagliano / 6 puntos


Un matrimonio, frente a todos los obstáculos que le pone el Estado para poder adoptar un bebé, decide ir por la vía ilegal. Será el esposo el encargado de viajar hasta un pueblo en Misiones, donde se irá topando con todo un entramado de corrupción y abusos, con una salida cada vez más dificultosa de encontrar. Esa historia está contada un poco a los tropezones, con algunas arbitrariedades del guión -hay algunas decisiones del protagonista o de los miembros de la organización criminal que no terminan de entenderse- y tiempos muertos donde la narración se estanca, aunque cuenta a su favor con varios factores: un puñado de secuencias donde se delinean climas asfixiantes y hasta paranoicos; un aprovechamiento del espacio (incluso el que está fuera de campo, como en la escena del nacimiento) bastante efectivo; y una digna interpretación de Rafael Ferro, quien carga con el protagónico aplicando el tono justo. Es cierto que sobre el final se muerde un poco la cola y cae en cierta moralina innecesaria, pero aún así no deja de ser un ejercicio interesante. Gagliano, en su primer largometraje de ficción, muestra talento, aunque eso no quita que deba ajustar algunas tuercas a la hora de disponer de sus herramientas narrativas. Rodrigo Seijas


El patrón, anatomía de un crimen, de Sebastián Schindel / 5 puntos


patronEl film de Sebastián Schindel adapta una novela, que a su vez toma como base un hecho real -la historia de un peón santiagueño explotado por su patrón en una carnicería, al que termina asesinando-, para intentar trazar un retrato de los abusos laborales, sociales e incluso psicológicos que sufre un sector de la clase trabajadora del interior cuando intentan progresar en la Capital Federal, la ausencia del Estado a la hora de defenderlos y cómo terminan siempre siendo los perejiles que pagan los platos rotos. El problema es que, a la hora de balancear los distintos elementos que componen el relato, cae en una sucesión de diálogos y monólogos de trazo grueso que terminan a su vez afectando las actuaciones: el difícil papel protagónico que tiene Joaquín Furriel como el peón sólo es verosímil durante los momentos que comparte con su esposa, mientras que el abogado que compone Guillermo Pfening no consigue ser el vehículo adecuado para transmitir la tensión que necesitaba el proceso judicial. El patrón del título, encarnado por Luis Ziembrowski, es directamente insoportable. Hay sí, una tortuosa y efectiva exploración de las tinieblas que encierra el negocio de la carne -después de ver el film, dan ganas de hacerse vegetariano-, pero los minutos finales terminan decantando en un paternalismo improductivo e incluso peligroso. El balance, aunque interesante, no deja de ser negativo. Rodrigo Seijas


El perro Molina, de José Celestino Campusano / 7 puntos


perro_molinaAl señor José Celestino Campusano se lo quiere o se lo odia. Su cine es bruto y directo sin muchos preámbulos, ganando odios o amores en el público. Esa aspereza aquí elimina el concepto peyorativo para mostrar cómo la bajeza de personajes poderosamente estereotipados puede ser rica en lo visual, en un relato fascinante que entretiene y engancha al espectador. El perro Molina cuenta la historia de un delincuente y tipo piola del hampa con códigos que aún sostiene la bandera de la amistad y la palabra. A ello se suma el drama amoroso del comisario Ibáñez y de su provocativa esposa Natalia, quien luego de sufrir un engaño marital, abandona su vida de ama de casa y se vuelca al mercado de la prostitución. Campusano nos propone una película llena de acción con algunos diálogos mal actuados pero a la vez emblemáticas participaciones actorales de protagonistas y villanos. En ello converge el sello de este autor y no sería muy descabellado o absurdo pensar en El perro Molina como una especie de Sin City pampeana, donde los hombres son justicieros o totales traidores y las mujeres sólo mostradas como el sexo débil decorativo que sin embargo buscan enfrentar la masculinidad con valentía. Las temáticas como la violencia y la marginalidad fluyen en los paisajes del conurbano bonaerense de El perro Molina y ya son una carta de presentación que Campusano cimentó en films como Vil romance y Vikingo. Por ello el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata mima de alguna forma esta locura descabellada de la ficción argentina “explícita”. Y por ello, nadie puede negar que Campusano es un auténtico director de pura cepa. Rosana López


El resto del mundo, de Pablo Chavarría Gutiérrez / 8 puntos


El título de la película es el marco que da lugar a la forma en que está concebida formalmente. Pero la gran estrella que nos permite comprender su premisa es el montaje: disociado durante largos segmentos de la película con una asincronía entre las imágenes y lo registrado visualmente, el film provoca extrañamiento por largos minutos, a menudo teniendo como objetivo provocar sensaciones antes que dar un marco interpretativo a todo lo que se presenta. El núcleo está sobre Alejandro y Kiara, padre e hija, y su vida cotidiana, aunque se intercalan imágenes y sonidos de cuestiones sociopolíticas y preguntas existenciales que parecen un ruego, la búsqueda de una respuesta. Esta rara mixtura de elementos y emociones tiene sin embargo una absoluta coherencia: el director siempre pone en primer plano lo que sucede entre padre e hija y va desconectando las problemáticas que están por fuera tanto del aspecto visual o el sonoro (enmudeciendo lo registrado, como por ejemplo una manifestación), cerrando con emotivo epílogo que esclarece la búsqueda del director. Quizá se le pueda achacar el salirse ocasionalmente de ese núcleo, provocando un elemento derivativo en la narración que resulta aislado, como la inclusión del mismo realizador llevando a algo autorreferencial que resta antes que sumar. Cristian Ariel Mangini


Extirpador de idolatrías, de Manuel Siles / 4 puntos


extirpadorEn un pueblo entre las montañas de Perú, un asesino corta las cabezas de sus víctimas, un policía local investiga pese a la inoperancia de su superior los asesinatos que tienen connotaciones religiosas. Dos jóvenes de ese mismo pueblo que están comenzando una relación amorosa, podrían ser sus próximas víctimas. Una película que no termina de definir lo que quiere ser, una puesta en escena un tanto torpe en algunas secuencias interiores (la de la comisaría por ejemplo) con intenciones un poco más jugadas que terminan fallando (los exteriores). Los actores están en un registro diferente al que parece proponer la película, si es una parodia da una sensación de que lo es de forma involuntaria. Hay momentos que quieren remitir a lo autóctono con un aire a viejo cine latinoamericano, ese en que alguna secuencia trabajaba un universo cercano a lo que se entiende como realismo mágico (los chicos jugando con las personas disfrazadas con máscaras), marcando un contraste que confunde al espectador, porque nunca se logra enganchar en el juego visual que se propone. Gabriel Piquet


Favula, de Raúl Perrone / 9 puntos


favulaY si, como dicen, “la primera impresión es lo que cuenta”, hay que admitir que Favula es una experiencia sensorial alucinante. Sensorial porque invita ser vista a partir de un notable manejo de materiales que remiten al imaginario silente, con personajes y situaciones propios de un territorio maravilloso, con esa sensación de atracción siniestra que encierran sus relatos. Alucinante porque el efecto es hipnótico. Se trata de esa clase de films que demandan una buena sala, que recupera cierta idea de ritualidad como condición necesaria para ver cine. Pero además, la película de Perrone es notable por la materialidad que adquiere el sonido. Es en este campo donde la experimentación se hace más rica porque sugiere, al mismo tiempo, un nuevo horizonte de exploración. En este sentido, la escasez de diálogos (curioso para un director que indagó siempre en pos de una forma de hablar creíble en los personajes) y de una historia en el sentido convencional, expresan una linda paradoja: el cine como narración está agotado, lo mejor ya se contó y se mostró durante la década del 20, pero a la vez está la posibilidad de recrearlo, de reinventarlo. Intuyo que en esa búsqueda está Perrone. Guillermo Colantonio


Gente de bien, de Franco Lolli / 8 puntos


El título, tan inofensivo como genérico, nos sumerge en un drama con una fuerte impronta social que, sin ahogar al espectador, lo lleva de la mano de la actuación de su joven protagonista, Eric (Bryan Santamaría), a lo largo de un relato tan sólido como conmovedor. La trama, que tiene en su centro una conflictiva relación paterno-filial, sobrelleva la tensión y el desarraigo a lo largo de secuencias que en sus planos cerrados y su composición desnudan todo aquello que Eric no dice. A veces bordeando una visión clasista que puede resultar demasiado chata, la película sin embargo se sobrepone con personajes que problematizan y plantean preguntas desde sus contradicciones: la docente acaudalada genuinamente quiere ayudar a Eric, su padre pretende ocupar ese espacio a pesar de no poder hacerlo y Eric pretende alcanzar un espacio de pertenencia. Franco Lolli demuestra su calidad como cineasta en secuencias como la de la piscina, donde pone la cámara al nivel del agua para sumergirnos en la sensación de malestar del protagonista, o en la dolorosa secuencia final, cuando desde un encuadre fijo y una gran actuación logra otorgar un momento catártico que cierre la película. Cristian Ariel Mangini


God help the girl, de Stuart Murdoch / 4 puntos


Una película con aires de musical pero que sólo se queda en un pequeño relato juvenil. La historia de una chica con problemas de alimentación que encuentra el rumbo de su vida a través de un verano en Glasgow (Escocia), dos amigos y una banda. Sus dos puntos interesantes: que la trama suceda en un lugar poco conocido para el espectador, mostrando paisajes y momentos cotidianos; y que cada personaje tiene una nacionalidad diferente, motivo para que cada personalidad se vea influenciada por su origen. La historia de la protagonista resulta un tanto chata, quien intentará tomar las riendas de su vida para mejorarla con su talento musical innato, pero que queda muy lejos de la realidad de la actriz Emily Browning. Una convencional historia de auto-superación que no agrega nada al mundo del cine musical y tal vez no agrega nada al mundo del cine tampoco. Constanza Schnass


Gran Chaco, de Lucas van Esso / 7 puntos


El comienzo del documental nos introduce de forma didáctica en lo que sería la región que se conoce como Gran Chaco, explicado por varios investigadores y docentes de diferentes instituciones. Luego ya nos adentramos en la comunidad wichi El Traslado, en donde vemos realizar diferentes actividades a sus integrantes. Van apareciendo temas, opiniones, miradas históricas sobre la zona, y el documental va saltando de tema en tema y profundiza hasta ahí. Esto no es malo, ya que no se detiene sólo en la mirada antropológica, sino que da pantallazos sobre la situación complicada de la región causada por la tala de árboles, tanto para los que son autóctonos como para los del resto del país. Así aparecen palabras claves que se repiten, bosques, tala, siembra, soja, pero lo que remarcan los involucrados en el relato es que hay que mantener el ecosistema, aunque sin descuidar a los habitantes de los pueblos originarios, lograr un equilibrio. Desde lo estrictamente cinematográfico destacar un momento visual, un incendio que parece ser una constante en la zona, que ayuda a destacar la buena fotografía a cargo del marplatense Santiago Carrica. Gabriel Piquet


Gritos del bosque, de Jorge Olguín / 7 puntos


Dos hermanas que viven en la zona de la Araucania chilena son contratadas por un ingeniero, que necesita llevar un geólogo norteamericano para hacer un relevamiento para construir una futura represa. A medida que se internan en los bosques serán acechados por alguien o algo, algunos integrantes del equipo creen que son un grupo de mapuches que están boicoteando la expedición para defender su territorio. La película tiene varias virtudes propias, una de ellas es no avergonzarse de su leyenda popular, logrando ensamblarla en la película sin hacerla quedar forzada. La banda de sonido es otro de los puntos fuertes, fusionando sonidos de instrumentos que remiten a la región con arreglos más jazzeros y clásicos. La utilización del 3D (primera película chilena filmada en ese formato) logra ser útil principalmente en las escenas realizadas en el bosque cuando la cámara se mueve entre los árboles. El uso de tres idiomas diferentes en el film (mapuche, castellano e inglés) para los respectivos personajes transita con fluidez porque ayuda a darle entidad a cada uno de ellos. Interesante historia de terror que logra insertar un tema tan hablado en los últimos años como es el de las comunidades originarias, sus reclamos, sus derechos, y esto dentro de un film pensado para entretener que no defrauda. Gabriel Piquet


Haemoo, de Shim Sung-bo / 10 puntos


Sin lugar a dudas, la coreana Haemoo es la mejor película proyectada en el 29° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. El debut del director Sim Sung-Bo, quien fuera guionista en la excelente Crónica de un asesino en serie (2003), de Joon-ho Bong -cuya visita y retrospectiva fue vista el año pasado en nuestro festival-, quien aquí oficia de padrino bajo la producción y escritura narrativa, asegurando un producto de calidad de una dupla cinematográficamente destacada. Basada en hechos reales, un capitán y la tripulación de un arruinado barco pesquero ante la escasez del recurso decide incursionar en el contrabando de trabajadores ilegales chinos, que buscan una oportunidad en Corea. La policía marítima sospecha la ilegalidad de sus acciones y a ello se suma un sinfín de problemáticas que surgen en el transcurso del viaje, volviendo a Haemoo un thriller dramático fascinante. La camaradería, el egoísmo y el amor no tardarán en presentarse en un producto que tiene al ya reconocido actor surcoreano Yun-Seok Kim (el mafioso de poca monta en The yellow sea o el proxeneta en The chaser) y al joven cantante del estilo k-pop y actor protagónico en muchas de las novelas populares del lejano país asiático, Yoo-chun Park. Haemoo tiene una crudeza verídica de atractivo particular. El clima es fácilmente transmitido y nos congela la sangre. La clave del film reside en lo que un grupo de hombres están decididos a apostar primero por beneficio de los embarcados, pero luego con la única idea de salvar el propio culo a costa de la exclusión del otro. Nada más característico que el reflote de las miserias humanas ante situaciones adversas que desdibujan todo rasgo social. En Haemoo traiciones y supervivencia están justificadas a la orden del día. Rosana López


Hard to be a God, de Aleksei German / 6 puntos


Hay películas consideradas obras maestras que llamativamente se ven una sola vez, sea por la radicalidad de su propuesta o porque invitan a conectarse a partir del interés y no necesariamente por la vía del placer. Son cuestiones discutibles y subjetivas, por supuesto, pero alimentan interesantes debates. Esto pensaba mientras veía este impactante y monumental film ruso, una propuesta que debe ser de los prodigios técnicos y formales mayores en la historia del séptimo arte pero que expulsa a varios espectadores a través de una puesta en escena claustrofóbica y asfixiante. El comienzo tiene una introducción que parece sacada de una película de Herzog: plano general (de los pocos que se verán) sobre una aldea nevada y una voz en off que da detalles del asunto. Resulta que nos encontramos en un planeta desconocido, similar a la Tierra, pero con 800 años de retraso. Todos los signos geográfico-temporales reconstruyen con extraordinaria fotografía en blanco y negro un cierto imaginario medieval poblado de lodo, agua, mugre, fluidos de todo tipo y seres degradados por ese ambiente caótico. Se supone que hay treinta científicos terrícolas infiltrados para observar y sin poder modificar el curso de los acontecimientos. Para reforzar esa cualidad, German pone la cámara desde el ojo del espectador en una posición subjetiva que funciona a la manera de un imán que atrae a todo lo que se cruza: los personajes entran y salen del cuadro, se chocan con el dispositivo, se cruzan, aparecen y desaparecen, siempre en medio del fango, la miseria y la precariedad. Eso genera un contacto físico y sensorial extremo que no todos pueden soportar. Los sonidos, los olores, los gruñidos, los golpes, se desplazan por la pantalla incesantemente. El contexto parece ser una guerra pero acá no hay planos generales épicos, sino un movimiento de intrusión por recovecos, es decir, un tipo de registro que elimina la idea de distancia y mete la cámara como si fuera la nariz. Transcurrida una hora, se hace difícil participar del desafío formal del director. De todos modos, si se tienen en cuenta datos biográficos del director, podría pensarse esta recreación como una parábola del presente ruso, un país con una historia intensa y por momentos, tan ominosa como el caos de Hard to be a God. Guillermo Colantonio


Hardware, de Richard Stanley / 6 puntos


Con un cameo de Iggy Pop, referencias a Mad Max, Terminator, Alien, y Cronemberg, Hardware es un subproducto de finales de los 80 con más ganas de ser un film de culto que de ser un film a secas. Con poco presupuesto, Stanley establece una interesante puesta en escena de estética cyber-punk donde desarrollar su cuento que, lamentablemente, no pasa de ser una anécdota pequeña, con poca originalidad aunque con un final delirante y un poco de gore gratuito que la vuelve más simpática. Lo reproblable de Hardware quizás sean sus pretensiones onírico-filosóficas con las que no está a la altura, además de unos entendibles y horribles efectos especiales. Stanley no consigue nunca el ritmo adecuado, Hardware tiene una primera hora muy morosa y su media hora final sobrecargada y confusa. Como muchas películas de culto sobrevive por simpática, pero no mucho más. Matías Gelpi


Heaven adores you, de Nickolas Rossi / 5 puntos


Elliot Smith es una de esas figuras musicales cuyo legado está subsumido por la tragedia y el misterio que lo llevó a su (aparente) suicidio de dos cuchilladas en el corazón en 2003. Mientras tanto los críticos de música han intentado levantarlo como el ícono del indie, una figura que con su particular sensibilidad planteaba algo distinto al post punk y el grunge que invadió los ´90. De esta tensión sobre la forma de interpretar esta figura musical nace este documental, que a pesar de contar con un archivo notable y testimonios que rodean la vida de Smith, no logra escapar del mito que pretende construir sobre la base del efectismo del montaje televisivo. Es que, desgraciadamente, a pesar del interés que pueda despertar la figura y su música, el formato semejante a lo que se puede encontrar en Behind the music o las producciones que solía emitir Muchmusic la hacen un producto demasiado extenso y colmado de elementos que pretenden apuntar a los fans y confirmar el mito sobre el cual se embebieron, antes que arrojar luz sobre la figura o el impacto que generó su música. Cristian Ariel Mangini


It follows, de David Mitchell / 8 puntos


Encontrar una película como It follows es una auténtica joyita para los amantes del género de terror que raramente algo nos sorprende o aterra a estas alturas, con tanta frondosa filmografía en nuestra memoria. Considerado como el film de horror del año que ha pasado por el especializado festival de cine catalán, Sitges, It follows es la primera acertadísima y elogiable incursión del yanki David Robert Michell, que cuenta cómo un joven que acaba de tener sexo con nuestra rubia y ya no virgen protagonista ha sido contagiado con una maldición. Un demonio bajo la apariencia de cualquier persona al que sólo los infectados como Jay pueden ver, se acerca de manera muy lenta pero letal al solo contacto. Esta excelente propuesta que imparte mucho suspenso y contiene aquellas maravillosas reminiscencias estéticas al Halloween de los 70 o esa casa frente a una costa/playa de The Amytiville horror. A la vez, la construcción de un relato original que sin embargo parte de la premisa clásica y aleccionadora que congracia a que los jóvenes no tengan relaciones sexuales antes del matrimonio y guiños mejores resueltos al manoseado subgénero de fantasma japonés. Es que It follows tiene todos los condimentos esenciales para alarmar: vistas de cámara panorámica que cortan el aliento donde algo estaría por aparecer o simplemente nada de ello; importancia escalofriante a aquello que no es expuesto en primer plano; una OST envolvente digna del terror retro; una pandilla sin prejuicios que todo lo da por la amistad con Jay (algo que ya no abunda por estos tiempos). El acierto reside en la nueva oleada de films con ese toque al slasher setentoso tales como la remake de Maníaco con Elijah Wood; la futurista ochentosa pero actual Beyond the black rainbow; Annabelle o La noche del demonio, de James Wan, hasta la poco lograda The house of devil de Ti West. Los estereotipos se reafirman: la chica popular, el nerd del grupo, el guapetón o la hermana de… pero con una gracia tal que no molesta en lo absoluto y que vuelve a reinventar el subgénero desde Scream y Destino final. Verdadera sorpresa vista sin expectativas previas. Rosana López


J´al pas sommeil, de Claire Denis / 7 puntos


sommeilTercera película de Claire Denis y una obra menor dentro de su carrera, donde se notaba que todavía estaba depurando sus herramientas narrativas, pero donde ya aparecía esa cualidad hipnótica y cautivante que ha caracterizado a todo el cine de la realizadora francesa. En J´al pas sommeil ya se insinuaba en gran forma lo que explotaría y se consolidaría luego: la exploración en profundidad del espacio urbano en Vendredi soir; la poesía de los cuerpos de Bella tarea; la reformulación retorcida y avasallante de los géneros de Trouble every day y Les salauds; la constitución de la propia identidad a partir del contacto con el otro de 35 rhums. En esta historia que se basaba muy libremente en el caso real del “Asesino de abuelitas” ya asomaba una cineasta enorme, que por suerte todavía tiene mucho para dar. Rodrigo Seijas


Jauja, de Lisandro Alonso / 9 puntos


“¿Pero hay algún placer más poderoso que el de sentirse perdido en un filme? Tal es el gesto de la poesía en el cine.”(Jean Claude Biette). El desconcierto que genera la última película del joven y talentoso director no puede menos que relacionarse con la poesía. Además, el desconcierto en el cine es un sentimiento maravilloso, y eso es lo que se percibe en Jauja desde su primera imagen con padre e hija, encuadrados perfectamente, en un paisaje desértico inconmensurable. Son ellos los que abren el film porque los caminos visuales y narrativos se irán concentrando en ellos. Si hay un signo presente es la búsqueda, y en este caso es doble. Desde el punto de vista argumental, la historia se centra en el desesperado periplo que un capitán danés realiza para encontrar a su hija, quien se ha fugado con un soldado, impulsada por el deseo. El marco es el Siglo XIX, en el sur argentino, aunque algunas líneas de diálogo puedan tener resonancias en el presente. La racionalidad europea y colonizadora de este hombre se ve desafiada por el misterio que encierra esa naturaleza abierta y las historias que la pueblan. Los personajes del inicio desaparecen y estamos en un tramo increíble de la película, donde la sensibilidad de Alonso nos sumerge en el cuadro de la pantalla como testigos de esa lucha desesperada. Aquí se hace efectiva la otra búsqueda, la estética, la del director, buscando el plano justo, la iluminación adecuada, para agregar alguna que otra sorpresa que nos conduce nuevamente al resbaladizo terreno del desconcierto. Dos cosas sí parecen certeras: Alonso demuestra una vez más su talento sin fisuras y Viggo Mortensen es un verdadero animal cinematográfico. Guillermo Colantonio


Juana a los 12, de Martín Shanly / 8 puntos


El director puso de protagonistas a su hermana y su madre para contar una historia ambientada en el colegio bilingüe al que él mismo asistió. Esto, que parece un ejercicio autoindulgente, supera todas las expectativas cuando el realizador demuestra que aquellos son sólo elementos desde los cuales parte para construir un relato sumamente atractivo sobre lo asfixiante y rutinarias que pueden ser las instituciones. Ni el colegio, ni el cúmulo de psicopedagogas, docentes particulares y entidades neurológicas, ni la propia madre parecen ser suficientes para comprender, abarcar y contener a esa Juana que atraviesa el complejo proceso de crecer, de ir de la infancia a la adolescencia. Con climas que bordean el terror psicológico, una puesta en escena destacada y decisiones formales tan interesantes como pertinentes con lo que se está contando, Juana a los 12 muestra en Martín Shanly a un director con una voz poderosa y muy sólida en su opera prima, que no se regodea en el habitual esteticismo inane del cine independiente argentino, sino que construye una historia con una enorme tensión que subyuga la aparente calma, al igual que ocurre en esas instituciones que moldean en vez de formar. Mex Faliero


La huella en la niebla, de Emiliano Grieco / 4 puntos


lahuellaA veces resulta difícil animarse a decir que una película es lenta. Se trata de un término que puede sonar o resultar “vulgar” para describir los tiempos y las secuencias a las cuales un determinado público no está acostumbrado y, por lo tanto, suele ser subestimado como argumento. Pues bien, en este caso se trata de una película lenta. No es necesario plantear o buscarle otro tipo de explicación, los “cortos” 82 minutos le quedan demasiado largos para lo que cuenta episódicamente, fragmentado por un -también lento- fundido a negro. Este relato pretendidamente poético en el litoral argentino está lejos de resultar novedoso y sus tiempos no pueden asociarse a una búsqueda en todos los casos. Algunos segmentos resultan irrelevantes y por momentos el guión amenaza con sembrar males dirigidos hacia el protagonista, en una sumatoria que sólo los tiempos y las distensiones a las que nos somete el director pueden naturalizar en su conjunto. Por otro lado, algunos encuadres elogiables demuestran la capacidad del realizador para capturar en el paisaje el conflicto interior del protagonista, pero por largos minutos también nos encontramos con un subrayado en los encuadres que resultan demasiado obvios. Cristian Ariel Mangini


La misión argentina, de Adrián Jaime / 7 puntos


la misionEl documental comienza con imágenes del lanzamiento del Apolo XI, para luego mostrar desde una toma aérea el Torino que ayudó a recrear Horacio Pagani y es una réplica del utilizado en Alemania en 1969, el principal protagonista de esta gran historia. Si los astronautas tenían como misión la Luna, esta misión del título fue el mismo año pero mucho más terrenal. La historia de por sí es tan buena que atrapa desde la premisa, un grupo de automovilistas, mecánicos, preparadores de autos de carrera, comandados por Juan Manuel Fangio, Oreste Berta, Carlos Lobbosco entre otros compitieron en las 84 horas del circuito de Nurburgring, Alemania. El auto que llevaron, un Torino fabricado en Argentina por la Ica/Renault. La hazaña de haber terminado la competencia entre las más famosas marcas de la época, demostrando estar al mismo nivel, ayudó a convertir en verdaderos héroes a este grupo de hombres cuando regresaron al país. El documental tiene una virtud muy grande, la historia está casi en su totalidad contada con imágenes de archivo, se nota un trabajo de montaje muy interesante que logra una fluidez narrativa sorprendente. Dicho material fue donado por alguno de los pilotos, lo que le da más valor por el amateurismo de alguna de las imágenes. El director contó también el importante valor de reconstrucción de archivos de sonido que tuvieron que realizar (gran cantidad de material donado por los creadores del programa Carburando), ya que muchas de las imágenes no tenían el sonido que se utiliza en la película. Gabriel Piquet


La parte ausente, de Galel Maidana / 3 puntos


parte ausenteTenemos conocimiento del género, un marco estético detallado, con conocimiento de puestas en escena que no pierden esa coherencia interna que tiene que tener el film, actores que conocen las influencias y logran meterse en la piel de una distopía, una dirección de fotografía expresiva y minuciosa, en la línea de Blade Runner o Terminator pero, y qué pero, a esta película le falta algo fundamental o, si lo tiene, es de una torpeza notable. El guión, grita cada momento de su desarrollo hasta que alcanzamos el desenlace, un guión que le dé coherencia a todo ese universo interno que la película tiene pero que apenas logra plasmarse. Esto es lo que sucede con La parte ausente: se sumerge en un universo distópico al que le da un marco estético interesante, tiene una historia que en su premisa parece interesante (con mitología y elementos vampíricos incluido) y personajes que a priori cuentan una historia gracias al trabajo actoral, pero la forma en que se ejecuta el relato pierde la brújula constantemente, omitiendo información o dándola por entendida, con secuencias que resultan completamente irrelevantes o terminan perjudicando la narración. Por otro lado, tampoco ayuda que algunas secuencias de acción que amenazan con ser climáticas resultan todo lo contrario, como cierto tiroteo hacia el final que termina siendo risible en su resolución. En todo caso, noble y audaz en su propuesta, pero pobre en su ejecución, es todo lo que deja La parte ausente. Cristian Ariel Mangini


La pasión según Berenice, de Jaime Humberto Hermosillo / 8 puntos


pasionBerenice es viuda, tiene una cicatriz en la cara que puede remitir a un hecho de su pasado que le da un toque de misterio, cuida de su madrina, una anciana usurera que está enferma. En el velorio del médico de su madrina conocerá al hijo de este. Inmediatamente habrá una atracción mutua. Berenice intentará seducirlo y como bien dice en una de las escenas “lo voy a tener, juro que lo voy a tener”. Como muchos otros grandes cineastas mexicanos, Hermosillo presenta este melodrama que no es sílo eso sino un interesante retrato de la burguesía de una ciudad de provincia. Lo religioso recorre los ambientes por los que se mueven los personajes (velorios, misas, cuadros en la casa de la madrina de Berenice) mostrando esa hipocresía, tan bien representada en dos escenas que utilizan algunos de los lugares antes mencionados (en un gran plano secuencia vemos cómo rezan  las mujeres en el velorio, mientras algunas de ellas se van pasando un chisme sobre la llegada del hijo del difunto antes que este ingrese al lugar, o en la iglesia cuando la madrina le comenta a Berenice sobre las joyas que tiene puestas otro personaje mientras está guardando luto). El otro elemento bien marcado en la película es lo sexual, los deseos reprimidos que Berenice va mostrando (un dibujo en la puerta de un baño de un café, en un cine tocándose la boca  con la misma mano con la que mantiene un prolongado saludo con el  hijo del doctor). Esto tiene algunos puntos en común con una película que filmaría varios años después el austríaco Michael Haneke, La pianista. La película de Hermosillo es un melodrama, pero no tan cargado como habitualmente puede ser el género. Su virtud radica en los tiempos que se toma para ir mostrando todo  lo escondido del personaje de Berenice que en algún momento va a estallar. Gabriel Piquet


La tarea, de Jaime Humberto Hermosillo / 8 puntos


Es una lástima que no se difunda y se acompañe adecuadamente la retrospectiva que se está haciendo de este notable director mexicano. Pocos elementos le sirven a Hermosillo para dar vida a esta película y al mismo tiempo dotarla de una complejidad a partir de esquemas simples: dos actores, un único espacio dramático (el interior de un departamento) y una cámara ubicada como le hubiese encantado a Ozu, a unos centímetros del piso, como si fuera el ojo del espectador y el tercero dentro de este encuentro sexual. Una mujer debe preparar una tarea para el taller de cine al que asiste y para ello dispone de la cámara oculta, con el fin de que registre el encuentro con un novio al que no ha visto hace cuatro años. Los dos llevarán un contacto de tensión sexual, de idas y venidas, dentro y fuera del cuadro mientras el ojo de la lente permanece (y nosotros, con el punto de vista de un voyeur). Los diálogos que mantienen son ingeniosos y dejan entrever cuestiones con el imaginario machista, la desgracia de la inminente enfermedad del SIDA en los ochenta y aspectos que involucran lo sexual. El equilibrio se rompe cuando el hombre descubre que es observado por el artefacto ocular y entonces empieza otro film, con derivaciones sorpresivas. El principal logro del director es sostener la atención con elementos mínimos, no eludir los cuerpos ni las relaciones que mantienen los protagonistas cuando lo necesita y hacernos cómplices a través de la mirada y de diversas emociones que experimentamos a medida que avanza la relación. El plano fijo, el encuadre y la posición que adopta la cámara son ideales para potenciar el espacio dramático con destacable ingenio. Guillermo Colantonio


La vida de alguien, de Ezequiel Acuña / 5 puntos


lavidaSi en las películas anteriores de Acuña los diálogos funcionaban, acá el problema es que están en reiteradas oportunidades tapados por temas musicales. Es indudable que al director le gusta representar el imaginario indie al cual homenajea no sólo con las canciones sino con los modos de vida y las formas que elige para filmar, deudoras de cierta estética videoclipera. No obstante, por momentos los personajes funcionan en su espontaneidad y en los intercambios verbales que llevan a cabo. La historia se centra en Guillermo, un joven músico, cuyo anhelo es reflotar una banda de rock luego de ocho años. Uno de los fundadores ya no está, ha desaparecido misteriosamente en un viaje a Europa. El recuerdo de ese episodio es una marca para el protagonista que teñirá de melancolía todo el film. A ellos se les suma Lucía, una chica a la que ha conocido a través de unas clases. El gran problema de esta historia es que cada vez que arranca vuelve a caer en el mismo círculo vicioso de la indefinición. No sabemos si el film es una excusa para desplegar un soundtrack, los números musicales cansan (si uno no entra en ese estilo, queda afuera) y en el peor de los casos vemos un cúmulo de muchas otras historias independientes americanas. Además, el abuso de la cámara lenta también la torna monocorde. Guillermo Colantonio


Le meraviglie, de Alice Rohrwacher / 7 puntos


Hay una corriente de películas italianas actuales que trabajan sobre cómo repercute la llegada de algún ente a las economías regionales, ancladas en zonas alejadas de las grandes urbes y consagradas al turismo o a la elaboración de productos. En este marco se inscribe Le meraviglie que tiene como protagonista colectivo a una familia dedicada obsesivamente a la apicultura. Dos o tres pincelazos al inicio le sirven a la directora para plasmar el estilo de vida comunitario que llevan bajo la lógica machista de un padre que se niega a salir de ese orden y seis mujeres que, a pesar de someterse a su voluntad, también toman decisiones. A medida que la película avance, el punto de vista se recortará sobre la adolescente Gelsomina, quien oficia como la coordinadora de las actividades diarias e irá descubriendo otras formas de amor con la llegada de un niño alemán que deberán cuidar como parte de un programa social. La mirada de Rohrwacher se acerca a esos cuerpos fatigados, presionados por la labor diaria, sin descuidar nunca sus rostros, sobre todo el de las niñas, que se agigantan en pantalla. Un uso adecuado de la luz en los momentos justos permite disfrutar del entorno natural como de los interiores precarios, metiendo en la piel del espectador el clima del lugar. La vuelta argumental se produce con la llegada de la tv y una propuesta que moviliza a los lugareños. Afortunadamente, en una sabia decisión, la trama nunca permite que esa irrupción se cruce inapropiadamente con la de la familia y que, en todo caso, sea una excusa para desarrollar los cambios que padecerá Gelsomina. Cuando parece que se cae en los lugares comunes, la sensibilidad de la directora salva la situación. Guillermo Colantonio


Leonora dos sete mares, de Carlos Hugo Christensen / 7 puntos


Se habla todo el tiempo de Leonora, una mujer maravillosa, seductora, alguien a quien nadie podrá olvidar. La llegada desde Argentina de su marido, quien viene a saber algo más de su encantadora mujer, será el detonante para comenzar una investigación. ¿Quién era realmente Leonora? ¿Dónde está Leonora? ¿Cómo murió Leonora? Todas estas preguntas le sirven al director argentino para armar este melodrama cargado con elementos del mejor cine de suspenso. La llegada de Arturo de Córdoba (su personaje se llama Pablo Valdez y es el marido de Leonora) a Río De Janeiro es uno de los grandes momentos del film, se nos va presentando un personaje al que sólo vemos por partes -las manos, la espalda, los ojos- hasta tener una entrada triunfante en la casa de Leonora. Susana Freyre está muy bien en el papel de Ana María, la hermana de Leonora, quien sufre una fobia que le impide salir de la casa. Varias escenas que el director maneja con solvencia, la del baile de carnaval en que Leonora y su hermana compiten por un hombre mientras vemos rostros con máscaras grotescas en primeros planos, o la del rito con posterior persecución de Arturo de Córdoba a una ladrona por escaleras y calles de la ciudad. Como explicó el crítico Fernando Martín Peña, esta fue la primera película que dirigió Christensen en Brasil, todavía en coproducían con Argentina. La copia que se proyectó es la que está doblada al español y es la única que se consigue. Acá todavía el realizador utiliza varios géneros que lo hicieron famoso en su país, mas adelante su filmografía en Brasil se haría más ecléctica. Gabriel Piquet


Li’l Quinquin, de Bruno Dumont / 8 puntos


quinquin¿Un policial con humor? ¿De Dumont? Para muchos, las respuestas a estas preguntas parecen imposible, sin embargo, el terrible joven francés lo hizo sin perder un ingrediente de su universo cinematográfico. El paisaje es similar al de la mayoría de sus historias, tranquilo, luminoso, siempre con la calma que precede a la tormenta. Allí vive el pequeño Quinquín, quien hace de las suyas: le gusta tirar petardos, juntarse con sus amigos para algunas travesuras y mantener una tierna relación con la pequeña Eva. Hay que decir que Dumont sigue siendo un especialista en hallar actores no profesionales cuyos rostros parecerían haber nacido para la pantalla. Tal es el caso de este chico, con su rostro parecido al de un adulto, cuya mirada será difícil de olvidar. Una serie de crímenes disparatados quiebra el estatismo pueblerino (gente mutilada e introducida dentro de vacas) y provoca la aparición de otro personaje que será recordado por mucho tiempo, el detective, un señor rellenito con varios tics nerviosos en cuyo rostro están todos los gestos de los grandes comediantes de la historia. Junto con su ayudante Carpentier incurrirá en razonamientos absurdos e hipótesis vacías. Su forma de caminar (al estilo Tati) y sus torpes movimientos desfasados son apoteóticos. Además, hay dos escenas antológicas en una iglesia y en un almuerzo que trabajan el humor con diversos procedimientos tan efectivos que dan ganas de que no terminen nunca. La duración es excesiva (tal vez le sobren algunos minutos) y hacia la segunda mitad las sombras ganan terreno por la acumulación (inverosímil) de cadáveres y ninguna resolución. La historia se encuentra estructurada en actos cuyos títulos solemnes (“La bestia humana”, “El corazón del mal”, entre otros) son inversamente proporcionales al disparate de las situaciones. Pese a ciertos signos que continúan la línea de incomodidad en su cine, y aunque muchos no lo crean, este film tiene momentos de saludable ternura. Recomendable para detractores. Guillermo Colantonio


Listen up Philip, de Alex Ross Perry / 7 puntos


La vida de este personaje egoísta, irónico, de a ratos despreciable, que representa el actor fetiche de Wes Anderson, Jason Schwartzman, sus diferentes actividades (anti)sociales en New York y sus alrededores, conflictos amorosos con su novia (la impresionante Elisabeth Moss, sino fíjense en la serie Mad Men), la relación con un escritor/maestro con muchas similitudes a su discípulo (Jonathan Pryce) será el eje narrativo. Un narrador en off nos servirá para ir saltando de situaciones. El escritor, su novia fotógrafa, su maestro, todos tendrán fragmentos en la película en los que conoceremos su punto de vista. De a ratos se acerca al universo de Woody Allen, más que nada por las actividades relacionadas con el mundo del arte que sus personajes desempeñan en la ciudad de New York. En una de las mejores escenas, vemos la casa del personaje de Pryce. Mientras este improvisa una fiesta, Schwartzman toca el piano, a la vez que bailan tres personas más. La escena llega a un clímax tenso cuando todo es interrumpido por la hija del dueño de casa, quien echa a todos, situación parece sacada de una película de John Cassavetes. O la mirás o la dejás de ver, ya que los personajes, su mundo y sus reglas, están presentados en los primeros minutos. Gabriel Piquet


Los girasoles, de Martín Boulocq / 7 puntos


Inspirado en Danza de los girasoles del pintor Gíldaro Antezana, se trata de un acercamiento poético a ese universo de las flores, explorando el paso del tiempo y sus consecuencias. Filmado en un espacio reducido, la cámara recorre morosamente los lugares hasta encuadrar de cerca de los girasoles, primero en toda su luminosidad, luego ya marchitos. Da la impresión siempre de que son fotografías musicalizadas. Los planos detalle recrean ese microcosmos mientras los efectos lumínicos sugieren diversos grados de belleza. Si uno entra en la propuesta, entonces tendrá la sensación de que el mundo parece paralizado a partir de cómo el director captura el tiempo y capta el estatismo de los girasoles. Se puede criticar, tal vez, la inclusión musical cuya presencia aparenta ser un condicionante ante lo que se ve, como si fuera obligatorio. Guillermo Colantonio


Los hongos, de Oscar Ruiz Navia / 6 puntos


Esta propuesta que se interna en los suburbios de Cali y su cultura alternativa a través del arte urbano, tiene una premisa y una temática sólida. Su principal falencia radica en lo derivativo que se hace el relato al no poder cerrar la historia de los dos personajes que lo protagonizan, Ras y Calvin, al mismo tiempo que plantea situaciones que en lugar de sumar al mundo interno de los protagonistas, restan y debilitan la trama. Un ejemplo paradigmático es el personaje de la pareja de Calvin, que comienza resultando interesante en la dinámica del film para luego tornarse irrelevante. En su lugar la película gana durante esos segmentos que la cámara permanece a la altura de los personajes como un testigo de su punto de vista y el universo que los rodea, a menudo optando por planos largos y descriptivos como en la universidad de artes visuales, el club nocturno o el mural debajo del puente, locaciones que los personajes nos descubren a medida que avanza el film con la misma fascinación que asisten a una conferencia de grafiteros experimentados. Cristian Ariel Mangini


Los muertos, de Santiago Mohar Volkow / 7 puntos


muertosEn Los muertos hay una constante que abarca cada segmento del film hasta su eventual desenlace: el movimiento. Cuando finalmente este elemento se encuentra ausente de la película, como si la vitalidad también se esfumara del relato, se sumerge en un mundo estático con encuadres fijos y planos contemplativos que confían en mayor medida en el movimiento interno del cuadro. Esto no es casual, el guión pretende dejar en claro cómo ese mundo apático en el que viven los protagonistas, que parecen sacados de una novela de Bret Easton Ellis, tiene sus consecuencias en el roce constante con la muerte. Por otro lado, el hecho de que indique que puede tener consecuencias trágicas también lo hace aleccionador y nos lleva a cuestionar algunas de las situaciones que golpean a los personajes. La muerte, como una fuerza destructora que apenas perciben, roza sus vidas presentándose como una constante exposición a la violencia del entorno donde viven, muchas veces siendo una fantasía (el secuestro inexistente de los Zetas que el director proyecta en imágenes) o una realidad (el robo del auto o el asesinato de uno de los choferes de los chicos), pero lo cierto es que el coqueteo con la muerte se encuentra en esa apatía que sobrellevan en sus vidas entre el alcohol, los estimulantes y el sexo. Aquí está el elemento moralista que nos lleva a cuestionar el guión a pesar de la notable calidad técnica -algunos encuadres son de una expresividad increíble-, que juega con cambiar puntos de vista y provocar digresiones temporales para que entendamos la dimensión de lo que sucede. Cristian Ariel Mangini


Lost soul: the doomed journey of Richard Stanley´s Island of Dr. Moreau, de David Gregory / 7 puntos


En el documental se habla de un supuesto plagio del escritor Joseph Conrad con su novela El corazón de las tinieblas hacia el escritor H. G. Wells, quien escribió La isla del Dr. Moreau. Si bien finalmente no terminó en litigio esa situación, si se piensa en varios puntos en común más allá del parentesco que tenía el director Richard Stanley (su bisabuelo fue un colonizador que sirvió como fuente de inspiración de la novela), podríamos decir que la adaptación al cine del libro de Conrad que realizó Francis Ford Coppola, incluyó a Marlon Brando como la de Stanley también tenía a Brando. Ambas fueron producciones con presupuestos altos que se desbordaron y rodajes caóticos, pero la gran diferencia es que la primera fue una obra maestra y la segunda una de las peores películas de la historia. A su favor, Richard Stanley sólo filmó algunas escenas que no se usaron y el producto final no tiene nada que ver con lo que él quería. Stanley, director por fuera del circuito de Hollywood, es contratado por New Line para adaptar la versión que él mismo les propuso de La isla del Dr. Moreau. De ahí en más, una serie de anécdotas que nos llevan a ver una película en sí, que es mucho mejor que la versión que terminó estrenada en cines. Brujería, tormentas en el set, actores que boicotean el film, personajes contratados para extras que terminan teniendo papeles principales, director expulsado, nuevo director que no es querido por su sistema dictatorial en el rodaje, serán algunos de los elementos que ayuden a que el documental tome un poco de vuelo propio mas allá de los entrevistados hablando a cámara. Gabriel Piquet


Low tide, de Roberto Minervini / 7 puntos


Según leo en el catálogo este es el segundo largometraje de este realizador italiano que por ahora ha centrado sus tres películas en el sur de EE.UU. (para ser precisos en Texas). La película sigue el día a día de un niño que vive solo con su madre. Desde las actividades más triviales como limpiar o cocinar, al aguantar (porque es lo que el chico hace ante una madre que parece tan ausente como ese padre que nunca vemos) las fiestas, amigos y lugares que frecuenta su progenitora. El film de Minervini tiene la virtud de mostrarnos a este niño sin perderle casi acciones y al confiar en la imagen evita cargarlo de diálogos que estarían de más. Se le puede achacar algún exceso visual que no suma (la escena de la vaca), pero en líneas generales es un relato seco, efectivo que termina cerrando porque lo que nos imaginamos que ese chico busca, lo obtiene. Gabriel Piquet


Maïdan, de Sergei Loznitsa / 8 puntos


Lejos de la lógica televisiva frenética y sensacionalista, Loznitsa relega la veta poética de documentales anteriores para registrar las protestas callejeras en Kiev entre fines de 2013 y principios de 2014. Lo hace con un tratamiento cinematográfico desde un lugar de enunciación que recorre los bordes del escenario en cuestión. Nunca veremos las consecuencias de las represiones ni los sujetos que adoptan la voz parlante. El fuera de campo alcanza un grado de importancia al privilegiar lo que transcurre alrededor de las manifestaciones, sean trabajos solidarios para preparar comida o los indiferentes transeúntes que se mantienen al margen de todo. Breves fundidos en negro marcan las referencias para no descuidar el contexto y se transforman en las huellas narrativas que mostrarán la evolución de los incidentes. El resto son planos, generalmente fijos, que establecen una coordinación misteriosa entre imagen y sonido. La cámara testigo nunca es intrusa y registra momentos emocionantes, en los cuales, las hermosas canciones populares acompañan las movilizaciones. Sin discurso altisonante, el punto de vista aquí parece decirnos que la revolución se hace en las calles y no en las redes sociales. Es impactante ver la abundancia de rostros y cuerpos mayores acompañando la causa contra un presidente arbitrario y represor; también, esa especie de réquiem final que confirma la sensibilidad de Loznitsa como documentalista, uno de los más grandes. Guillermo Colantonio


Matar a un hombre, de Alejandro Fernández Almendra / 7 puntos


Film de producción chilena que cuenta la historia de un hombre que se debate en hacer justicia por mano propia ante un matón que hostiga a su familia permanentemente. Esta producción muestra con un ritmo lento pero atrapante cómo la situación va incrementando en su tensión, exhibiendo cada hecho que motiva la decisión final. Sin embargo, el relato cautiva pero no sorprende, porque sigue una lógica sin dar un giro en ningún instante, a pesar de que algunas situaciones se podían haber modificado para tal fin. Tan sólo en el cierre, en la escena final, logra impactar por su remate. Con una buena factura desde lo técnico y correctas labores actorales, destacándose el protagonista, Matar a un hombre es una correcta película a la cual quizás le falto un poco más de desequilibrio para alcanzar un mayor impacto. Brian Macchi


Matinée, de Jaime Humberto Hermosillo / 8 puntos


Dos niños, Aaron y Jorge, quieren ir de vacaciones al México DF. Escondiéndose en el camión de mudanzas que maneja el padre de Jorge, Aaron seguirá a su amigo de polizón rumbo a la gran ciudad, en el camino el vehículo será asaltado por  un grupo de ladrones que los mantendrá de “rehenes” mientras realizan otros atracos. Esta reseña que acabo de escribir haría transitar a la película por los caminos del policial, pero el director vuelve aprovechar este contexto para mostrar otras cosas de la sociedad mexicana desde la mirada de dos chicos. Nuevamente lo religioso tiene importancia en el relato, desde pequeños elementos que Hermosillo irá dejando como al pasar para explicitarlo cerca del final de la película. La aventura que los niños no pueden ver en esa matinée del cine de su pueblo cuando la directora del colegio los descubre, la tendrán uniéndose a ese grupo de malviviente en la gran ciudad, que para ellos representa lo que ven en las películas. La amistad será otro de los temas claves, encarnada en la relación de los dos chicos protagonistas, entre uno de los chicos (Aaron) y uno de los ladrones (Aquiles); y por último una relación de amistad con connotaciones homosexuales entre dos de los ladrones que es lo más cercano a lo sexual junto con una efímera relación que tiene Aquiles con la vecina de su madre. El sexo, tema que aparece menos en esta película de Hermosillo, será una de las constantes de la obra de su director. Película sobre el crecimiento de dos niños que tendrá diferentes miradas sobre cómo es la vida, más allá de lo que ven en esa matinée de su pueblo. Gabriel Piquet


Mechita, entre el cielo y la tierra, de Mariano Gerbino / 6 puntos


Hay un apartado que eleva y a la vez limita a este documental sobre la resurrección del pueblo de Mechita luego de la destrucción de su polo ferroviario a través de diversos emprendimientos culturales, y es el técnico: se puede apreciar un estupendo trabajo audiovisual, destacándose los encuadres que potencian los paisajes, la fotografía -en especial cuando recurre a los ralentis o aprovecha la fotogenia del fuego- y la banda sonora, que adquiere características casi poéticas. Sin embargo, hay en el film de Gerbino una notoria dificultad en la primera media hora para encontrar un hilo narrativo. Cuando la película lo encuentra, crece notoriamente. Igual la sensación que termina imponiéndose es que podría haber funcionado mejor como mediometraje. Rodrigo Seijas


Melbourne, de Nima Javidi / 6 puntos


melbourneHitchcock ha insertado a lo largo de su carrera la famosa situación de qué hacer con un cadáver. Sin embargo, la diferencia con Javidi es la sutileza del maestro inglés ya que jamás se le hubiera ocurrido utilizar como víctima a un bebé. Esto es lo que ocurre en esta historia en Teherán, que transcurre prácticamente dentro de un departamento, y es protagonizada por una pareja dispuesta a hacer un viaje de estudios a Melbourne. El imprevisto (la muerte de un bebé que cuidan por un rato) altera los planes y entonces, entre la desesperación y el miedo, se transforman en detectives de sí mismos para ver qué pudo haber ocurrido. Cuando las respuestas no aparecen, toman una decisión que involucra indudablemente la ética. El problema principal de la película es que mantiene la tensión a base de golpes efectistas de guión que son una suerte de acumulación donde no hay respiro, incluso con golpes tan bajos como el hecho de pasarse de manos una criatura como si fuera un muñeco. Perece ser que la tendencia del cine iraní que nos llega a los festivales (“una cierta tendencia” diría Truffaut) no puede ser concebida más allá de espacios cerrados, claustrofóbicos y plagados de gritos e historias de sospechosa concentración dramática. Guillermo Colantonio

Melbourne / 9 puntos – ¿Cómo resolver un imprevisto tan grande como que se muera un bebé ajeno en tu cama y salir ileso de eso? Esa es la punta del iceberg que representa este film iraní que, con tensión y dramatismo, apunta a desentrañar todas las miserias que puede tener el ser humano y exponerlas para que el espectador se sienta en el lugar del protagonista y decida qué hacer. Con un ritmo sofocante, que por momentos agobia, el film plantea una situación extrema de manera adulta y seria. Allí se verán el amor, el odio, el machismo, el sometimiento y las mezquindades humanas, representando un abanico tan diverso como compacto y contundente. El film utiliza como centro al bebé muerto y es allí donde está su valor, en lo simple y a la vez complejo del asunto, sin buscar el doble sentido o la moraleja. Un hecho de la vida humana, trágico y terrible sí, pero humano al fin. Javidi deja en el espectador la decisión de saber qué hacer con ello. Brian Macchi


Mange tes morts, de Jean-Charles Hue / 8 puntos


Una comunidad de gitanos que vive en casas rodantes en las afuera de una ciudad. Uno de ellos que regresa luego de 15 años de estar en prisión. Su hermano menor, su medio hermano y su primo (cristiano practicante), lo acompañarán en un raid delictivo que dura una noche. Un policial que toma elementos del cine clásico, pero que tiene varias virtudes que lo hacen muy personal. Primero, los actores que no son profesionales sino gitanos que el propio director fue conociendo desde principios del 2000 cuando empezó a contactarse con ellos en busca de sus propias raíces. Filmada de una forma asfixiante, principalmente las escenas dentro del auto, la película mantiene un nervio con pocos elementos como las caras de los personajes, el sonido del coche que aumenta su velocidad paulatinamente, los diálogos que parecen improvisados aunque no lo son. Si muchos críticos dicen que existe un neo-noir, ¿esto sería un neo-polar? Gabriel Piquet


Mr. Kaplan, de Alvaro Brechner / 8 puntos


El uruguayo Brechner confirma con Mr. Kaplan que esas condiciones cinematográficas que lo había hecho una saludable revelación en la competencia internacional del 2009 con Mal día para pescar, era en verdad la aparición de una de las voces más frescas del panorama cinematográfico actual en Latinoamérica. A pesar de que en sus tramas desfilan improbables antihéroes con una fuerte impronta dramática, el director se permite esbozar su amor por el western y la épica sin perder de vista en ningún momento el humor. Sin que logre fluir con la misma fuerza que su opera prima y permitirse caer en el cliché ocasionalmente (uno no puede dejar de advertir el artificio sensiblero de secuencias como, por ejemplo, cuando Wilson observa a su familia desde la calle, lluvia incluida), el timing, la calidad actoral -que tiene en el gran Héctor Noguera su punto más alto- y su capacidad para mezclar géneros y salir airoso la hacen una pieza agridulce hasta su plano final, que confirma la habilidad de Brechner en la dirección. Cristian Ariel Mangini


Nacidos para morir, de Andrés Borghi / 5 puntos


La autoconsciencia es el elemento clave para comprender a qué apunta este largometraje que tiene en su debut a Borghi, realizador del conocido cortometraje Otakusy el premiado Workingday, que lo llevó al reconocimiento de Peter Jackson. Definir autoconsciencia, uno de esos conceptos que a menudo suenan demasiado confusos, es en verdad sencillo: implica un conocimiento del realizador sobre el género al que apunta desde la obra misma, refiriendo sus clichés y estructuras y, al mismo tiempo, poniéndolos en evidencia. Esto puede generar un elemento cómico, pero también apunta a lograr nuevas premisas narrativas en la construcción de personajes o situaciones. Lo que sucede con Nacido para morir es que este elemento aparece cargado en cada plano, diálogo, gesto y secuencia, a menudo apelando a la expresividad del animé, subgénero que el realizador bien conoce. El problema central es que esta máscara termina superponiéndose a la trama, perdiendo interés a medida que pasan los minutos a pesar de los ingeniosos gags que a menudo nos entrega el guión -brillante, por ejemplo, el fracaso de las pastillas que daban poderes-, ya que no importa tanto lo que pasa sino, más bien, cómo pasa. En el medio, algunas irregularidades técnicas y actorales contrastan con los efectos usados tan inteligentemente como en sus audaces cortos, demostrando lo valioso de esta singular y promisoria voz en el cine nacional. Cristian Ariel Mangini


Narcisa, de Daniela Muttis / 6 puntos


Correcto documental centrado en la figura de la realizadora Narcisa Hirsch, quien nació en Alemania pero desarrolló una innovadora y ecléctica carrera en el cine experimental argentino durante las décadas del sesenta y setenta. El film posee un acercamiento bastante personal y admirativo a partir del hecho de que la directora Muttis es alumna y amiga del personaje central. Sin embargo, lo mejor de la película aparece cuando se despega un poco del formato elemental de entrevistas a cámara para coquetear e incluso jugar con el formato experimental, lo que le brinda un salto poético y estético a una narrativa que fuera de ese aspecto no pasa de lo convencional. Rodrigo Seijas


National Gallery, de Frederick Wiseman / 9 puntos


nationalFrederick Wiseman aborda uno de los museos más emblemáticos del planeta, pero no se preocupa tanto por el espacio en sí, sino por los personajes y las obras que lo habitan. El cineasta va construyendo toda una serie de reflexiones sobre las distintas formas de recepción del arte: la historización, la crítica, la restauración, el disfrute y un largo etcétera, sin temor a mostrar los choques de punto de vista. Hay un gesto de inteligencia y responsabilidad por parte de Wiseman en el hacerse cargo de que cada obra se termina de concretar a partir de su impacto en el público, con lo que también actualiza toda una serie de discusiones sobre el rol de las instituciones museísticas y su capacidad para formar espectadores. Lo hace con sus armas de siempre: una cámara penetrante y profunda, pero nunca invasiva y capaz de invisibilizarse casi por completo, que le permiten ir creando una sólida narrativa, con una serie de personajes que son apasionantes porque se les nota su propia pasión. La mirada de Wiseman es siempre respetuosa, cariñosa, ávida de conocimiento, voraz incluso en su acumulación de recortes observacionales. Un film demandante, no sólo por sus casi tres horas de duración, sino también por su materialidad: gracias a los lazos que entabla con otras artes es, paradójicamente, puro cine. Rodrigo Seijas


Ned Rifle, de Hal Hartley / 6 puntos


Para quienes no estén familiarizados con este emblema de la dirección independiente norteamericana, con esta película Hartley cierra una trilogía que inició en 1997 con Henry Fool y continúo en el 2006 con Fay Grim. Se destacan por su humor negro, la ironía, diálogos afilados y un contenido social que subyace detrás de las caricaturas de sus personajes. El cierre de la saga, con los mismos actores que interpretaron sus personajes a lo largo de los años, mantiene el ritmo y la tensión que lo caracteriza, aunque exhibe un dejo de desgaste en las ideas que habían hecho fresca a Henry Fool hace más de 15 años. Con algunas secuencias donde ocasionalmente se percibe una falta de fluidez y sentencias que tienen el impacto de un oneliner, pero que a veces quitan el marco dramático de las acciones, el film deja un final que no da lugar a la ambigüedad de las ediciones anteriores, sino que en su silencio y la última mirada de Ned denota el cierre de cualquier continuidad trágica. Cristian Ariel Mangini


No todo es vigilia, de Hermes Paralluelo / 7 puntos


Felisa y Antonio son dos ancianos a los que sigue el director, primero en un hospital y luego en su casa. El acercamiento es respetuoso, nunca intimidante, desarrollado con encuadres prolijos y con una cámara que apenas se mueve buscando la posición ideal. La primera parte de la película se extiende demasiado a partir de un registro observacional y planos fijos tomados desde diversos ángulos. Seguimos los exámenes que le hacen a Antonio y la inquietud de Felisa, siempre a su lado. Hay escasos diálogos y algunos relatos que surgen de los personajes pero que son interrumpidos por los médicos, como si se tratara de un contrapunto dialéctico. El resto es una constante enunciación formal cuyo fundamento es el estatismo y la sucesión de planos que marcan un tiempo interno similar al de los personajes en la etapa de la vida que les toca. A los cuarenta minutos, aproximadamente, una imagen exterior con un campo nevado quiebra el encierro y pasamos a una especie de segundo acto en la casa de la pareja. Paralluelo continúa con la tenue iluminación y los impecables encuadres pero comienza a explotar dramáticamente la potencialidad humana de los ancianos en la pantalla. Para ello, inserta breves dosis de diálogos y movimientos que provocan humor y sana gracia. Hay un momento que escenifica la idea del tiempo, más allá del trabajo formal: Antonio toma el teléfono y llama a alguien para arreglar un artefacto; habla supuestamente con un interlocutor un rato hasta que su mujer le pregunta qué le dijo, y él responde que ha dejado un mensaje en el contestador. El chiste funciona y es gráfico a la vez sobre lo que representa el tiempo para ellos. El andar cansino de sus pasos será respetado siempre con la lentitud de la cámara que los sigue. Y la luz (con un uso muy influenciado por Pedro Costa) es sacrificada para resguardar la intimidad y crear ese ambiente que tantas veces hemos visto en las casas de nuestros abuelos. Si en el hospital no veíamos la química entre la pareja, en este segmento es evidente. El final es una delicia. Tal vez, la descompensación entre estas dos partes haga que disminuya el resultado, pero vale la pena pasar por la experiencia de Felisa y Antonio. Guillermo Colantonio


Open Windows, de Nacho Vigalondo / 6 puntos


open windowsLa premisa es muy simple, uno de esos chicos fanáticos de una estrella de cine gana un concurso vía Internet para tener una cena con su actriz favorita. Solo en una habitación de hotel que fue reservada por los organizadores del evento, comenzará a recibir indicaciones de una persona que lo irá incitando vía link y webcams de por medio a ser un voyeaur, todo se le irá yendo de las manos, a medida que invade más la vida privada de la actriz. La película tiene en su primera mitad un claro homenaje al Hitchcock de La ventana indiscreta y sus posteriores seguidores, como por ejemplo el Brian de Palma de Doble de cuerpo. El personaje de Elijah Wood tendrá opciones de video e inclusive audio (acá podríamos sumar otro homenaje a la película La conversación) para espiar a su actriz favorita, esa inocencia de sólo mirar se irá transformando en algo más peligroso cuando la voz que le habla lo obligue hacer cosas en contra de su voluntad. Hasta acá funciona muy bien e inclusive queremos saber en qué va a terminar todo este embrollo en el que se metió el personaje y cuál es el motivo por el que le pasan estas cosas. Pero es cuando se sabe el porqué y se da un giro en la trama sobre el final (para mi gusto innecesario), cuando la película pierde su rumbo y la tensión lograda. Agregar que la utilización de un tema de la banda Suicide, es un homenaje merecido a uno de los primeros grupos electro-punk. Gabriel Piquet


O velho do réstelo, de Manoel de Oliveira / 8 puntos


Hay cineastas que huyen del presente, pero no para negarlo, sino para interpelarlo, interrogarlo a partir del pasado. Algunas zonas del cine de Oliveira tienen que ver con ello y este corto lo confirma. Qué otra cosa puede ser sino reunir en una plaza del Siglo XXI a Don Quijote y otros escritores. La propuesta de entrada bordea el ridículo y sin embargo, a medida que transcurren las palabras y los argumentos, comienza a advertirse la verdadera intencionalidad de esta pequeña joya del portugués, fiel a sus planos fijos y a demandar un tipo de espectador atento. Guillemo Colantonio


Over your dead body, de Takashi Miike / 5 puntos


Con el director japonés tengo un problema, algunas de sus películas me resultan divertidas e interesantes desde su propuesta estética y argumental, otras en cambio aburridas, hasta en algunos casos pretensiosas. Sobre esta se podría decir que también me resulto obvia. La excusa del film es mostrarnos una pareja en la vida real que está en crisis, eso mismo verlo reflejado en una obra de teatro kabuki que la misma pareja representa arriba de un escenario giratorio mientras los ven el resto del staff, que también tendrá una interacción con ambos personajes. Pequeños “enrarecimientos” en lo cotidiano nos harán ver que algo va a suceder y conociendo al director no va a ser nada tranquilo. El problema es que se toma mucho tiempo en mostrarnos algo que vemos venir después de la primera media hora de película, agotando recursos que ya conocemos o hemos visto en otras películas. Quizás uno de los pocos puntos a rescatar sea la dirección de arte, que se luce en las secuencias filmadas en el escenario giratorio. Gabriel Piquet


Pancho, el perro millonario, de Tom Fernández  / 7 puntos


Los perros son los dueños absolutos de los conceptos de lealtad y amistad, por eso cuando hay que tocar esos temas, mejor que ellos protagonicen sus propias películas. Fernández se divierte y nos divierte contándonos la aventura de Pancho, el perro millonario. Apela en principio a un argumento simple pero efectivo y que avanza sin detenerse desde los títulos en los que se nos cuenta la vida de Pancho antes de ser millonario, mediante una interesante secuencia animada. Fernández juega a subvertir los roles: amo – mascota, femenino – masculino, buenos – malos y de esa tensión obtiene los mejores chistes. Quizás se exceda en los gags que incluyen alguna proeza imposible del perro protagonista, ya que implican algún efecto especial demasiado artificioso que le quita frescura. Mención aparte para el actor César Sarachu que hace del entrenador de perros Mario, que en la película parece una caricatura de Tomás Abraham, solo que más lucido. Por lo demás, a pesar de su pequeñez, Pancho, el perro millonario confía en sus posibilidades, y aunque no deja de subrayar su mensaje lo hace con buen humor  y sin tomar al público infantil por idiota, lo cual se agradece. Matías Gelpi


Pantanal, de Andrew Sala / 5 puntos


pantanalHabía una premisa en principio atractiva: un hombre con un pasado y presente en la nebulosa huyendo hacia la llanura aluvial en el Mato Grosso, portando nada más y nada menos que una valija llena de dinero, mientras intenta buscar a su hermano. Pero el relato, a pesar de tener sólo 70 minutos de duración, abusa de los tiempos muertos, confiando demasiado en el poder hipnótico de los paisajes que atraviesa un protagonista que nunca genera empatía en el espectador. En el medio, hay una idea ingeniosa, que es la de convertir a los testigos del viaje del personaje principal en portadores de testimonios que vinculan a la narración con el género documental. Pero lo que se termina imponiendo es un distanciamiento deliberado, que conspira contra las posibilidades de la historia y condena a la película a la medianía absoluta. Rodrigo Seijas


Pasaporte a Río, de Daniel Tinayre / 7 puntos


pasaporteGran comienzo con un asalto, posterior escape por los techos, muerte de un delincuente, escape a través de un teatro de otro de los ladrones, quien termina matando al sereno del lugar: pero el asesino, Ramón Machado (Arturo de Cordova), es visto de manera involuntaria por Nina Reyes (Mirtha Legrand), mujer que es inducida por el asesino que se enamore de ella. Nina viajará a Río de Janeiro con el dinero robado, en el barco rumbo a la ciudad conocerá a un doctor del cual se enamorará. Varias escenas plagadas del mejor noir. Luces y contraluces que le dan más dramatismo a esta película, momentos de puro cine de género, como cuando Legrand es perseguida por un policía de incógnito por la ciudad, y huyendo lo deja atrapado en el subte, o la paliza que le dan al doctor (Francisco de Paula) Arturo de Cordova y sus secuaces, todo reflejado por sombras en la pared de una habitación. Si bien la trama es llevadera, el personaje de Francisco de Paula no empatiza tanto con el espectador como para quererlo, por el contrario Arturo de Cordova vuelve a realizar uno de esos personajes intensos que tan bien le salían, dándole más humanidad aunque sea un asesino. Legrand cantando en varios números, es interesante porque nunca antes la había visto en ese rol. Hay un gran diálogo al mejor estilo policial clásico, en una secuencia en la que Legrand se arrepiente de haber hecho cosas para el delincuente, y le dice al personaje de Francisco de Paula sabiendo que está enamorada de él: -“No me beses”. –“¿Por qué?”. –“Porque mis labios manchan”. Gabriel Piquet


Pasolini, de Abel Ferrara / 9 puntos


Pasolini es una película notable por varios motivos. Primero: es un verdadero aliciente encontrarse con semejante nombre en un título y comprobar que no hace falta contar una vida entera para acceder al nervio de un artista y de sus ideas. Ferrara acierta en concentrarse en un lapso de tiempo breve pero sumamente significativo, el día de su muerte. No acumula años, sino breves y diversos instantes del entorno cotidiano, encuentros, comidas, reportajes, ideas, es decir, el universo propio de quien vive intensamente y no para de pensar críticamente la actualidad. Segundo: conmueve el parecido físico de Dafoe. Su interpretación, lejos de ser afectada en pos de una búsqueda mimética innecesaria, apunta a lo gestual y a unas pocas palabras para dar vida al escritor (como le gustaba llamarse). Su tono nostálgico parece presagiar el final en todo momento en una Roma donde es imposible vivir. Nostalgia que se refuerza por el tinte marrón y azulado que predomina en la estética acorde a los setenta. Tercero: la película incluye recreaciones de los últimos proyectos de Pasolini, literarios y cinematográficos. Hay una película que no llegó a realizar donde vemos en pantalla nada menos que a Ninetto Davoli, uno de sus actores fetiches. Cuarto: si bien la estructura del film es ensayística y tiene un carácter fragmentario, escoge el camino de la tragedia. Está la madre del poeta y cineasta, un personaje lorquiano, que desde el comienzo aparenta esperar lo peor con su rostro taciturno, atendiendo a Pier Paolo como si fuera un niño. La fatalidad del final, conocido por todos, está a la altura del género por la manera en que lo muestra y lo musicaliza el director. No podía haber otro desenlace (nos sugiere la película) menos cruento que éste para alguien que era comunista, católico y homosexual, que había filmado Saló o los 120 días de Sodoma, y tenía en vistas una historia “porno estelar” donde un cometa que pasa por la tierra es el mesías mientras asistimos a una orgía en los bajos fondos de Roma. La hipótesis del crimen político cobra fuerza sin siquiera mostrar su gestación. Quinto: Pasolini también es el universo de Abel Ferrara. Los suburbios de Roma pueden extrapolarse a los ámbitos oscuros de Nueva York, presentes y vistos a lo largo de su filmografía. También el catolicismo de Ferrara asoma en la forma en que su personaje se entrega para ser sacrificado. Lo vemos, en claros gestos de connotación cristiana, dudar acerca de sus ideas y entregarse finalmente con convicción a su verdugo, a la situación que lo llevaría a la muerte. Todo esto en apenas 84 minutos. Guillermo Colantonio


Pequeña Babilonia, de Hernán Moyano / 6 puntos


pequeñaLa primera parte de esta trilogía centrada en la historia de la música rock de la ciudad de La Plata abarca el periodo 1983-1993. Las imágenes de la llegada al poder de la junta militar liderada por Videla mezcladas con algunas de las conocidas secuencias de la represión ejercida en la época, es musicalizada de fondo por el tema Criminal mambo del disco Gulp de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Irán desfilando los comentarios de reconocidos periodistas especializados (Tom Lupo, Alfredo Rosso, Oscar Jalil, Sergio Puyol) contando las anécdotas y el contexto político/social que llevó a la música rock a ser uno de los ejes de la cultura de la ciudad. Si bien sobresalen a nivel popular las dos más famosas, Virus y Patricio Rey, las bandas menos conocidas para el público del resto del país son las que se llevan la mayor atención. Las Canoplas con un sonido vanguardista y deforme si se quiere para los 80 en Argentina, todo lo que significó su disco Batman (1988) y su posterior influencia en bandas de la ciudad. La crudeza de una de las primeras bandas punk como fueron Los Baraja (Marcelo Mont Olivo tiene grandes momentos en el documental, casi siempre con una mirada crítica sobre lo que muchos de sus otros colegas expresan), la teatralidad de Gustavo Astarita y su banda Mister America o el sonido más festivo de Los Hermanos Makana (primera banda de Kubilai Medina, actual cantante de Monstruo). Si bien el documental no trae nada innovador desde lo narrativo, en lo visual sí puede verse la mano del realizador, quien utiliza muy bien los espacios en donde aparecen los entrevistados (Casa de Gobierno, Teatro Argentino, Coliseo Podestá) dándole en algunos casos un aire más pictórico a la puesta en escena. La información sobre las bandas y la línea de tiempo de lo que va sucediendo en el país está bien (realizada por la Facultad de Periodismo de la ciudad de La Plata), aunque el problema es que se abarca un periodo muy largo haciendo muy difícil achicar el tiempo del documental, que se vuelve un poco extenso en su duración. Gabriel Piquet


Pistas para volver a casa, de Jazmín Stuart / 7 puntos


El primer largo de Stuart narra la historia de dos hermanos que a través de un accidente sufrido por su padre logran juntarse y resolver el abandono de su madre cuando eran pequeños. Esta road movie irá creciendo progresivamente, al igual que la conexión entre Dina y Pascual: ambas al principio son frías y distantes para pasar a ser cómplices y cariñosas. En este trayecto, el espectador irá interpretando el tono del film, que varía entre diferentes géneros, bordeando el ridículo pero rápidamente encausándose y hacia una textura más agradable, entretenida y emocionante con una estructura homogénea. La acertada dirección de Stuart, que no abusa de planos virtuosos, sino que apunta a narrar una historia, y la perfecta actuación de los protagonistas (sobre todo de Erica Rivas), hacen que Pistas para volver a casa sea un auspicioso debut en largometrajes de la bella actriz. Brian Macchi


Por el camino de Modesto, de Sebastián Deus / 4 puntos


El director recorre en este film el camino inverso que hizo su abuelo cuando en 1949 llegó a Argentina escapando de los horrores de la Europa de posguerra, a lo que hay que sumarle su rol dentro de la Guerra Civil Española que lo llevó a su ineludible exilio. Estos datos son más o menos los que tiene el espectador informado antes de enfrentarse a este documental, que básicamente se vale de una cámara que va a de Necochea a Madrid, muchas veces registrando el viaje y en otras tantas, convirtiéndose en el punto de vista del espectador a partir de su cualidad de subjetiva. El mayor inconveniente del documental es que al eludirse la voz en off y al contar con escasos testimonios orales a lo largo de los casi 120 minutos que dura, se pierde cualquier atisbo de empatía con el vínculo entre él y su abuelo, que es lo que debería motorizar la experiencia. Y, por eso, el viaje termina aburriendo, imposibilitado como está el espectador de algún anclaje emocional o, al menos, periodístico/informativo. No alcanza con ese detalle del destino de hacer coincidir este rodaje con las protestas anti-capitalistas, o la melancolía que aporta la persistente lluvia por los pasadizos de una Madrid histórica, para elaborar una idea, un concepto, algo que justifique semejante empresa fílmica. Tal vez su mayor virtud sea turística. Mex Faliero


Redentor, de Ernesto Díaz Espinoza / 6 puntos


Ya en la primera secuencia nos metemos de lleno en lo que la película pretende mostrarnos, el Redentor del título escucha las plegarias de un hombre al que unos neonazis mataron a su hijo. En la siguiente escena, estos neonazis están intentando violar una mujer de color, el redentor aparece y comienza lo que realmente importa: las acrobacias, golpes y técnicas marciales. El argumento está lleno de estereotipos que son funcionales a la trama, narcos norteamericanos que vienen a Chile para armar carteles con súbditos locales que explotan a los lugareños (el Redentor se detiene en una iglesia de un pueblo costero llamado Pichidangui, que es donde transcurre la acción), y un antagonista que sería el malo principal al que llaman El Escorpión (que está un poco desdibujado en algunos momentos), quien persigue nuestro antihéroe por un hecho del pasado. Las coreografías de Marko Zaror están bien, principalmente una en la que pelea en un terreno baldío, es la más física de las peleas e inclusive tiene un momento que lo acerca a la lucha greco-romana. Al igual que muchos de los productos clase B del cine norteamericano de acción de hoy, se excede en los efectos digitales de los impactos de bala y en los ralentis de muchas de las caídas de los actores en las peleas para lograr espectacularidad (vicio que también tiene el cine asiático). Destacar que es un riesgo hacer este tipo de películas en Sudamérica, ya que no hay tradición. El realizador chileno sale bien parado en el intento. Gabriel Piquet


Ruido rosa, de Roberto Flores Prieto / 3 puntos


Imagínese lo que sucediera si a una telenovela de personajes maduros en crisis de edad, solitarios, en los márgenes de una enorme urbe (en este caso, Barranquilla, pero la referencia espacial no tiene demasiada relevancia), estuviera invadida por tiempos y distensiones dignas del cine iraní más experimental, diálogos insólitos y búsquedas más o menos resueltas en encuadres estáticos y va a tener una aproximación a este bodrio de Roberto Flores Prieto. Ruido rosa tiene en sus primeros 20 minutos algunos momentos donde la actuación se luce, pero la excesiva teatralización de algunos encuadres, sumado a tiempos que se distienden para que el movimiento interno del cuadro sea irrelevante, antes que significativo, hacen que todo se vaya por la borda y arrastre a los aburridos minutos restantes de este melodrama, que tras su fachada esconde situaciones previsibles, una lluvia “accidental” digna de Diario de una pasión y momentos que se pretenden dramáticos pero que terminan resultando risibles. Cristian Ariel Mangini


Salud rural, de Darío Doria / 8 puntos


Durante una consulta, una anciana paciente dice algo así como “yo tomo ese medicamento porque tengo un poquito de diabetes”, a lo que el médico rural Arturo Serrano le contesta “no, usted no tiene un poquito. Usted TIENE diabetes”. De momentos directos, casi crudos, pero a la vez sensibles y cuidadosos, está hecho este bello documental que en principio gira alrededor de ese doctor que cuida la salud de los habitantes de Santo Domingo, un pequeño pueblito de Santa Fe. Pero el realizador tiene la inteligencia y perspicacia de dejar a Serrano casi permanentemente fuera de campo, sin dejar de otorgarle una potente presencia a través de la voz, para enfocar la mirada de la cámara primariamente en los pacientes, en sus rostros temerosos frente al dolor pero confiados en la sabiduría médica, o en sus cuerpos padecientes, siempre encuadrados en fragmentos. Salud rural, a partir de una puesta en escena respetuosa de lo que retrata y un montaje armonioso y fluido, que se emparentan con el carácter sereno y honrado de Serrano, se va constituyendo en un complejo análisis de los lenguajes de la medicina y el dolor, del miedo a la pérdida, de la incertidumbre y de un modo de concebir el mundo. Una película que, en voz baja, delinea un poderoso discurso político y cultural. Rodrigo Seijas


Santiago Violenta, de Ernesto Díaz Espinoza / 6 puntos


Esta comedia chilena que indaga en veinteañeros es una etapa de crisis y melancolía por la adolescencia resulta dentro del género un elemento extraño, en particular cuando se acercan sus últimos minutos. Se trata de un hibrido que sin temor atraviesa los géneros para meterse con elementos dramáticos y de acción, también dignos del cine de Quentin Tarantino (deificado por uno de los personajes de forma exagerada), a menudo dosificando elementos de humor negro en sus últimos minutos. Si bien se le puede achacar que los elementos dramáticos le quitan ritmo a la narración, en particular durante el desarrollo, lo cierto es que esa voluntad subversiva que parece enmarcar a la película nos da lugar a un giro que nos hace olvidar los elementos más flojos de este largometraje. Con personajes queribles y gags no del todo bien resueltos, sin embargo la película brilla en sus escenas de acción y se deja ver por las situaciones y los arcos narrativos que abarca la vida de cada uno de los amigos. Sin resultar una película redonda, Santiago Violenta deja sin embargo elementos que la hacen una propuesta original en el panorama de la comedia latinoamericana actual. Cristian Ariel Mangini


Sinfonia da necrópole, de Juliana Rojas / 6 puntos


Sin lugar a dudas la rareza de la competencia latinoamericana junto a Branco sai, preto fica, otra película brasileña que se animaba a romper marcos y estructuras con audacia. Sinfonía da necrópole viene a exorcizar la muerte con su extraña combinación de humor con romance y musical en un cementerio, desde el oficio de sus enterradores. Nuestro protagonista es un sensible enterrador que no parece apto para el oficio a pesar de estar apadrinado por su talentoso tío. Las cosas cambian cuando desde la administración se decide modificar la estructura del cementerio debido a la falta de disponibilidad de espacio, y él quede a cargo de la gestión junto a una joven y atractiva empleada administrativa, Jacqueline. Si bien el humor no se sostiene con la misma eficacia durante todo el film, al igual que los segmentos musicales, el encanto de sus personajes y el tono del relato entre naif y sarcástico la hacen una propuesta cuya audacia no pasa desapercibida más allá de sus irregularidades. Cristian Ariel Mangini


Spring, de Justin Benson y Aaron Moorhead / 6 puntos


Muere su madre, lo echan de su trabajo por una pelea, todos le recomiendan al protagonista que cambie de aires, así lo hace y termina en un pueblo costero del sur de Italia. Conoce una mujer misteriosa de la cual se enamora al instante, pero guarda un secreto… La famosa película del festival que no sabés si tomártela en serio o despotricar durante días. Pero a diferencia de Rubber que vi en otro de los festivales, esta me dejó algo más interesante, si bien también se va de registro. Después de descubrir el secreto que guarda la mujer, la relación de amor que tiene la pareja protagónica -y el querer al otro a pesar de sus defectos- lleva a la película al terreno romántico, lo cual ayuda a que no sea una decepción. Seguramente se va a volver una película de culto con el tiempo, cosa que les sucede a muchos híbridos que no se pueden encasillar. Gabriel Piquet


Stop the pounding, de Roberto Minervini / 5 puntos


stops pudingSi en su film anterior Low tide, el director Roberto Minervini sigue a un joven durante el día a día de su vida. Acá le toca el turno a una chica llamada Sara. Esta adolescente tiene varios hermanos, pertenece a una familia religiosa bastante rígida, se dedica a vender diversos productos de cabra y como cualquier joven de su edad comienza a sentirse atraída por un chico que se dedica a montar toros. En este film el registro es igual a Low tide, la diferencia es que el tema no resulta tan interesante, la joven no tiene el mismo carisma que el otro protagonista. El retrato de esa sociedad texana (que parece estereotipada de tanto que la han filmado en el cine) es un tema que se agota rápido, la pulsión de la joven al sentirse atraída por el chico y su dilema ante las enseñanzas de su madre con respecto a la función de la mujer según las enseñanzas de la Biblia (la mejor escena de la película) podrían ser contadas en un relato más corto. Es un director interesante, pero esta vez no logró engancharme con el tema que retrata. Gabriel Piquet


Su realidad, de Mariano Galperín / 7 puntos


La nueva película del realizador de Dulce de leche (ganadora como mejor película argentina en este mismo festival hace tres ediciones) es un documental que no es documental y una ficción que no es ficción. Y a la vez es sí, documental, y sí, ficción. Hay mucho de road movie, de comedia musical y hasta de drama personal en el seguimiento que hace el film de la figura de Daniel Melingo. El espíritu lúdico sobrevuela todo el metraje, sin seguir un hilo narrativo determinado, lo que en ciertos momentos resulta ser perjudicial, con el relato quedando a la deriva y provocando una distancia inconveniente con el espectador. Pero cuando el director vuelve a pensar los géneros y registros, cuando usa -o más bien, se deja usar por- la figura de Melingo para explorar los difusos límites entre las artes y los aspectos personales del artista, el film establece con el público la complicidad justa y necesaria. Una película artificiosa que piensa el artificio, que es puro ego y aún así no queda como pedante. Rodrigo Seijas


Summer of blood, de Onur Tukel / 7 puntos


Tukel, protagonista, director, productor y guionista de Summer of blood se propone una comedia de vampiros para explorar, y si es posible domar y reconstruir su propio ego. Tenemos a Erik, un ser cuya despreciable personalidad y hábitos hacen que a la gente le repugne su presencia. Por eso pierde a su novia, pende de un hilo en su trabajo y también le va pésimo con las chicas. Todo cambia cuando es mordido por un vampiro convirtiéndose él también en uno, lo que deriva en una transformación total: los vampiros son lo opuesto a nuestro protagonista, seguros de sí mismos, seductores y atractivos. Entonces, Erik que comienza siendo una especie de Ignatius Reilly de La conjura de los necios deviene en algo así como un Larry David turco, y por alguna razón ese devenir parece ser positivo. Tukel ofrece un film lleno de ritmo que casi no tiene frenos narrativos, los gags que propone tienen buen timing y algunos diálogos son muy graciosos. La lucha del director contra su propio cinismo da como fruto esta buena película. Matías Gelpi


The aryans, de Mo Asumang / 6 puntos


Este documental es concretamente un muestreo del estado de los movimientos racistas en los últimos años. Lo increíble, y a su vez poco sorpresivo, es la capacidad de crecimiento de estos grupos y la buena aceptación que tienen estas viejas y repugnantes ideas en una porción particular y grande de la población. Todos somos conscientes de la locura galopante de gran cantidad de población de Estados Unidos con sus KKK y demás, pero la cantidad de grupos neonazis en Alemania que proliferan en la actualidad hacen pensar que siguen siendo un pueblo tan admirable como despreciable. Por momentos, Mo Asumang se esfuerza en que el eje de su película sea el rastreo etimológico de la palabra Ario, como si la manipulación de esa palabra por parte de los nazis fuera la principal responsable del racismo violento y radical. Hay allí una forzada perplejidad ante la incapacidad de los alemanes por definir que es el Ser Alemán, ya que para cualquier persona es difícil definir concretamente su propio Ser Nacional. Además hay un ocioso viaje a Irán en busca de los verdaderos Arios, que no agrega nada más que un anecdótico encuentro al estilo Marley por el mundo. Asumang intenta cerrar sus propias cicatrices de odio mediante la realización de este documental que va perdiendo eje y fuerza hasta diluirse un poco. Igual, a pesar de su premisa enclenque, algunas entrevistas son hallazgos que valen la pena, lo cual termina rescatando a The Aryans. Matías Gelpi


The forest, de Sinisa Dragin / 5 puntos


El film parte de lo anecdótico para, finalmente, contar algo que tuvo consecuencias impensables a nivel político, desatando un conflicto diplomático. Lo relevante del asunto es lo curioso de cómo un crítico de arte interesado en la obra pictórica de Ion Andreescu (1850 – 1882), Radu Bogdan -a quien está dedicado el documental-, termina provocando el descubrimiento de un micrófono oculto en la pintura, llevando al cuestionamiento del entorno del Mariscal Tito. Con un archivo generoso y un trabajo de montaje que referencia al suceso y el contexto político de ese entonces, el documento consigue enganchar por esta historia que se encuentra ligada al espionaje de la Guerra Fría. Por otro lado, también es cierto que por momentos la película abusa del archivo con el que cuenta, extendiendo el núcleo del documental a cuestiones políticas que trascienden a este hecho anecdótico y que no tiene una conexión directa, provocando la sensación de que gran parte de las imágenes que vemos, a pesar de su valor histórico, resultan un relleno. Cristian Ariel Mangini


The manxman, de Alfred Hitchcock / 7 puntos


Dos amigos, un pescador y el otro un abogado, se enamorarán de la misma mujer, la hija del dueño de la taberna del pueblo. En El cine según Hitchcock, el realizador dice que era una adaptación de una novela de Hall Caine, un libro que tenía mucha reputación en la época, por lo tanto había que respetar dicha fama. No era una película de Hitchcock según sus propias palabras. Es verdad que no es tan fácil encontrar elementos claves en la carrera sonora del director, pero hay una idea de montaje que es muy buena como la del molino en donde el abogado y la chica se besan mientras giran unos engranajes, ese mismo lugar con los mismos engranajes girando en otra escena tendrán una connotación opuesta. La rubia mitad naif, mitad femme fatale, interpretada por Anny Ondra, podría decirse una de las tantas mujeres con esas características que desfilarían por su cine. Una película que sirve para sumar a la lista de su filmografía a todos los que somos completistas de la obra del autor, ya que no es fácil de verse. La calidad de la copia es excelente y la música de Matías Mango y Fernando Kabusaki acompañó perfectamente la velada. Gabriel Piquet


The mend, de John Magary / 6 puntos


Un hombre que se va de la casa de su pareja aparentemente luego de una discusión, deambula por la noche de New York, llega a la casa de su hermano que está dando una fiesta. Luego, el hermano se irá por unos días, el hombre traerá a su pareja e hijo a vivir prestado un tiempo. Película que trabaja con registros que varían mientras la vemos avanzar, puesta en escena y diálogos en la línea Whit Stillman (la fiesta podría ser un ejemplo), para después ir cambiando hacia un relato cercano a las relaciones de pareja o dramas familiares. Si bien hay una intención en todo el film de acercarse a la comedia, algunos chistes, elementos estéticos, no termina de conectar con lo que propone. Destacar las actuaciones de Josh Lucas y Stephen Plunkett, dos hermanos que se aman/odian de acuerdo a la circunstancia que les va presentando la historia. Gabriel Piquet


The overnighters, de Jesse Moss / 7 puntos


Si uno quiere deprimirse, el festival ofrece varias opciones, entre ellas este documental sobre Jay Reinke, un pastor luterano de Dakota del Norte que, durante la explosión del negocio del fracking, monta un programa para albergar a los trabajadores migrantes que arriban buscando una oportunidad laboral. El film va retratando con precisión las dificultades que afronta Reinke, que van desde la desconfianza de los habitantes del pueblo hasta los errores de comportamiento de los migrantes (algunos de los cuales cargan con prontuarios delictivos y buscan una segunda chance). Pero el mayor obstáculo para Reinke terminará siendo él mismo: sus pecados pasados, la forma en que establece prioridades en su vida, su voluntad de inmolarse en pos de sus ideales. La película hace foco en todos estos temas -además de la indiferencia estatal y ciudadana respecto a determinadas problemáticas sociales que surgen de la mano de un negocio- con sutileza, sin juzgar y hasta con humor, aunque el final termine siendo, efectivamente, muy triste y frustrante. En el fondo, un reflejo de las barreras sociales, raciales y hasta culturales que enfrenta la solidaridad en Estados Unidos. Rodrigo Seijas


The square, de Livia Gyarmathy / 5 puntos


the squareLa plaza es uno de los espacios más emblemáticos de una ciudad: no sólo se trata de espacios de encuentro y ocio, sino que también son espacios que históricamente están asociados a tensiones sociales, comerciales y religiosas, a menudo adquiriendo un fuerte contenido simbólico. Eso un poco explica la matriz del documental The square, situado en Budapest, capital de Hungría, donde la aparición de un monumento en una plaza despierta pasiones y enfrentamientos feroces. En el medio la directora registra apaciblemente lo que sucede con el monumento instalado en la plaza, el pájaro Turul. Esto no es casual, el emblema que identifica a Hungría está también asociado a la persecución del judaísmo durante la Segunda Guerra Mundial (recordemos que el Reino de Hungría formó parte del Eje) aunque, al mismo tiempo, es un ave mitológica que se remonta a los orígenes del país. Por tal razón su presencia implica el acercamiento de neonazis y grupos radicalizados de izquierda para denostar o sacarse fotos con la figura. La directora captura esta problemática con su cámara hogareña mostrando la cotidianeidad de la plaza e intercalando documentos televisivos, radiales y comunicados montados para complementar información. El resultado es una película a la que quizá le falta indagar más en su premisa y que guarda momentos donde este registro puede generar mensajes confusos o irrelevantes, desconociéndose si su punto de vista está en el que registra o lo registrado como objeto histórico. Cristian Ariel Mangini


The Tony Longo Trilogy, de Thom Andersen / 5 puntos


No parece haber mejor contraste que programar este ejercicio de montaje al lado de las películas de Straub. El efecto es llamativo porque encierra visiones opuestas en torno a cómo se trabajan los materiales del cine. Andersen elabora un modesto y fetichista film a partir de escenas extraídas de tres películas donde actuó Tony Long, un simpático personaje destinado a roles secundarios. No es mucho lo que se obtiene, apenas una sonrisa complaciente por la forma en que están presentadas las secuencias, como si fueran tres cortos. Incluso, uno de ellos, es un extracto de El camino de los sueños (David Lynch), enorme película que, descontextualizada aquí, parece ridícula. Y el efecto es tal porque el director fagocita y fragmenta, desarma y vuelve a pegar, una tarea que muchos defienden con el sospechoso rótulo de posmodernidad. Tal vez, lo más interesante pase por corroborar (una vez más) de dónde sacó Szifrón la idea para uno de sus relatos salvaje (ver para ello la tercera escena). Guillermo Colantonio


Tokyo Tribe, de Sion Sono / 7 puntos


Sion Sono es un buen antídoto en el contexto de un evento donde las propuestas suelen tener un grado de densidad importante en sus planteos formales y temáticos. Esto no implica menospreciar al director japonés ni mucho menos porque estamos hablando de un anárquico en el buen sentido, un tipo que hace de sus películas un festival, que tiene una maquinaria visual avasallante y que además filma bien. Tokyo Tribe arranca con un prólogo genial, un plano secuencia que nos mete de lleno en la ciudad en cuestión, con un marco apocalíptico. Allí escucharemos las primeras líneas de hip hop pronunciadas por uno de los integrantes de las tribus, que oficia como narrador. Estamos en el terreno de un musical libre, disparatado, de guerra entre bandas, guiños cinéfilos y con personajes al borde de la locura (la historia está basada en un manga), misóginos, gritones, mafiosos, etcétera. Todo vale para Siono, quien es capaz de enlazar delirantemente dos planos que pasan de la euforia a la calma más absoluta. Si estos cambios de ritmos son llamativos, más lo serán las escenas de peleas coreografiadas hacia el final donde cualquier cosa puede ocurrir. No hay que olvidar que, en medio de este de este torbellino de gritos y colores, también hay un director que sabe bien cómo trabajar los materiales del cine. Guillermo Colantonio


Tres cantos para Lenin, de Dziga Vertov / 8 puntos


Vertov es conocido como creador del Kino-Glass, una tendencia documental cuyo fundamento fue escribir con la cámara tal como el ojo percibe. De este concepto surgió su obra maestra El hombre y la cámara de 1929. Cuatro años después y a raíz de un nuevo aniversario de la muerte del líder comunista realiza esta película, un manual sobre el montaje y sobre la apología política que jamás perdería vigencia. Lo extraordinario es la forma en que Vertov busca potenciar el poco material de archivo con las canciones. Son estas las que marcan el ritmo y la estructura del film que, por supuesto, insiste sobre la grandeza de Lenin y su legado. Si se deja de lado el contenido netamente propagandístico se podrán apreciar los aportes en torno al montaje, decisivos para el futuro del cine en aquel entonces. Guillermo Colantonio


Vengan hacia mi voz, de Hüseyin Karabey / 5 puntos


El comienzo de la película adopta el punto de vista propio del relato enmarcado. Tres bardos asumen frente a un auditorio la narración que involucra a una abuela y su nieta. Una aldea kurda es afectada por la llegada del ejército turco ya que detienen a varios hombres hasta que aparezcan las armas que supuestamente tienen. Entre ellos, está el hijo de la mujer y padre de la pequeña. Lo más rescatable del film es cierta mirada descontracturada y tragicómica a la hora de pintar las relaciones entre los bandos adversarios y las pragmáticas formas que tienen de inventar datos cuando la realidad les ofrece lo contrario. El sargento, por ejemplo, sabe que no hay armas en el lugar y se lo dice al alcalde, pero debe responder a sus superiores, por lo tanto hay que hacerlas aparecer como sea. Eso es lo que motivará un arduo periplo de la anciana para conseguir una. Lo peor aparece en aquellos momentos donde la solemnidad de la puesta en escena transforma a la película en un “qualite” con telón de guerra. La prolijidad formal atenta contra la historia y los propios personajes. Se torna fría la pantalla con las postales que desfilan de paisajes inertes, simples telones. Además, son un tanto forzadas y obvias al mismo tiempo las correspondencias entre narración y experiencia por parte de los personajes y los bardos que sostienen el relato, incluidas, además, dosis de moral o ciertos simbolismos que perjudican el tono general. Guillermo Colantonio

Vengan hacia mi voz / 9 puntos Alguna vez escuché que la fe mueve montañas y ese es el slogan que define al relato más simple y bonito de la Competencia Internacional hasta el momento. Ante tanta adversidad que sufren los aldeanos curdos por el abuso e impunidad del Ejército Turco, una encantadora y casi de fábula dupla femenina ponen la inocencia y esperanza en buscar una desesperada solución. Abuela y nieta parecen darnos una lección a lo largo de toda esta narración para salvar a un padre prisionero acusado de traficar armas como el resto de los hombres jóvenes de la comunidad. Nada parece frenar la lucha amorosa de esos dos personajes frente a un paisaje que habla por sí mismo tan majestuoso y natural a la vez de valles, montañas y hermosos lagos. Come to my voice -segundo film de Karabey tras su celebrado debut My Marlon and Brando, 2008- es un canto a la esperanza compuesta por actores no profesionales que desbordan credibilidad. El relato es contado en la tradición dengbej donde el cuento se entremezcla con canciones que acompañan el hilo de la acción a través de tres juglares ciegos (dos lo son en la realidad). Pero también es dengbej porque es la capacidad de compartir historias con los demás así como lo hace la abuela Berfé con la pequeña Jiyan quienes emprender un largo camino para hallar la liberación de su familiar. En Come to my voice se destaca además el interesante lirismo de su banda de sonido. Rosana López


Vientos de agosto, de Gabriel Mascaro / 7 puntos


Mascaro había demostrado su capacidad de observación en los documentales Un lugar ao sol y Doméstica, y la virtud de no interferir con argumentos sociológicos fáciles. Eran los mismos personajes quienes manifestaban, en todo caso, su conciencia (o no) de clase. Aquí se sumerge en el terreno fronterizo con la ficción y construye una película ambientada en un pueblo brasileño de Pernambuco que parece paralizado en el tiempo. Shirley y Jeison transcurren sus días en una rutina laboral que no está exenta de placer. Los cocos que recolectan pueden ser un buen colchón para hacer el amor y la pesca de moluscos una oportunidad para tomar sol y broncearse con gaseosa. Pese a las condiciones de vida, la luminosidad del lugar atravesado por el azul del mar y del cielo (captados sensiblemente en ángulos variados por la cámara) aparenta una cierta calma edénica. No obstante, llegan los vientos, la marea sube y entonces vienen las rupturas. Un sonidista (el propio Mascaro) altera ese orden con sus intervenciones para registrar los ecos de la naturaleza. Es el momento en que el film entra en el terreno de la indefinición, concentrándose en segmentos de tiempo y espacio. La otra ruptura, es argumental: el descubrimiento de una calavera y luego de un cadáver, hace que nos replanteemos la mirada inicial y nos hagamos algunas preguntas inquietantes. Los planos se tornan oscuros, ciertas dosis de humor negro son insertas conjuntamente con el misterio que invade al joven Jeison en torno al cuerpo hallado. En una lectura más detenida, quizás, se pueda establecer un nexo entre este pequeño universo retratado y las cuestiones cruciales que son el centro de las reflexiones en Brasil, como en varios países de Latinoamérica: la identidad, la memoria y los desencuentros entre la tradición y el progreso. Pese a la pérdida del tono narrativo, la película se sostiene visualmente con solidez poética. Guillermo Colantonio


Vóley, de Martín Piroyansky / 8 puntos


voleyEste segundo largometraje de Piroyansky cuenta los pormenores de seis amigos de la adolescencia que viajan al Tigre dispuestos a pasar juntos la noche de fin de año. Tratando de exhibir los conflictos que puede generar la estancia de un grupo mixto y juvenil en un lugar alejado del ruido de la ciudad, el film transcurre entre los acertados gags, el humor escatológico y el romance simple pero genuino. Piroyansky, conocedor de este terreno, maneja con maestría y talento las diferentes situaciones que se van presentando, creando un film que divierte desde el primer momento hasta alcanzar un hilo de emoción en su final. Una comedia justa y precisa, que quizás está destinada para un público menor de 40 años, pero que exhibe el virtuosismo de este joven director en este trabajo más cuidado desde lo narrativo que su opera prima Abril en Nueva York. Brian Macchi


Watchers of the sky, de Edet Belzberg / 8 puntos


watchersEste buen documental reconstruye el camino seguido por cuatro continuadores del legado de Raphael Lemkin, acuñador del concepto de genocidio y hombre de un pensamiento legal de avanzada con respecto al derecho internacional. Lemkin logró que la ONU promulgara en 1948 la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, su tesis era que la única forma de prevenir estas atrocidades, que se repiten sistemáticamente a lo largo de la historia, es la conformación de una corte internacional con poder de juzgar a los perpetradores. Belzberg nos muestra que la idea de Lemkin es potencialmente peligrosa para el sistema capitalista porque relativiza el concepto de soberanía por lo cual las grandes potencias (EE.UU., China, Rusia) no apoyan las iniciativas y básicamente miran a un costado mientras en todo el mundo se suceden genocidios de todo tipo: Argentina, los Balcanes, Ruanda, Darfur todos bajo la mirada atenta e impotente de la ONU. Watchers of the sky es un gran documental de denuncia contra el silencio e indiferencia internacional ante el peor de los crímenes, llegando a concluir que así, tal como actúa la ONU en casos como el de Dafur, está legalizando de hecho el genocidio. Además nos cuenta la tragedia de Lemkin y sus continuadores, cuyo trabajo incesante está destinado a fracasar al menos en el corto plazo, pero cuya convicción es lo suficientemente fuerte como para seguir viendo más allá. Matías Gelpi


Wyrmwood, de Kiah Roache-Turner / 6 puntos


wyrmwoodLlegué realmente sin saber lo que iba a ver y me guié por la foto del catálogo pensando que vería algo estilo Mad Max (igual hay homenajes directos a la película de George Miller) y no leí la reseña. Si sabía que era de zombies, no creo que hubiera asistido, no porque no me guste el género sino por la saturación que hay en el mercado actual de este subgénero. Tres relatos que nos presentan a los protagonistas, nos meten en este apocalipsis en que los muertos vivos servirán para algo más que contagiar. La estructura básica de grupo que sale armado a pelear contra las hordas está presente, es luego de un rato de película que comienzan aparecer elementos más originales (vestimentas del grupo que remiten a guerreros medievales, por ejemplo). En paralelo hay una historia con una protagonista femenina que interactúa con un científico sádico (que cree parecer gracioso), el cual no termina de definirse como personaje y no aporta nada. La mezcla de géneros (hay también elementos de telequinesis, por llamarlos de alguna manera) no termina de encajar, pero a su vez tiene ese encanto de película clase B, que los australianos cada tanto vuelven a producir. Gabriel Piquet


Yo sé lo que envenena, de Federico Sosa / 7 puntos


Hay un saludable lazo entre esta película y Pistas para volver a casa, de Jazmín Stuart, que es la apuesta en determinados tramos por la risa franca, alegre, divertida, es decir, por la comedia sin vueltas, aunque los abordajes sean diferentes. Lo de Sosa es aquí más que auspicioso, porque los tres jóvenes amigos sobre los que hace foco -Iván, que sueña con que su banda sea telonera de Almafuerte; Chacho, que quiere progresar en su carrera actoral; y Rama, que medio de sopetón se cruza con una chica que lo enamora al instante- son personajes complejos, profundos, empáticos, a los que se les nota de manera potente y a la vez sutil un pasado, un presente y hasta un futuro. Hay mucho cariño por lo que se cuenta, conocimiento de los distintos subgéneros que se abordan, una construcción de sentido de pertenencia en las referencias culturales que es productiva para el relato y hasta astucia para aprovechar las limitaciones de producción. Un film de crecimiento, de constitución de la identidad a través de los vínculos amistosos y familiares. También -para bien y para mal- un film de tipos, de hombres, donde aparece una visión tan sincera como problemática de la mujer. Sosa y todo su equipo pueden sentirse tranquilos: con poco, hicieron mucho. Rodrigo Seijas

Comentarios

comentarios

11 comments for “MAR DEL PLATA 2014: mini-críticas de FANCINEMA