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El muerto y ser feliz

elmuerto posterTítulo original: Idem
Origen: España / Francia / Argentina
Dirección: Javier Rebollo
Guión: Lola Mayo, Javier Rebollo, Salvador Roselli
Intérpretes: José Sacristán, Roxana Blanco, Valeria Alonso, Jorge Jellinek, Maria Elisa Caligaris, Horacio Vay, Giona Pascual Condito, Carlos Zumbo, Manuel García
Fotografía: Santiago Racaj
Montaje: Ángel Hernández Zoido
Dirección de arte: Miguel Angel Rebollo
Duración: 92 minutos
Año: 2012


8 puntos


Una road movie sin mapas ni brújulas

Por Javier Luzi

(@elejavier)

elmuerto unoSantos (José Sacristán) es un asesino a sueldo español que vivió en Buenos Aires y ahora padece una enfermedad terminal. Toma el auto y se pierde por las rutas argentinas rumbo al norte, donde en el camino encuentra a Erika (Roxana Blanco), una joven que también parece huir. Y juntos se harán compañía mientras el dolor y el fantasma de un contratista lo persiguen a él y la infancia familiar a ella. Este es tan sólo el punto de partida de El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo, una película que brilla por varias y estupendas decisiones de puesta en escena que el director desarrolla a lo largo del film.

Si algo tiene Rebollo es que nunca se parece al cine español que uno ha visto. Y su modernidad es apabullante. Los géneros son utilizados para diseccionarlos y deconstruirlos y así narrar evitando cualquier clasicismo. En este caso una road movie sin mapas ni brújulas ni otro destino más que uno aleatorio.

Como quien explota y divide el producto audiovisual cinematográfico, la banda sonora utiliza una voz narradora (desdoblada: femenina mayoritariamente y masculina en contadas ocasiones) que adelanta, retrasa, completa, niega, contradice, falsea lo que la imagen (nos) muestra, poniendo en duda su confiabilidad, por su carácter fabulador y mitómano. A la par, el sonido se aquieta y desaparece súbitamente en algunos momentos para, en otros, volver a llenar de canciones (como en un falso musical) el relato.

El humor en El muerto y ser feliz se asoma siempre por los resquicios menos esperados y se apodera de las situaciones escapando de los estereotipos. Ecos de Leonardo Favio y de Lucrecia Martel se cuelan en las imágenes y en los espacios recorridos mientras uno intuye también una mirada que es menos el ojo prepotente de un extranjero que el atento observar devenido de un cariño sincero.


NdR: Esta crítica es una extensión de la ya publicada durante el Festival de Mar del Plata.

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