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TRES FRONTERAS: “el cine debe tener belleza y verdad”

Por Daniel Cholakian

(@d_cholakian)

corcueraJavier Corcuera estuvo en Buenos Aires hace unos años. En aquella ocasión presentó Invierno en Bagdad en el auditorio de la UTPBA, un sábado por la tarde. La película relataba las consecuencias terribles de la ocupación estadounidense en la capital de Irak. Las imágenes no sólo eran las de la violencia sobre los cuerpos, sino también el relato de los efectos en la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. Lo recuerdo como un cineasta talentoso y políticamente muy comprometido.

Corcuera nació en Lima, pero desarrolla su carrera en todo el mundo. Además de Invierno en Bagdad ha realizado junto al músico Fermín Muguruza una joya del cine poético, musical y político como Checkpoint rock: canciones desde Palestina. Fue parte del proyecto cinematográfico auspiciado por Médicos sin Fronteras -y apoyado económicamente por Javier Bardem- Invisibles, del cual participaron entre otros Win Wenders e Isabel Coixet. Es director del festival de cine Saharaui (el primer festival en el mundo realizado en carpas y en medio del desierto).

Con tales antecedentes, una de las prioridades en este festival de las Tres Fronteras era poder ver Sigo siendo (kachkaniraqmi) y conversar con su director. Preciso en sus respuestas, sin palabras que sobren ni gestos o tonos altisonantes, Corcuera vuelve a dejarme la impresión de un hombre que tiene muy claro sus posiciones políticas y artísticas y que no requiere de ningún divismo para hacerse notar.

-¿El título de la película marca el modo en el cual leer lo que viene. ¿Cuál es el vínculo entre el título y la película?
La película es una película sobre la identidad. Y el título que es un saludo en lengua quechua chanca, es un saludo común entre dos personas que se dejan de ver durante un tiempo, se saludan diciendo kachkaniraqmi, que quiere decir “sigo siendo” o “aún estoy aquí”. Es una mezcla de estar vivo y seguir siendo el mismo, es decir manteniendo tu identidad. La traducción exacta que hizo José María Arguedas, nuestro antropólogo, poeta y musicólogo peruano, explica que la palabra dice “a pesar de todo sigo siendo, con toda mi capacidad de crecimiento e integración”. Esa es la traducción exacta, de la complejidad del quechua para un saludo entre dos personas que dejaron de verse durante mucho tiempo. Pero además al no tener ni plural ni singular, o ser ambas cosas, en el quechua chanca es también “aún somos, somos todavía”. Y es de lo que habla la película. De gente que a pesar de todo, a pesar del mundo que le da la espalda a su modelo de vida, su cosmovisión, a pesar de los modelos de desarrollo impuestos, sigue siendo, sigue manteniendo esa herencia de identidad y de forma de entender el mundo. Entonces es de lo que habla la película. También a partir de estas personas y su música popular intenta ser una reflexión sobre el Perú.

-Si bien es cierto que la película tiene a la música en el centro, es una película sobre música, sobre rostros, sobre espacios, sobre voces. ¿Cómo pensó la integración de estos elementos?
Sigo siendo
no es un musical, es una película que habla sobre la identidad y la identidad se refugia mucho en la música popular. Porque somos los que cantamos. Yo quería hacer una película sobre lo que somos y contar el Perú. Entonces a la hora de empezar a pensar la película me di cuenta que en lugar de contar el Perú, mejor era cantarlo. Desde la música popular, desde la poesía popular era el modo. Porque no hay mejor camino que ese para hablar de quienes somos.

-Perú es sin dudas un país, un espacio cultural, un conjunto complejo de comunidades. Está atravesado en su totalidad por muchas identidades que se integran y van construyéndose. ¿Cómo trabajo la decisión de mostrar determinados lugares, grupos culturales o sectores de su país?
La película habla de los tres grandes universos: la amazonia, el mundo andino y la costa del Perú, pero el país es muy complejo. El Perú es una nación de naciones. En el Perú se hablan 40 lenguas. Esta película recoge tres: el quecha, el chipibo y el castellano. La ciudad donde más se habla quechua en el Perú es Lima, por la migración. Es un país donde ha habido una única mirada sobre lo que es el país. Ha habido un país en el cual se ha negado a los otros países. Un país que no recoge la idea de lo plurinacional. Nuestra constitución no recoge que somos un país plurinacional y entonces la película habla también de eso, de esas naciones negadas, de esos países negados. Pero también habla de cómo esas identidades tan fuertes también se tocan, se mezclan, conversan entre ellas. Por eso es que un indígena quechua puede tocar un violín occidental para que baile un afroperuano. En la música todo es posible.

-¿Hubo un trabajo previo de investigación para encontrar con quiénes contar esta película?
Sí, hubo un trabajo de investigación muy largo. Lo más largo de esta película es el trabajo de investigación, la preparación, la elección de los músicos, de los temas. Duró más de un año la investigación para hacer esta película. Para mí ha sido un viaje de retorno al Perú, de reencuentro con los mundos del Perú. Yo tengo una filmografía muy repartida por el mundo. He filmado en Irak, en Palestina, en el Kurdistán y hace tiempo que sentía la necesidad de hacer una película grande en el Perú y contar el país en el que viví y en el que vivo ahora. Fue casi como una deuda. Como una vuelta a la semilla.

-Hay una decisión clara en términos de puesta en escena que es no dejar nunca la concepción plástica al azar. ¿Qué se propuso con el trabajo plástico tan bello, tan rico que tiene la película?
Yo creo que el cine documental -y el cine en general- deben tener belleza y verdad. Y emoción. La forma de contar hace posible que tú sientas cosas. La belleza de los planos, el manejo del lenguaje, la construcción sonora más una película bien estructurada es lo que te hace sentir. Yo intento en mis películas cuidar la forma. Esta película tiene una puesta visual y sonora muy cuidada. Por lo menos eso es lo que hemos intentado. Que sea una película que tenga verdad, pero que también este cargada de belleza.

-La película ha circulado por el mundo y ha tenido muy buena recepción. ¿Qué es lo que cree que ven fuera de Perú en Sigo siendo?
La película es muy pesada en código interno. Al hacerla he pensado mucho en el público peruano. Pero claro, es una película que habla de música y de la vida y por lo tanto es una película universal. He estado en proyecciones en Corea, Vietnam. Después de una proyección en Escocia los escoceses estaban emocionados y lloraban con la película. Parece que la película felizmente es universal, toca muchas fibras, tiene muchas capas, entonces en determinados lugares encuentran un camino que los identifican.

-En Perú ¿cómo fue el encuentro con el público?
En Perú fue increíble. Estuvo 10 semanas en salas comerciales. Fue algo único en el cine peruano. El público aplaudía cuando terminaba las funciones. Y además ha generado muchos debates. Se escribieron muchos artículos, desde la sociología, desde la música, desde el cine, desde la antropología. Se podría decir que el mejor premio que hemos tenido es la respuesta del público de Perú. Ha sido un gran reencuentro con mi país.

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