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TRES FRONTERAS 2014: lo concreto y lo simbólico

Por Daniel Cholakian

(@d_cholakian)

_MG_2920Juan Palomino explicaba a FANCINEMA las particularidades que suponen las Tres Fronteras como espacio concreto y simbólico. Puerto Iguazú es algo más que una ciudad del interior profundo de nuestro país. En las calles se cruza el cronista con miles de pares de ojos hermosos, cruce de la claridad profunda de la Europa central y la vitalidad de la tierra mestiza. Escucha idiomas familiares y no tanto. Adivina maravillados turistas y atentos, cansinos y serviciales habitantes que sostienen su vida en atenderlos. La televisión puede recorrer el portuñol, el guaraní, el castellano con “elle”.

Ciudad que tiene la particularidad de ser el principal destino turístico del país y al mismo tiempo ser una ciudad de frontera, aún cuando la frontera no es mucho más un espacio, un lugar de encuentros y tensiones mucho más que una simple división -en este caso demarcada por los ríos y un par de puentes internacionales-. No hay muchas ciudades en el mundo que reúnan esas dos condiciones y que además el encuentro de los países sea también encuentro de lenguajes. Esta complejidad sólo puede ser potencia.

Esta primera edición del Festival de Cine de las Tres Fronteras es justamente eso, pura potencialidad, pura posibilidad. Frente al punto panorámico donde se encuentran el Iguazú y el Paraná, donde los tres territorios nacionales se despliegan sobre las aguas, una gran pantalla inflable permitió que las más de 2000 personas instaladas desde temprano en el anfiteatro de Puerto Iguazú presenciaran la inauguración emotiva y la proyección de Relatos salvajes, la película de Damián Szifrón. Con muchos festivales recorridos en el país, el cronista sabe que no es común que la función inaugural sea tan masiva y popular como lo ha sido esta.

También particular fue el desarrollo de la ceremonia de apertura. No porque el trabajo de guión y la organización fueran extraños. Gabriela Rádice condujo con la soltura y la calidez que le conocemos. Lo cierto es que el esfuerzo puesto en lograr el enorme desafío de convocar a la población de la ciudad al cine -práctica que lamentablemente no existe, pues no hay salas en Puerto Iguazú desde muchos años atrás- y hacerlo a espaldas de las cataratas y el turismo que estas convocan, abrió la puerta a discursos emotivos, potentes, desordenados, especialmente por parte de sus creadores, Juan Palomino y Daniel Valenzuela.

Horacio Blodek, ministro de Turismo de la provincia, definió con precisión la relación entre las industrias del cine y la industria del turismo, la potencialidad de la provincia como fuente de escenarios para la industria audiovisual y anunció la creación de un instituto provincial para el fomento de la misma que será realidad a partir de próximo año.

El Festival de las Tres Fronteras debe llamar la atención en tanto nos invita a mirar a este punto nodal de América con el claro objetivo de trabajar en pos de desestigmatizar los imaginarios sobre la región, en el punto preciso de encuentro de nuestros tres países. Región donde vive una rica cultura que no es sino el  producto de la vida en comunidad y las tensiones de las diversas tradiciones que la habitan. El festival convoca por su vocación de encuentro con los artistas de toda nuestra América con una visión claramente política, y por entender que el arte es una herramienta fundamental para construir futuro y quebrar los paradigmas del saber, del pensar y del crear que nos proponen desde los países centrales.

Hoy esta primera edición es ya un hecho auspicioso. Ya comenzarán a rodar las películas.

El cine ha regresado a Puerto Iguazú y hay una gran esperanza que esta vez, sea para quedarse.

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