Título original: Thick as Thieves
Origen: EE.UU.
Dirección: Mimi Leder
Guión: Ted Humphrey
Intérpretes: Rade Serbedzija, Morgan Freeman, Robert Forster, Corey Johnson, Antonio Banderas, Gerrit Vooren, Charles Venn, Atanas Srebrev
Fotografía: Julio Macat
Montaje: Martin Nicholson
Música: Atli Örvarsson
Duración: 104 minutos
Año: 2009
5 puntos
Apenas un robo
Por Rodrigo Seijas
Hay directores con una trayectoria bastante, y hasta muy respetable en la televisión, que a la hora de internarse en el universo cinematográfico pierden toda consistencia. Un caso que me viene a la mente es el de Clark Johnson, quien supo dirigir los pilotos de enormes series como The wire y The shield, además de ponerse detrás de cámara en episodios de Homicidio: la vida en las calles, The west wing, The walking dead, Person of interest, Magic city o Homeland, entre muchas otras, pero en cine sólo tiene películas anodinas como El centinela y S.W.A.T. – Unidad especial. El otro es el de Mimi Leder, quien como realizadora del segundo capítulo de la primera temporada de E.R. Emergencias fue una de las que marcó el rumbo a seguir para esa legendaria serie, dirigiendo más recientemente episodios de shows como Almost human, Shameless, Nashville y Smash. Sin embargo, en la pantalla grande nunca supo implementar un sello propio, con lo que estuvo a cargo de El pacificador, que con su visión intervencionista terminaba siendo un desastre; Impacto profundo, que dejaba de lado la potencial diversión de un meteoro arrasando con la Tierra para convertirse en un drama lacrimógeno sin sentido y terminaba siendo un desastre; y Cadena de favores, que poseía una trama repleta de golpes bajos, con un elenco absolutamente desperdiciado, y terminaba siendo un desastre.
Por suerte, Juego de ladrones no alcanza los mismos niveles catastróficos, ya que tiene a su favor un punto fuerte, que es el género: es difícil que una película de robos y estafas sea realmente mala, si como realizador se conoce mínimamente cómo construir la puesta en escena del clímax -es decir, el robo- y se llevan más o menos fluidamente los hilos de engaños y apariencias, hay un piso establecido mínimamente interesante. Leder demuestra ser no tan inoperante y esta historia sobre un veterano ladrón (Morgan Freeman) que recluta la ayuda de otro profesional del robo un poco más joven (Antonio Banderas) para un gran golpe, donde deben eludir no solamente a la policía sino también a la mafia rusa, se deja llevar.
El film se va construyendo, cumpliendo con las reglas genéricas, como un juego de cajas chinas, donde todos ocultan algo, con una gran vuelta de tuerca hacia el final y, a diferencia de una película blandengue como era Cuenta final, su giro de los últimos minutos es relativamente verosímil. Sin embargo, los personajes nunca terminan de generar empatía: Banderas parece estar todo el tiempo actuando para un aviso publicitario de su línea de perfumes, mientras que Freeman confía demasiado en su carisma, con lo cual el vínculo entre el experimentado y el joven con futuro (vale aclarar que Banderas ya tiene más de 50 años y ya no es funcional a ese rol), jamás llega a alcanzar las tensiones requeridas para el relato. Encima, en los secundarios hay varios nombres atractivos, como Robert Forster, Rade Serbedzija, Radha Mitchell -que comparte algunas escenas con Banderas que bordean el ridículo- y Tom Hardy -antes de ser convertido en estrella por Christopher Nolan-, pero ninguno es aprovechado, sin que ninguno pueda explotar su potencial.
Juego de ladrones termina siendo un film de medio pelo, donde no se nota la personalidad de su directora y con un elenco repleto de figuras actuando en piloto automático. Tiene poco para ofrecer y su mayor mérito es aferrarse al género que le sirve como soporte, con lo que no cae en niveles catastróficos.

