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Funcinema

Cómo conocí una de las mejores sitcom de todos los tiempos

Ted Mosby

Por Rodrigo Seijas

tedmosbyEl gran narrador de esta sitcom y eje moral de toda la historia, es un personaje que recién con esta última temporada va a concretar su objetivo primario de vida. En cierto modo, su capacidad para ser presente y futuro a la vez, para atravesar todo el gran relato desde la distancia que da el tiempo, le permite también convertirse en un espejo un tanto deformado de sus cuatro compañeros de pandilla: en Ted conviven la visión matrimonial de Marshall y Lilly, el afán desestabilizador de Barney, la búsqueda de una identidad a través de la profesión de Robin. Y constituye todo un emblema de la masculinidad sensible del nuevo milenio, atravesada por el necesario filtro de la femineidad. Ted nos ha demostrado que no está mal ser hombre y ser romántico, soñar con encontrar a la mujer de nuestras vidas, apostar a una visión idealizada del amor o de la profesión que tenemos, creer en la constitución de un núcleo familiar con el sello propio y el de la pareja. Lo pudo hacer porque asistimos a sus fracasos, a sus tropezones, a sus frustraciones, a su acumulación casi infinita de errores, con la honestidad del que cree ser un eterno perdedor pero igual tiene fe en que finalmente triunfará. En eso ha sido determinante la presencia, plena de sinceridad, sutileza, fragilidad y humanidad de Josh Radnor, un actor que hizo prácticamente toda su carrera en la televisión y que aquí tiene el papel de su vida. Todos nos hemos sentido un poco como Ted en algún momento de nuestras vidas y verlo tan pero tan cerca de llegar a la meta nos produce tanta alegría como melancolía, porque claro, cuando uno conoce a su media naranja ya no será nunca más el mismo. En una pareja te apoyás en un otro, y ese otro te cambia. Para que empiece una nueva etapa en la vida de Ted, otra va a terminar. Duele que una era finalice, pero es hermoso que otra comience. Adiós y suerte Ted, la mejor de las suertes.


Marshall Eriksen

Por Mex Faliero

marshalleriksenEl amigo noble, eso representó Marshall durante estas nueve temporadas. Nobleza, que por otra parte no impide los celos, la mezquindad, el deseo contrario al deseo del otro. En fin, la amistad con sus bemoles. Y una serie que reflexionó tan inteligentemente sobre la amistad -entre muchos otros asuntos de vida-, encontró en la perfecta máscara de Jason Segel (ese tipo que convierte en oro todo lo que toca) la cruza entre el ingenuo que cree en el monstruo del Lago Ness; el romántico que se casó y tuvo hijos y mantuvo una extensísima relación con la novia del secundario; el convencido de que las causas personales valen mucho más que el dinero; el frustrado que a veces ve cómo sus propios sueños deben relativizarse por el bien común de esa entidad compleja llamada familia. Marshall es un conservador autoconsciente, y representó para la serie la mitad de un todo que fue su pareja perfecta (perfecta en un sentido monógamo de la vida) con Lily y sobre la que la serie siempre se respaldó como bálsamo moral: el vínculo inoxidable, las diferencias inevitables, la confianza inquebrantable, los códigos de pareja sellados con un choque de manos. Su pareja con Lily es lo que Ted Mosby (y nosotros, ¿por qué no) ansía; ese amor total que se busca obsesivamente. Tal vez Marshall fue quedando muy relegado en las últimas temporadas, pero su sola presencia ya remarcaba uno de los tantos sentidos posibles que la vida puede tomar, según el multifocal punto de vista de esa gema subvalorada (no para nosotros, está claro) que fue y será How I met your mother.


Robin Scherbatsky

Por Eddy Báez Salas

robinscherbatskyHow I meet your mother tiene entre sus muchos logros haberse adueñado de un esquema actancial donde los personajes invierten los clichés y las caracterizaciones típicas (o esperables) de acuerdo a su identidad sexual. Lo que equivale a decir que aquí las chicas tienen personalidades tan fuertes como las de un chico y los  hombres son tan sensibles o más llorones que las propias chicas. Esta desarticulación de lo esperable femenino o masculino, del cómo un hombre o una mujer deben comportarse ante determinadas situaciones, no es sólo la expansión del bromance, tan común en  la comedia norteamericana después de Te amo, hermano (2009) interpretada por la dupla Segel-Rudd, sino que literalmente toma cuerpo y se propone como un componente fundamental en la constitución de ese rico personaje que es Robin Charles Scherbatsky Junior. Robin está constituida por una serie de ambigüedades que contradicen y amplían las demarcaciones del género femenino. Además de estar interpretada por la bellísima Cobie Smulders y de poseer un nombre masculino, ella se convierte muchas veces en el objeto de deseo de todos sus compañeros (excepto de Marshall) y su caracterización se construye mediante sus hábitos y gestos, que incluyen el tomar whisky, fumar puros, manejar armas y ser fanática del hockey; situaciones todas,  pocos frecuentes en la tribuna femenina. Esta inversión en la caracterización queda bastante clara en los primeros capítulos, cuando Ted le declara en la primera cita todo su amor y ella, que no es tan romántica ni tan dulce como una mujer “debería” ser, le rechaza, pues justamente no quiere compromisos ni tampoco ataduras. De entrada nos queda claro entonces que Ted es demasiado cursi, como si hubiese salido de la novela más rosa del mundo, a tal punto que termina cayendo en el patetismo más extremo, el cual -para ser honesta- ninguna mujer tiene, y en oposición Robin es –digamos- bien masculina. Pero como esta es una serie inteligente y que sólo en su apariencia es sencilla, con el pasar de los capítulos descubrimos que esta estrategia narrativa de la desarticulación irá develando paulatinamente -flashback mediante- la verdadera personalidad de Robin: una chica temerosa que ha conocido el éxito, pero también el fracaso (y vaya que sus fracasos han sido estruendosos, pero también los más divertidos, para muestra un Sandcastles in the Sand), y que tiene miedo a querer, por la posibilidad de equivocarse. Las particularidades que rodean a esta canadiense, llamada como un chico y criada como tal, son realmente fascinantes, y que la última temporada tenga como nudo central  su boda con Barney Stinson tiene para mí un gusto especial: es la unión de los dos mundos más absurdos e irreales de la serie, una celebración a la irreverencia y lo políticamente incorrecto, para lo cual se necesita de una temporada entera, de la recreación de un Weekend at Bernie’s y por supuesto de la participación de un ring-bearer en la ceremonia. Barney es sin lugar a duda la mejor opción para la novedosa mujer masculina; su 25% de sangre canadiense, le permitirá entender su extrañas costumbre natales, y por ser él mismo el más enigmático de los personajes, queda claro que podrá lidiar con que el trabajo secreto de su mujer sea el de Capitana de los superhéroes más famosos de esta década… ¡uf! Ya lo sé, me fui de tema, ¿pero no es así como ocurre todo en esta serie?


Barney Stinson

Por Rodrigo Seijas

barneystinsonO “Swarley” para los amigos. También al que todos los fans reconocemos por frases que hicieron historia y que van a quedar en nuestras memorias para siempre: “Legen…wait for it… dary!”, “Challenge accepted”, “Suit up!”… Todos estos dichos han jugado un papel doble: se han convertido en slogans de la vida pero también en la definición de Barney como personaje, de Neil Patrick Harris como actor, de How I met your mother como serie emblemática del nuevo milenio. Cada vez que lo vemos aparecer a Barney sabemos que se viene algo legendario, que tenemos que aceptar los desafíos planteados, que nos tenemos que predisponer de la mejor manera posible… y muy bien vestidos. Lo suyo es el caos con estilo, la alteración de la lógica espacio-temporal, lo imposible convertido en regla, lo impredecible como norma, lo anormal ascendiendo a la categoría de lo usual. Todos queremos ser como él, porque supo hacer de la anarquía algo bello y seductor, incluso desde el más absoluto cinismo. Ni los noviazgos ni las parejas lo domesticaron, porque el objetivo de él no son sólo las minas: su meta es romper todo, con gracia, inventiva y creatividad. Estamos seguros de que el matrimonio no va a desarticular esto. A Barney no lo institucionalizarán, él hará que las instituciones se adapten a él. Esa, su lección final, será la mejor de todas.


Lily Aldrin

Por Matías Gelpi

lilyaldrinLilipad. Lilly quizás sea uno de los personajes de más linda ambigüedad de How I met your mother, y aunque su historia está ligada ineludiblemente a la de Marshall, la hemos visto más de una vez forjar su propio camino intentando superar sus miedos y angustias, que suelen ser, como en toda la serie, muy reales. Es cierto que a veces su historia se estanca en pos de los conflictos más divertidos de Robin, Ted y Barney, pero gana en profundidad como cuando, en un final de capitulo memorable, le dice a Ted que a veces se siente tan asustada por lo que le demanda su familia que quisiera salir corriendo y no volver. No recuerdo la frase exacta pero es una de esas que obligan al amigo, en este caso Ted, a abrazarla y callarse. Lily es quien protagoniza muchas de esas escenas de bella amargura que a veces nos regala esta serie maravillosa. Es casi redundante hablar de las capacidades y el timing de Alyson Hannigan para interpretar al personaje: es una gran comediante y algunos de sus chistes recurrentes serán inolvidables, como la fijación lésbica con Robin y en esta última temporada el chiste de los tragos con Linus. Hay dos particularidades que han convertido a How I met your mother en la, digamos, sitcom definitiva: el tratamiento de la forma narrativa, que ha estirado los límites y posibilidades del género; y la evolución de sus personajes, algo que se convierte en el tema principal de la historia. HIMYM nos obliga junto a Lily, Robin, Barney, Ted y Marshall a aceptar el irremediable paso del tiempo, a aceptar lo que ya no volverá, y a evocar el recuerdo como defensa ante aquella angustia. Todo eso al paso de una comedia genial de capítulos de 25 minutos de duración. Para Friends, que lo mira por TV.

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