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UNASUR Cine 2013: las crónicas fantasma (última)

Por Daniel Cholakian

(@d_cholakian)

tomaDespués de una importante ceremonia de premiación, donde la gran ganadora fue Lucía Puenzo y su película Wakolda, se cerró la segunda edición del festival UNASUR Cine desarrollado durante una semana en la ciudad de San Juan. En la premiación estuvo presente el gobernador de la ciudad José Luis Gioja, quien entregó a Luis Puenzo, que recibió en nombre de su hija con mucha emoción como él mismo reconoció, el premio principal del palamarés.

En cuanto a la entrega de galardones, sorprendió la cantidad de reconocimientos otorgados para cada categoría, tanto como la entrega de dos reconocimientos a revelaciones femeninas y ninguna masculina en la competencia oficial de ficción. En la sección de cortometrajes se entregaron más estatuillas que lo que se acostumbra en cualquier festival específico. No puede criticarse el reconocimiento a las muchas categorías que participan de cualquier realización, pues es un gesto que equipara a estas piezas de menor duración con las de largometraje, sin embargo para este fantasma festivalero parece un modo de lograr que representantes de todos los países se lleven premios.

Mientras tanto entre las últimas películas vistas por acá nos encontramos con El gran simulador, el film de Néstor Frenkel a propósito de René Lavand. Ilusionista, embaucador, fascinador, Lavand es reconocido mundialmente por su arte con la baraja, a las que domina cual flautista a las serpientes. Dueño de una hermosa cabaña de maderas en Tandil, el creador del mítico Cumanés -el tahúr más feroz que se haya conocido- abre la puerta de su mundo y Frenkel logra hacer de este un espacio tan mágico como el que nos provee el encanto de su trabajo. Lejos de desangelar la figura de Lavand, el realizador logra que todo el mundo y la vida cotidiana de este gran simulador se integren con lo que conocemos de su obra.

Como en los pases de ilusionismo, Frenkel elige la síntesis y esta es una virtud de la realización. Deja al espectador con las ganas de más, de conocer el secreto, de entrar a esa casa y poder quedarse allí en la intimidad profunda de esa fascinante figura. Pero lo que cuenta es la ilusión, la sensación permanente de que todo puede resolverse de un modo maravilloso e inaudito. Y para eso está Rene Lavand. Así en el cine como en la magia.

Desde Ecuador llegó Horas extras, del realizador Frantz Jaramillo. Esta película puede clasificarse como un documental etnográfico, en tanto el trabajo se construye a partir de la observación participante durante la filmación del trabajo de los periodistas del diario sensacionalista Extra, el de mayor circulación en el país. Y si esta premisa de realización marca el comienzo de la película, luego este modelo se pierde frente a la preeminencia del formato de entrevista a los editores y periodistas dentro de la misma redacción. Esta elección de asentar la narración en las “cabezas parlantes” más que en la construcción de la noticia en el terreno hace que el relato pierda la fuerza y se convierta en una auto legitimación del trabajo de un diario que hace del sensacionalismo y de la violencia su principal arma de venta. La cámara ingenua y poco cuestionadora carece de una mirada crítica -en tanto posibilidad de pensar aquello que se dice a lo largo del film- y por lo tanto pierde toda posibilidad de mirar más allá del discurso bien estructurado de los propios interesados.

Muy actual en cuanto al tema La toma de Sandra Gugliotta presenta el desarrollo de la toma del colegio Avellaneda durante el conflicto que enfrentó a los estudiantes secundarios con el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante 2010. La película está basada en un muy complejo trabajo de registro directo de todo el proceso político dentro del colegio, centrando el relato en el vicerrector del mismo, el historiador Enrique Vázquez, y algunos de los alumnos más comprometidos con el centro de estudiantes y los reclamos por las graves problemas edilicios. El caos adolescente en lo cotidiano y en su propia organización, el trabajo sostenido en favor de la participación estudiantil aún con enfrentamientos fuertes, la ausencia permanente del Ministerio de Educación para resolver el conflicto, son las claves para entender este documental.

La toma se enreda narrativamente en el propio desorden de las asambleas, las discusiones en los pasillos, las tensiones entre los propios alumnos. En ese desorden se reitera mucho y no termina de cerrar relatos que abre y desarrolla sólo en parte. Vale mucho el uso del registro directo para contar un proceso complejo y con actores diversos como la participación estudiantil en reclamos más que legítimos a las autoridades. En este sentido el material muestra que los jóvenes ni son manipulados más que muchos de nosotros, ni son tan pocos como muchos medios pretenden hacer creer a la población.

Finalizado esta segunda edición de UNASUR Cine quedan sólo buenas sensaciones. La sensación de un festival que crece y se hace de cara al público, con charlas abiertas, presentaciones, espacios comunes entre invitados y los asistentes a las proyecciones, con encuentros entre actores diversos de la industria y con buena asistencia a las salas. El fantasma se lleva en sus oídos la mejor música, que es la voz de las voces suramericanas, que suenan iguales y diversas. Voces que nos son propias. Voces que no son del castellano neutro que debemos erradicar de una vez y para siempre.

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