Título original: Ceremony
Origen: EE.UU.
Dirección: Max Winkler
Guión: Max Winkler
Intérpretes: Michael Angarano, Uma Thurman, Reece Thompson, Lee Pace, Jake Johnson, Brooke Bloom, Harper Dill, Rebecca Mader, Nathalie Love, Charlie Moss
Fotografía: William Rexer
Montaje: Joe Landauer
Vestuario: Heidi Bivens
Música: Eric D. Johnson
Duración: 89 minutos
Año: 2010
Compañía editora: AVH
6 puntos
El amor imposible
Por Mex Faliero
(@mexfaliero)
Dos amigos emprenden un viaje. En verdad, no pareciera que tengan el re-vínculo, pero uno de ellos insiste en emprender esa aventura juntos. Se hospedan en un hotel, en una ciudad costera, deciden además presumir que son importantes y que pueden vincularse con otras gentes dentro de la sociedad. Se infiltran en un casamiento. Aquel que insiste con el viaje es el que toma las decisiones, el otro, más pasivo, asiste como desahuciado, arrastra algún trauma del pasado reciente. Algún dato nos hace dudar: el que insiste, Sam, hace una llamada misteriosa, lleva una foto de Chaplin a la que mira con cierta nostalgia. Pronto, vamos descubriendo el asunto: el casamiento en el que se infiltran Sam y Marshall es el de Zoe, un viejo amor del primero. Una mujer más grande que él, una relación imposible que se va a agotando. Pero esos días festivos del casamiento, que los reúne a todos (a ellos y a los amigos del matrimonio), serán vitales para que cada personaje vaya resolviendo algunos de sus conflictos interiores.
Sin edad para el amor, editada en el país por AVH, es el debut en la dirección de Max Winkler, hijo del comediante Henry Winkler y heredero de cierta corriente de cineastas jóvenes que fecundan el circuito del indie norteamericano con sus historias sensibles, de amores rotos y personajes tono pastel. Luego de este film, Winkler dirigió varios capítulos de dos series muy interesantes como The new normal y New girl (allí dirigió uno de mis capítulos preferidos: Cooler), de hecho en esta última continuó colaborando con ese estupendo comediante que es Jake Johnson, quien aquí interpreta al hermano de Zoe (Uma Thurman).
Su opera prima es como un sub-Wes Anderson. Si bien Winkler carece del preciosismo formal y la puesta en escena virtuosa del director de La vida acuática, sus personajes parecen paridos por ese mismo mundo donde sólo el dolor es posible y el amor nos reconvierte, cuando aparece. Pero, donde Anderson se pone naif Winkler, tal vez por su mayor apego a la comedia, es más sarcástico y cruel. Por momentos incurre en ciertos castigos injustos a algunos personajes, pero también es cierto que termina siendo bastante coherente con todos ellos. Y, además, la habitual reflexividad existencialista se ve contrariada -positivamente- por una trama central que bordea el convencionalismo: de ahí, que la pretenciosidad del comienzo se evapore. Si Sin edad para el amor dejara fluir más su humor absurdo y hasta lunático, y abandonara algunos simbolismos de manual (los zapatos), sería un film mucho mejor. Igual, así como está, logra evadir su fragilidad facilista con una alta cuota de sinceridad y amarga honestidad, especialmente para el iluso Sam. Habrá que ver los siguientes pasos de Winkler.