BUENO
¡Viva la vida!
Por Javier Luzi
Desde que Warhol anunció que todos tendríamos nuestros quince minutos de fama hasta hoy, el dicho se hizo hecho. Y se sabe que se hace cualquier cosa por ese cuarto de hora. Y una vez obtenidos se vuelven adicción. Sostenerlos lleva la vida. Y cuando ya no están, para la mayoría, no hay nada más. Se acabó todo. Game over. The end, y sin final feliz.
¿Hay vida después de los aplausos? La fama es casquivana, efímera, infiel, egoísta y superficial. Y las figuras del espectáculo se obnubilan y la confunden con la popularidad. Que, claramente, es otra cosa. Ser popular es un reconocimiento más sincero y duradero. Alguna empatía entrañable e imposible de desentrañar por la razón. Póstumos habla de esto y de los sueños que pudieron ser y ahora, ya conscientes y maduros, vemos como la realidad en que se han convertido. Lo que queríamos ser y lo que somos.
En una especie de encantador juego de metateatro, las nueve figuras del espectáculo argentino convocadas (en una mezcla que incluye televisión, radio, café concert y cine) suman a la escena aquello que despliega la idea del star system, ofrecen latiguillos que los identifican en el inconsciente colectivo y desarrollan sus deseos artísticos sin cumplir, mientras traen al escenario del Regio (parte del Complejo Teatral San Martín, la “alta” cultura) la pátina de aquello que siempre se (pre)juzgó infame, comercial, bajo (procedimiento que tiene a Alberto Ure como mentor y creador). Como almas, pero no en pena, suspendidas en tránsito al cielo o al infierno, o a la reencarnación, los actores se juntan en una especie de mausoleo o cripta blanquísima en un espacio despojado, que se completa con una lámpara y unas sillas (bello trabajo de Jorge Ferrari que se conjuga con el vestuario de Renata Schussheim y las luces de Eli Sirlin), para intercambiar opiniones sobre la muerte y la vida, lo que han transitado y los posibles reencuentros.
Muscari entreteje las anécdotas de vida con un hilo conductor que es la muerte pero a través del humor irreverente. Parlamentos y situaciones que se amortiguan con las canciones, la danza y la risa. Ligerezas que permiten soportar la duda existencial por antonomasia, la mortalidad y finitud humana siempre cruda y dolorosa. Cuando irrumpe Gogó Rojo al escenario y “dona” su cuadro a la memoria de Ethel -su hermana recientemente fallecida-, la emoción emerge, prístina y liberada, y permite resignificar lo previo y lo por venir. Los fantasmas de los que se han ido “de gira” comienzan a planear por el teatro y el homenaje surte efecto.
Sin recurrir al kitsch ni al golpe bajo, evitando la solemnidad y el bronce, echando mano a la vitalidad asombrosa de los actores y a la emoción que transmiten (una mención especial merece la labor de cada uno de ellos), Muscari consigue en Póstumos un retrato sentimental, sensible y entretenido.
Dramaturgia: José María Muscari.
Dirección: José María Muscari.
Intérpretes: Luisa Albinoni, Ricardo Bauleo, Max Berliner, Hilda Bernard, Edda Diaz, Tito Mendoza, Nelly Prince, Pablo Rinaldi, Gogó Rojo, Erika Walner.
Vestuario: Renata Schussheim.
Iluminación: Eli Sirlin.
Escenografía: Jorge Ferrari.
Música: Mauro Garcia Barbe.
Entrenamiento musical: Mauro Garcia Barbe.
Videos: Martín García Garabal.
Asistencia artística: Carlos Tekizian.
Sala: Teatr Regio (Córdoba 6056, Ciudad de Buenos Aires). Funciones: jueves a sábados a las 20:30 y domingos a las 19:30.
La vi y no me gustó ,hasta me molestó quepara hacer la obra sólo elija a actores grandes ,a los que no les ofreció un libreto.Muscari en la obra parece decir.. A mí no me va a pasar. Creo que en algún punto le falta el respeto a las figuras y al público