Por Daniel Cholakian
De las muchas películas provenientes de “la madre patria”, como de un modo desagradable y sostenido suelen llamar los responsables de la muestra al Reino de España, dos de las más destacables organizan el relato a propósito de problemas laborales de hombres adultos que supieron tener buenos trabajos y están desocupados o a punto de serlo. A puerta fría y La chispa de la vida no sólo dan absoluta visibilidad al problema del empleo de estos mayores de 40 con problemas de empleo, sino también a la trama familiar que está implicada y a la ruptura de una lógica ética o moral que la desesperación puede promover.
En la excelente A puerta fría de Xavi Puebla, Salva es un vendedor mayorista de electrodomésticos y enfrenta una feria de ventas en la que su continuidad laboral está puesta en riesgo. Sometido a la presión de los cambios en las prácticas habituales de las ventas, la velocidad de las operaciones, el trato despersonalizado y la preeminencia de la tecnología, Salva ve su vida derrumbarse, como la de muchos de su generación, que han quedado fuera del mercado laboral. Con su familia en crisis, la vida de este hombre cincuentón, bebedor, se ve sometida a tal presión, que no hay barrera moral que no pudiera saltarse para evitar la caída.
En un tono diferente, apostando a la comedia disparatada, Alex de la Iglesia presenta en La chispa de la vida a un creativo publicitario que ha estado sin trabajo por un tiempo prolongado y cuya situación financiera es ya desastrosa, peligrando la estabilidad de su familia feliz y unida. Negada toda posibilidad laboral por sus antiguos colegas y amigos, un infortunio mientras buscaba reencontrarse con un pasado feliz, lo pone a las puertas de la explotación económica de su situación a través de los medios masivos. Así, inmovilizado pero consciente, negociará con cadenas de medios entrevistas, fotos o lo que fuera, con tal de aprovechar una situación insólita para obtener el dinero deseado. Esta cuestión repite el esquema de revisión de la ética laboral ante la desesperación como en la película de Puebla. Ambos relatos ubican la cuestión en conflictos laborales de hombres adultos de clase media acomodada, sin hacer referencia directa a la crisis económico-financiera presente en España y en gran parte de Europa.
A puerta fría resuelve con mucha más inteligencia y sutileza el dilema sobre el bien y el mal. De la Iglesia en La chispa de la vida termina cambiando el tono de comedia satírica por un drama convencional e impone un final moralista, que se resume en el plano final, congelado, del personaje que parece cargar con una épica moral insobornable, aun cuando el mundo de los medios, las finanzas y los negocios parece haber derrumbado cualquier límite en ese orden. Allí, en el enfrentamiento entre buenos y malos, radica el orden del mundo que organiza el talentoso Alex de la Iglesia. La impresionante primera hora de la película, ácida y cuestionadora, incluso del deseo innegable del hombre clasemediero, cede ante el discurso moral y la figura del sujeto insobornable al cambio de era que representa su mujer.
Con una actuación inolvidable de Antonio Dechent y la participación necesaria de Nick Nolte, A puerta fría es un discurso que abreva en el universo de los perdedores. Perdedores todos de un modo de organización social y económica que no satisface ni aun a los ganadores económicos. La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, se cruzan en dos días en un hotel, en una feria de ventas falsamente alegre. Xavi Puebla construye un relato angustiante y claustrofóbico, que naturalmente se vincula al universo de La muerte de un viajante de Arthur Miller.
Otra muestra más de lo interesante de ver cines que no siempre se ven en las pantallas comerciales. Como hace unos días destacábamos la “aparición” de las huellas del colonialismo en Pantalla Pinamar, en esta ocasión podemos ver de qué manera el tema del trabajo como problema se mantiene vigente en España, esa nación que permanece luchando en una tensión que no parece poder seguir tapándose, en un camino de pocos años que van de la república al franquismo y de allí a la modernidad Europea.