La música y la escena
Por Daniel Cholakian
La música popular latinoamericana guarda una riqueza que no siempre se hace visible en nuestro espacio sonoro, en nuestros escenarios, en nuestros recorridos por el arte. Las imposiciones del mercado, los tiempos del consumo, el achatamiento de la escucha, han llevado a que no siempre tengamos el acceso a disfrutar de talentos descomunales como los que confluyen en este proyecto de unión musical que es el concierto, cd y dvd que presentan Eva Ayllón + Inti Illimani Histórico.
El show que presentarán este viernes 3 en la Sala Piazzolla del Auditórium (Boulevard Marítimo 2280) y el lunes 6 de agosto en el Teatro SHA de Buenos Aires (Sarmiento 2255), es una muestra del talento artístico, del trabajo sostenido y de la experiencia vital que se traduce en una comunicación fluida y cálida con el público. Eva Ayllón es además de una cantante de excepción, una carismática artista que domina la escena con la inteligente sensualidad de la América negra.
Inti Illimani es una de las formaciones musicales populares de más larga duración de aquellas nacidas en Chile a la luz de la gran Violeta Parra y su impulso a una nueva música popular de raíces andinas. Este grupo ha tenido como característica producir un encuentro entre la influencia de la música serrana y del altiplano boliviano con una música más costera, más cosmopolita. Su formación, que mantiene tres miembros entre aquellos que en los años ’70 se instalaron en Europa, se caracteriza por la calidad técnica en la interpretación y la riqueza de los arreglos tanto instrumentales como vocales. Dirigidos desde sus inicios por el maestro Horacio Salinas, algunas de sus versiones de canciones populares alcanzan puntos altísimos.
En el pequeño set que da comienzo al espectáculo demuestran estas condiciones de manera sobrada, especialmente en la versión de Drume negrita, donde los arreglos mantienen la calidez y la intimidad de la canción, pero le agregan un volumen sonoro notable. En estas pocas canciones puede escucharse el impresionante bajo mexicano de Fernando Julio, la guitarra asombrosa de Horacio Salinas, la ductilidad de Horacio Durán, que tanto toca charango, cuatro venezolano -magnífico- o percusión, cuanto el talento de Camilo Salinas cuyo acordeón parece tanto un bandoneón como un tradicional acordeón de Baviera, según las necesidades del arreglo.
Y luego de esos cuatro temas en solitario sube al escenario la más importante cantante popular de la música negra peruana, Eva Ayllón, y con ella no sólo su magia escénica, sino un acople vocal al trabajo riguroso de los músicos chilenos que le da a este ensamble una calidad que supera ampliamente la suma de las calidades particulares. Es de destacar el aporte notable, y absolutamente en sintonía con la base musical de Inti Illimani, que incorpora Marco Campos, el magnífico percusionista que acompaña desde hace años a Ayllón.
Si bien puede notarse que en las canciones de autores chilenos la cantante contiene más su volumen y su potencia, la versión de la bellísima Dame luz está muy lograda. Claro que ella se siente a sus anchas -y se nota en el despliegue escénico- en aquellos temas más vinculados a las raíces negras de la música peruana, donde logra momentos inolvidables. La alegre y divertida No me cumbeen da lugar a la más profunda y compleja Ritmos negros del Perú (letra de Nicomedes Santa Cruz -peruano- y música de José Seves – chileno-) y las bailantes Inga o Toro mata.
Pero el punto más alto -a gusto de quien escribe- es la versión de Fina estampa, el clásico tema de Chabuca Granda. Quienes conocieron la canción a partir de la famosa interpretación de Caetano Veloso, prepárense para escuchar un delicado trabajo de las voces y un trabajo riquísimo de la guitarra, que otorgan otra profundidad y otro vínculo con sus orígenes a la pieza.
Los bises no le van en zaga -no forman parte del disco- y Ayllón luce en la versión de Para Cándido Portinari, que hace bajo la advocación de Mercedes Sosa, una de sus referentes claves de su canto.
Merece destacarse la humildad de Inti Illimani, un grupo tradicional con muchos años de recorrido por el mundo, que se corren totalmente del centro de la escena para dejar allí a la enorme Eva Ayllón. Y ella no desperdicia en absoluto el marco perfecto que los músicos chilenos le ofrecen.