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Un villano polémico para un blockbuster pensante

Por Damián Gerzenstein

Masacre de Denver aparte, las polémicas más grandes que Batman: el caballero de la noche asciende puede llegar a generar es probable que surjan a partir del personaje de Bane, el villano encarnado por Tom Hardy. Se podría hablar incluso de dos niveles de polémica. En el más básico y elemental, estaría la queja de los amantes del Batman de las historietas, quienes consideraron errónea la elección de Hardy para interpretar a este personaje, principalmente por su falta de masa muscular. Lo cierto es que Hardy aumentó muchos kilos de musculatura para el papel. Pero el personaje de la historieta es un ser de dimensiones exacerbadas, una verdadera montaña de músculos. La versión de Nolan/Hardy es más realista. Bane es un tipo de enorme fortaleza y contextura pero dentro de límites posibles. Esto mantiene una coherencia con toda la creación del universo del Batman de Nolan, donde la acción es más parecida a un film negro o policial que a un cómic. Batman es alguien con un entrenamiento excepcional, pero no deja de ser un hombre común. Y sus enemigos son personas. No seres con poderes sobrenaturales ni sofisticadas armas. De hecho las peleas, en su mayoría, se dan mano a mano, sin artilugios. Las quejas de los fanáticos son entendibles y atendibles, pero no dejan de estar presentes en toda adaptación de cualquier obra literaria a la pantalla grande.

La otra polémica, más jugosa sin dudas, es la que se desprende del discurso ideológico que Bane expresa. Un ser oscuro, con un pasado de sufrimiento en una brutal cárcel que luego fue entrenado por la Liga de las Sombras (igual que Batman) y que emerge ahora desde las alcantarillas de Ciudad Gótica para poder cumplir con el objetivo de La Liga: la destrucción de la ciudad. Una destrucción considerada necesaria para terminar con la corrupción que, según ellos, ha erosionado todo gramo de decencia en Ciudad Gótica.

Para comenzar su plan, Bane ataca a la bolsa de valores y después orquesta un ataque a los integrantes de la clase alta. En un discurso cargado de ideología cuasi comunista Bane incentiva a la gente trabajadora de Gótica a reclamar lo que les pertenece, a quitarles a los ricos aquello que han venido disfrutando sólo unos pocos. Luego, a la manera de las grandes revoluciones históricas, se celebran juicios sumarios hacia funcionarios e integrantes de las fuerzas públicas. Pero estos juicios son practicados por criminales, aquellos a los que Bane liberó para cumplir su objetivo. En realidad, entonces, la propuesta de Bane de que el pueblo retome el poder es sólo de palabra, ya que quienes toman control de la ciudad son los criminales, quedando el pueblo como rehén de la situación.

Todo esto eleva varios interrogantes: ¿Bane realmente piensa lo que propone? ¿O sólo utiliza un discurso populista para lograr sus objetivos y justificar sus actos? ¿Qué posición toma la película ante el discurso de Bane? ¿Utiliza un discurso comunista como parte de la personalidad malvada de Bane? ¿O se trata de una bajada de línea condenatoria del estilo de vida capitalista y sus consecuencias? Lo cierto es que el villano propone algo que no desea cumplir, ya que sabemos que su plan es destruir la ciudad, arrasarla, no simplemente limpiarla de sus elementos corruptos. En todo caso, sólo le interesa limpiar la corrupción de las clases dirigentes, castigarlas por haber conducido a Gótica a esta supuesta decadencia. Pero no tiene un plan posterior de reconstrucción. Sólo de destrucción. De todo y todos.

Es muy factible que la película no busque ni proponga respuestas, sino sólo sacudir un poco la modorra neuronal de los blockbusters hollywoodenses. No muy a menudo tenemos el placer de recibir una superproducción que confíe en la inteligencia de su público (teléfono para Jerry Bruckheimer), que confíe en que es posible entretener sin valerse del 3D ni de una catarata de efectos especiales. Que incluso se atreva a meter un par de ideas subversivas en medio de un tanque generado en una de las mayores industrias del mundo. En este contexto, cualquier polémica y discusión que genere Batman: el caballero de la noche asciende, siempre que no sea a causa de un enfermo mental que entre a los tiros en una sala de cine, debe ser más que bienvenida.

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