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Cleopatra

Director: Mariano Moro. Intérpretes: María Rosa Frega, Mariano Mazzei. Escenografía: Daniel La Rosa y Edgardo Aguilar. Vestuario: Edgardo Aguilar y Ana Karina González. Pelucas: Mónica Gutiérrez. Dramaturgia: Mariano Moro. Sala: La Bancaria (San Luis 2069).


Muy buena


Moro en Egipto

Por Gisele Cebrian

Los lunes y martes a las 21:00 en La bancaria se presenta uno de los dos estrenos de esta temporada de la compañía Los del verso. Cleopatra, comedia escrita y dirigida por Mariano Moro sobre la vida y los amores de la reina de Egipto, protagonizada por la pareja explosiva María Rosa Frega-Mariano Mazzei.

Con una inocultable falta de respeto a la historia antigua, esta comedia invita a conocer la divertida trastienda de palacio, los amores, los cuernos y la insatisfacción de Cleopatra, una mujer de una belleza cautivante y ambición desmedida. Elocuente y dueña de una mirada hiperexpresiva, la Cleopatra de Frega (La suplente) monologa, reflexiona, se presta a todo tipo de fantasías y manipula a todos sus hombres, en tiempos anteriores a corrientes feministas.

Cleopatra es seductora, elegante, audaz, poderosa e inteligente. Todos la adoran, pero ningún hombre le entrega su corazón. Tiene todo a sus pies pero busca lo que todavía no pudo encontrar: a alguien que la ame, y, al tiempo, deshacerse de los pegajosos que mendigan su atención.

Mariano Mazzei, el actor de Quien lo probó lo sabe y Azucena en cautiverio, en un despliegue más de su inmensa ductilidad, da vida a siete personajes, desde el emperador Julio César, la sirvienta Carminata, pasando por Marco Antonio, Teodoto, Ptolomeo, Cesarión y un torpe mensajero.

Con algún eco de la Antonio y Cleopatra, de Shakespeare, esta obra con decidido cometido burlón, circula del humor culto hecho en base a sucesos históricos y mitológicos a unos giros más básicos y efectivos a todo nivel: juegos de palabras con contenido sexual y escatológico, así como menciones a personajes populares contemporáneos.

En su palacio, las aficiones de esta Cleopatra, por esa región del norte africano, décadas antes de Cristo, rondan los entretenimientos trasnacionales y extemporales como el tango (bailado al estilo egipcio frontal que todos conocemos). Incluso, parece conocer bien a nuestra presidente y homenajearla en algunos modos verbales muy personales.

De vuelta de Roma, un pueblo que no aceptó su extravagancia, llega una exasperada Cleopatra con su hijito Cesarión, como fruto de la relación con Julio César, amante y socio político muerto por sus conciudadanos. Con el insoportable chiquito con incipientes rasgos psicópatas, la culta Cleopatra ensaya otro divertido tramo, jugando con él uno de los entretenimientos de chicos que tiene como motivo a los dioses del Olimpo, ingeniosa composición en verso de Moro.

Hay en las piezas de Moro una intención de selección de una audiencia ideal. Pasa por alto para espectadores poco enterados, por ejemplo, la referencia banalizada al incendio de la biblioteca de Alejandría, estandarte de la cultura griega. Además, de la boca de Frega se disparan guiños al espectador conocedor de la obra de Moro, signo de que existe un culto alrededor del autor.

Un desfile de pelucas se complementa con un logrado vestuario, sobre togas blancas en las que distintos atavíos y accesorios logran caracterizaciones de status social y procedencia geográfica de los personajes en escena.

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