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MAR DEL PLATA 2011: crónicas fantasmas (1)

Por Daniel Cholakian

Crónica de un día feliz. El primer día del festival, especialmente cuando uno llega como visitante a la ciudad, suele ser un día feliz. Los contratiempos, casi siempre hay al menos uno, se olvidan rápidamente al encontrarse con las salas, las grillas, la información, una película elegida rápidamente y casi al azar, el acto de presentación, la película de apertura y alguna más sobre el final del día.

No queda mucho para decir de los pobres discursos dados por los funcionarios que presentaron el Festival. El anuncio clave, la conformación de un consorcio integrado por el gobierno provincial, el gobierno municipal de la ciudad de Mar del Plata y el Instituto Cultural de la provincia, no deja en claro si este hecho es sólo para que finalmente el INCAA deje de lado sus anteriores responsabilidades o si servirá para garantizar el presupuesto y la autarquía al festival, lo que permita mejorar la gestión y la calidad del mismo. Sólo Liliana Mazure, presidenta del INCAA, dio algún sentido a su discurso al vincular la producción creciente del cine nacional con la decisión de decir adiós al ALCA que exactamente un 5 de noviembre, se llevó a cabo en esta misma ciudad.

Pero para hablar de cine, el hombre, interesado en los ciclos algo laterales a las competencias y la presencia latinoamericana, arrancó por Polonia. Courage de Greg Zglinski, es una historia que tiene una idea, tiene algunas líneas estéticas definidas, pero no termina de consolidarse como propuesta. Dos hermanos enfrentados en relación con varias líneas temáticas en torno a la empresa familiar. La tradición frente a la modernidad de las nuevas formas de negocios, el manejo personal, la línea patrifamiliar y la herencia. La fertilidad, alguna cuestión de género y la culpa, presente en la actuación de uno de los hermanos, frente a una situación límite que vive el otro. La película es una pretenciosa fábula sobre algo sencillo o incluso pobremente desarrollado. Con un final “cantado”, esta primera película polaca pretende tocar demasiadas cuerdas, pero el sonido es bastante monocorde.

La película elegida para la apertura del festival, y primera de la competencia internacional presentada, ¡Vivan las antípodas! es sin dudas una idea sobre una película, por momentos muy bien fotografiada, pero no más que eso. Sus 110 minutos son una larga repetición de juegos de registro en 4 pares de antípodas en distintos puntos del planeta. Salvo cierta dialéctica estructurada con un logrado contrapunto visual entre una paraje en Entre Ríos (Argentina) y Shangai (China), el resto es un recorrido bucólico bellamente fotografiado, sin mucho más interés para el espectador que algunas imágenes muy logradas de lo que brinda la naturaleza. Podría uno además achacarle al realizador cierto “pintoresquismo” que no es propio de los personajes o los lugares narrados, sino de la mirada del ruso Kossakovsky.

Pero por suerte para este cronista, Latinoamérica fue el refugio que brindó algo de placer al cinéfilo. Construido en un doble juego de homenaje al gran realizador cubano Santiago Alvarez, que al tiempo que un recorrido por la memoria visual de la historia del largo proceso que constituye la revolución cubana, Memoria cubana de la brasilera Alice de Andrade, es un inteligente documental, que recupera las memorias de los colaboradores de Alvarez, las imágenes de sus famosos noticieros, de sus películas personales, para armar en dos sentidos, uno cronológico en tanto historia, y otro subjetivo, en tanto reconstrucción de la personalidad, el complejo de una historia que fue la de un hombre y la de una revolución y la de un mundo que se propuso cambiar en todo el planeta. Si se habla de el hombre y su tiempo, Santiago Alvarez es sin dudas uno de los más cabales prototipos de esa idea. Este pequeño documental es inteligente y disfrutable.

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