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“Nuestra historia hace gala del genocidio como si fuera una conquista”

Por Gabriel Piquet y Mex Faliero // fotos: David Pafundi

Cuando uno se cruza con Valeria Mapelman, da la sensación de estar ante una especialista en temas antropológicos: recorre con pasión los hechos que registra con su cámara, explica con conocimiento, da la idea de estar totalmente interiorizada, que sus argumentos están sostenidos por extensa documentación. Claro, luego uno descubre que esa es también tarea fundamental del documentalista. Y Mapelman es documentalista, y de las buenas. Con Tierra en rojo y Octubre Pilagá, que se está editando en DVD por estos días, la realizadora argentina ha registrado la dura realidad de los pueblos originarios en el país, de la relación que tienen con la sociedad y, especialmente, con el poder político.

FANCINEMA tuvo la oportunidad de conversar con Mapelman durante el último MARFICI, cuando presentó Octubre Pilagá. En este trabajo aborda lo que ocurrió durante el gobierno de Juan Domingo Perón, en 1947, con la tribu Pilagá en Formosa, la cual fue exterminada por el Estado a través del Ministerio de Guerra y de Gendarmería. El documental muestra a los pocos sobrevivientes mientras buscan los restos de sus antepasados. Para hacer este film, la directora convivió varios años con la comunidad, trabajó el montaje en conjunto con los Pilagá, logrando una gran comunión pero, además y más importante, que la causa se reabra y que se definida a lo ocurrido como un “genocidio”. Para Mapelman, el cine documental es una herramienta que no termina en la obra en sí, sino que debe proyectar y modificar el presente.

Actualmente la realizadora está trabajando en una investigación con gente de la UBA, del grupo Estudios de Genocidio y Políticas Indígenas, para la búsqueda de archivos visuales sobre este tema. Mientras tanto, recorre el país y visita países del extranjero mostrando este trabajo que ha tenido una recepción asombrosa y que descubre un momento de nuestra historia que tal vez desconocíamos o no queríamos conocer.

-¿Cómo te acercaste a este tema en sí, a este hecho de hace 60 años?
A mí me interesa el tema del genocidio de los pueblos originarios porque me parece que es algo que todavía no está debatido. Cuando supe de esto, que me enteré cuando estábamos filmando Tierra en rojo, fue porque me contó uno de los abogados que estaba trabajando en el caso del reclamo de tierras. Fue ahí cuando lo escuché por primera vez. Supe que había sucedido una masacre, aunque en diferentes pueblos indígenas esto se hablaba. Lo conocían los Quom, los Wichi.

-Antes del documental ¿a qué nivel era conocido este tema? Porque seguramente no era muy difundido.
Esto se conocía en las comunidades indígenas, es un tema común a diferentes comunidades, muchos pueblos originarios sufrieron este tipo de masacre. Entonces es algo que se habla en el ámbito de las comunidades indígenas. También se conocía en la provincia de Formosa porque participaron, queriéndolo o no, personas ajenas a las comunidades, ya sea toda la gente que estaba en los regimientos de Gendarmería, que son los regimientos que realizan la represión, como todos los criollos que viven a los alrededores, que supieron de esto y estuvieron involucrados de alguna u otra forma.

-¿Cómo fue llegar a la información, con qué frenos te encontraste, qué posibilidades tenías?
Trabajé sola, investigando, entonces creo que no le llamó la atención a nadie en el lugar que yo estuviera revolviendo esa historia. Así que trabajé muy tranquila, por suerte. Sí tuve problemas cuando intenté buscar archivos en Gendarmería, documentos que están en sus archivos no pude verlos. Con el Ministerio del Interior en general no tuve problemas para nada. Después estuve trabajando en el Ministerio de Economía y con los viejos archivos del Ministerio de Guerra.

-¿Ibas con la idea de la película o hubo algo en el proceso que te sorprendió y te dirigió al trabajo ya hecho?
Fui a filmar sin conocer los detalles, volví del primer viaje con 60 horas filmadas, sin saber lo que me estaban diciendo porque no llevé traductor conmigo para no interrumpir a los abuelos cuando hablaban. Así que después de la traducción apareció la película, y cuando logré entender a través de varios meses de trabajo sobre esas traducciones de qué se trataba el tema, qué había sucedido, recién escribí el guión y pensar la película tal como se ve.

PERONISMO, ABORIGENES, HISTORIA

Resulta muy llamativo que los hechos denunciados en Octubre Pilagá hayan ocurrido durante un gobierno peronista, y que en la actualidad se hayan dado situaciones de represión en Formosa con otras comunidades, también durante un gobierno del mismo sector. Sin embargo, para la directora esto no es tan llamativo por que “represiones a los indígenas ocurrieron en todos los gobiernos. Perón es una circunstancia. Esto es una historia, desde antes de la Campaña del Desierto hay una línea, una continuidad y no se ha terminado nunca, hasta el día de hoy”.

-Tenemos a Roca en los billetes, en las calles, incluso en el sur las calles principales tienen su nombre…
-Nuestra historia hace gala del genocidio como si fuera una conquista, la llama “la conquista del desierto”, un desierto que en realidad estaba habitado. Esa construcción de la historia hace que todos estos tipos, que tienen sus manos manchadas de sangre, sean nuestros próceres. Estos temas no se han debatido de la forma en que tienen que debatirse, aquí no se habla de un genocidio, a lo largo de la Campaña del Desierto, no sólo hubo exterminio, también robo de niños, violaciones de mujeres, esclavitud, campos de concentración como el de Martín García, pero no está claro en el imaginario de la gente porque la historia oficial lo ocultó o lo tergiversó. Entonces estamos siempre volviendo a enseñar una historia que no ha sido capaz de escuchar las memorias de las víctimas, y esa es la idea de Octubre Pilagá, escuchar memorias de quienes son víctimas de esto, que tienen otra historia que contar.

-¿Entre las comunidades aborígenes hay unión?
Sí, en una época parecía que no, pelaban por el territorio, como todos los pueblos, como peleábamos nosotros con Chile por un territorio, o con Paraguay en algún momento. Quizás no se ve como una cuestión política sino como una cuestión de control de territorio para la caza, la pesca, lo que sea. En la época de la masacre de La Bomba, hubo gente Quom, Toba, Pilagá en el momento en el que se produce la masacre y gente Wichi que salvó a los Toba y los Pilagá que huían de la masacre. Todo esto se conocía, pero los oídos de los blancos nunca estuvieron abiertos para eso.

-¿Se puede dar el caso de que tengan cierta reticencia hacia el hombre blanco?
Puede ser, a mí nunca me pasó que hubiera falta de confianza cuando he llegado a hacer un trabajo, porque cuando llego explico de qué se trata, escucho lo que me quieren decir, hay todo un debate previo antes de prender las cámaras. En el caso de Octubre Pilagá la confianza fue total, porque lo que estaba contando esta gente es que fue masacrada, que perdieron a sus familias. Las mujeres empezaron a hablar del uso de la violación como arma, es decir, se capturó a grupos enteros para obligarlos a entregar a las chicas a manos de la Gendarmería y fueron violadas masivamente. Para que las mujeres lleguen a contarte eso, es porque tuvieron una apertura total.

-¿No existe un reproche acerca de que los documentalistas llegan, filman y se van?
Eso es verdad, a mí también me lo han dicho. Muchas veces me preguntaron “¿vas a volver? ¿Vas a venir a trabajar con nosotros?”. En Tierra en rojo trabajé 14 meses con la gente, viví 14 meses con ellos y hasta el día de hoy ellos siguen parando en casa cuando vienen a Buenos Aires. Con los abuelos Pilagá fue más fuerte porque trabajamos durante cinco años, y ellos veían que yo volvía. El montaje final de la película lo fuimos acordando junto con los sobrevivientes, porque yo no podía mostrar una película con la cual la gente que había sobrevivido no estuviera de acuerdo, porque se podía malinterpretar la situación. A lo largo de los cinco años cuando comenzamos el montaje, iba y mostraba la película sin terminar en las diferentes etapas y escuchaba lo que ellos me decían cuando estaban viendo. Yo no creo que ellos sean diferentes o cerrados. La comunicación con gente de otros pueblos puede ser fluida, abierta, y de hecho lo es. Para mí siempre ha sido así.

-Se estrenan muchos documentales en la Argentina relacionados con lo que ocurrió en los 70’s, tienen cobertura periodística, se discuten los temas, pero no me pareció ver lo mismo con este trabajo. ¿Vos lo ves igual?
Nosotros tuvimos una cobertura importante, tanto que de alguna manera eso empujó la causa judicial para que llamen a los abuelos a declarar en el juicio por lesa humanidad. Yo no me esperaba eso, la película fue cubierta en todos los diarios (Página/12, Clarín). Me llamaron Hanglin, Majul y Aliverti. En el momento en el que la película se mostró fue más de lo que yo esperaba.

-Pensando en Majul ¿no viste que en algunos sectores se pueden interesar porque por elevación le están pegando al Gobierno kirchnerista?
-Sí, puede ser, pero también me pasó en el caso de Aliverti. Hay algo que va más allá del momento en el que sucedió el hecho mismo. Es como te digo, Perón es circunstancial en todo esto, porque no hubo un solo gobierno que haya evitado este tipo de barbaridades, nadie se comportó de forma humanitaria con los pueblos originarios en la Argentina. Esto es una cuestión de Estado, el Estado nacional argentino para ser tal debió exterminar, encerrar, esclavizar, porque si no, no se hubiera creado como tal.

-¿A nivel oficial algún tipo de respuesta o hubo silencio?
Es complicado porque nosotros tenemos declaración de interés de la Secretaría de Derechos Humanos y Cultura, tuve una invitación para ir a representar en una muestra de cine nacional a EE.UU. con la película. Me parece extraño y a la vez genial, porque quiere decir de alguna manera que en un momento como hoy se puede mostrar esta película, se puede debatir y está todo bien. El INCAA me financió durante un gobierno peronista y eso es muy importante. Quisiera que no hubiera tanto silencio alrededor del juicio, pero lo hay porque hay un resarcimiento económico de por medio y porque esto sentaría un precedente: el Estado nacional empezaría a recibir demandas por genocidio.

-La palabra “genocidio” ya está instalada en la causa como definitiva.
Lesa humanidad, es de lesa humanidad pero sentaría un precedente muy importante. Entonces el Estado se resiste, y ese silencio es el que más duele. Los abuelos se están muriendo. A lo largo de los cinco años de trabajó fallecieron cinco de ellos sin tener respuesta del Estado mas que una negación continua donde les han dicho: “demuestren que son Pilagá, que son hijos de Pilagá, demuestren que fueron atacados”. Y ellos tuvieron que volver a recordar todo esto delante del juez. Ese silencio es doloroso, uno esperaría que el Estado nacional dijera: “sí, lo hicimos, fueron nuestras instituciones, el Ministerio del Interior y el de Guerra lo sabían. Ellos llevaron adelante esta masacre, nosotros vamos a pagar por eso”. Sería como lo justo. Ese es el silencio que molesta.

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