Por Cristian A. Mangini
Hablar de crítica, sobre todo de crítica en medios masivos, es hablar de puntaje. El puntaje puede ser objeto de variantes (con números, con una apreciación cualitativa, etc.) pero lo cierto es que se trata de un sistema al menos polémico, sea cual sea la escala que utilice el crítico.
Las variables y parámetros que evalúan una película pecan de parecer arbitrarios en una sociedad donde se legitiman cada vez más este tipo de observaciones superficiales. También es cierto que la crítica académica lejos de ser una alternativa se presenta como algo hermético debido a la cantidad de términos que exigen ser comprendidos. No es una posibilidad en una sociedad dominada por números y sentencias que indican la rentabilidad o calidad de tal o cual producto/persona. Al menos no lo es para quienes planean dirigirse a un público más heterogéneo y menos sectorizado.
Entonces tenemos nuevamente el problema del puntaje. ¿Por qué problema?: la respuesta es que la mayor parte de los lectores de medios masivos como revistas o diarios, y la audiencia televisiva o radial (en caso de programas de entretenimiento focalizados o no en el cine, aunque son muy pocos), resalta apreciaciones del tipo “4”, “5.2” o “Muy bueno” sin sacar mayores conclusiones respecto del justificativo que lleva a esa apreciación. El rotulo de la apreciación, que garantiza si tal o cual obra es un desastre o un clásico inmediato aparece de manera autónoma respecto del texto, como si se tratara de la puntuación de una prueba de calidad o la observación por escrito de un jefe de personal. Luego un grupo de gente lee, ve “5” sobre el nombre de una película y se dice “debe ser mala”. Si el texto es o no coherente con esa nota no aparece en cuestión porque el “5” es más que suficiente. Así, el número vacía al texto quedando como rotulo de calidad de la película.
La cuestión es: ¿Sirve el puntaje?. En primera instancia podríamos plantear que si, dado que sintetiza con un elemento de primera lectura el conjunto de un texto al cual, quizá por tiempo o voluntad, gran parte del público no leerá o prestará suficiente atención. Pero en segunda instancia nos quedamos con la duda: si, quizá tal película tenga un “5”, ¿pero cuáles son los planteos del crítico para llegar a esa conclusión?. Conocido es que el criterio, más allá de premisas formales que definen la corrección de un film, a nivel conceptual y estético depende de factores subjetivos que muchas veces aparecen cuestionables. A veces estos factores levantan o hunden películas, siendo literalmente “tapadas” por el puntaje. Esta apreciación certera le da al cine un espacio tipificado en dígitos que en general poco tiene que ver con el total del contenido de una película, es mas bien una “guía”.
¿Hay alternativas?. Sin divagar mucho, el puntaje se puede integrar a la crítica rescatando puntos sobresalientes, sin necesidad de blandir un texto de más-de-75-líneas que probablemente solo una pequeña porción del público terminara leyendo. También está la alternativa de buscar integrar las dos posibilidades: la de una síntesis con puntaje y una crítica especializada. La cuestión pasa por problematizar sobre este punto y reflexionar para evitar la automatización actual, donde todo se asume como una crítica centrada en tal o cual sector, cuando esas partes pueden convivir.