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Hazme reír

Nombre Original: Funny people
Origen: EE.UU.
Director: Judd Apatow
Reparto: Adam Sandler, Seth Rogen, Leslie Mann, Jonah Hill, Eric Bana, Jason Schwartzman, Maude Apatow, Iris Apatow
Guión: Judd Apatow
Fotografía: Janusz Kaminski
Música: Michael Andrews, Jason Schwartzman
Montaje: Craig Alpert, Brent White
Duración: 146 minutos
Año: 2009


A pesar de todos los errores

Por Rodrigo Seijas

Judd Apatow es uno de los baluartes más fuertes que posee la nueva comedia norteamericana cimentada en la última década. En el mismo año, 2005, en el que escribió el guión de la ácida y oscura Las locuras de Dick y Jane -una reversión despiadada del fraude de la corporación Enron, con actuaciones excelentes de Jim Carrey, Tea Leoni y Alec Baldwin-, dirigió Virgen a los 40, que significó el salto a la fama para Steve Carrell, uno de los mejores actores de la actualidad. Allí supo abordar un argumento común y corriente de una forma totalmente original. Logró el mismo prodigio con Ligeramente embarazada, en el que la nueva figura que explotó fue Seth Rogen.

Appatow también ha explorado profusamente el rol de productor, poniendo su sello como respaldo a filmes como Supercool, Forgetting Sarah Marshall y Walk hard. Su estilo está lejos de la vocación rupturista planteada por los mundos creados por Adam McKay (a quien le ha producido Ricky Bobby: loco por la velocidad y Hermanastros). Sus personajes son seres bastante comunes y corrientes, primariamente neuróticos, que inician un camino de madurez, en el que asumen responsabilidades y son capaces de insertarse en el mundo. Son historias de aprendizaje, donde el descubrimiento de la identidad se da a través del conocimiento del otro. No se trata de cambiar el mundo, parece decirnos Appatow, sino de cambiar uno mismo, de correrse un poco del lugar estático donde se estaba, para adoptar una posición más dinámica. Y este dinamismo es el que permite criticar de forma constructiva a las instituciones establecidas, para tratar de modificarles aunque sea parte de sus estructuras. Podría caratularse de conformismo lo transmitido por estas tramas. Sin embargo, eso sería en verdad una visión limitada, ya que dejaría de lado las operaciones permanentes que se vislumbran sobre distintas cadenas del lenguaje, como el discurso machista, la amistad, la familia, el amor, el sexo, etcétera. Operaciones lingüísticas que nunca niegan el poder fructuoso del insulto o la chanchada.

Con Hazme reír, la autoconciencia llega al límite, porque se analiza al humor como metalenguaje, sobre cómo es un valor compositivo de las personas, para bien y para mal: cómo puede servirle a muchos individuos como herramienta para deconstruir los cimientos de su contexto, pero también como un escudo basado en el cinismo y el nihilismo. Es ese el aspecto central de la historia de George Simmons (Adam Sandler, explorando un camino más sosegado, aunque sin resignar tanto de su furia característica), un humorista rico y famoso al que le diagnostican una enfermedad terminal. Esto lo lleva a intentar revertir ciertos errores en su vida: de ahí que contrate a un humorista al que percibe con cierto futuro (Seth Rogen) para que lo ayude y secunde en sus espectáculos, al mismo tiempo que trata de retomar el contacto con un viejo amor (Leslie Mann, esposa de Appatow y una de las figuras femeninas más destacadas de la comedia norteamericana actual, junto a Tina Fey).

Hazme reír es un filme tan ambicioso como fallido, del que por momentos es difícil afirmar si es una comedia dramática o, directamente, un drama con todas las letras. En sus dos horas y media, la película termina abarcando más de lo necesario y, en numerosos pasajes (en especial hacia la segunda mitad), le cuesta encontrar el tono adecuado, a la vez que incluso comete un pecado que Appatow siempre había evitado: el poner ciertos mensajes o discursos por encima de los personajes.

Pero aún así, podemos distinguir buena parte del mismo amor de siempre por lo que se está contando y los protagonistas del relato. Basta con ver la secuencia en que Sandler canta Real love de los Beatles, para darse cuenta.

6 puntos

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