La película de Aaron Sorkin relata una semana en la producción de la sitcom Yo quiero a Lucy. Lejos del enciclopedismo, se centra en el acto creativo y en aquello que hacía sobresalientes a sus personajes.
Un thriller que tiene un planteo interesante y con un buen potencial, pero que pronto se queda sin rumbo, para terminar arribando a un cierre tan flojo como improcedente.