Esta secuela repite virtudes y defectos de su predecesora, con una estructura estética y narrativa vertiginosa y asfixiante, aunque limitada en sus efectos.
La secuela del film del mismo director tiene mayor presupuesto, pero también mayores problemas para sostener un conflicto que aburre sin transmitir la menor emoción.
La comedia protagonizada por el dúo de Jordan Peele y Keegan-Michael Key es una estupenda sorpresa, que reconfigura numerosas conductas con enorme gracia e inteligencia.