El film de Simon Curtis no llega a tener el vuelo reflexivo y narrativo de Marley y yo, pero cuenta a su favor con algunos pasajes potentes y la espléndida voz de Kevin Costner.
Basada en una historia real, la película de Marc Forster reflexiona sobre la violencia y la justicia a partir de un personaje de pasado turbulento que se reconvierte en benefactor.
Un drama romántico que se aleja de otros exponentes actuales y elige un tono moderado y sutil, sumamente interesante. Sin embargo, no termina de consolidarse y se queda un poco a mitad de camino.