Un policial donde Russell Crowe, junto con su inmensa panza, sostiene con su presencia un relato repleto de giros y una serie de resoluciones que no están a la altura de contado previamente.
Con una fe a prueba de balas, Mel Gibson concreta su mejor película, un relato que transita múltiples géneros con enorme convicción y que conmueve con su potencia narrativa.