La segunda parte de la adaptación de la Trilogía del Baztán repite los defectos de la primera entrega y encima se queda sin razón de ser, ya que solo sirve de puente para el tercer film.
Este thriller, basado en una novela de Dolores Redondo, está demasiado preocupado por ser fiel al original, con lo que lo cinematográfico es sobrepasado por lo literario.
La unión entre Cesc Gay, Ricardo Darín y Javier Cámara da lugar a un film que se apoya en los pequeños gestos y hasta lo que queda fuera de campo para cimentar sus emociones.